Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0334-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Además, la mayordomía tiene que ver con una dispensación, pero no en el sentido de una edad, sino de una distribución. Por ejemplo, durante el desayuno, una madre sirve alimentos nutritivos a sus hijos. Ella se sienta a la mesa y les distribuye los ricos alimentos. En este tipo de dispensación se ejerce cierto control. Si un niño se porta mal, la madre puede decirle: “Si no te portas bien, no tendrás desayuno”. Así que, la distribución de alimentos es el mejor control. He observado esto en mis propios nietos. Ellos obedecen más a su abuela que a mí porque ella está en control de las golosinas. Puesto que ella es la distribuidora, puede controlarlos fácil y agradablemente. Ella los controla mediante una dulce distribución de alimentos, una especie de administración o servicio doméstico íntimo y tierno. El sometimiento de todas las cosas a la autoridad de Cristo, la Cabeza, no se lleva a cabo por medio de una administración gubernamental, sino mediante una dulce mayordomía, un plan doméstico, una distribución placentera. Se efectúa al impartírsenos el abundante suministro de vida del Dios Triuno. El apóstol Pablo llama esto la dispensación de la gracia de Dios, la mayordomía de la gracia de Dios (3:2).
Ya vimos que Satanás no se inyecta en el hombre siguiendo alguna administración o mayordomía, pues él se inyecta en nosotros muy sutilmente. En cambio, Dios se forja en Sus escogidos por medio de una mayordomía dulce e íntima. El ministerio de Pablo era tal mayordomía; era un modelo de la dispensación de la gracia, es decir, su ministerio impartía a Dios como gracia en los elegidos de Dios. Por medio de la dispensación de la gracia, la impartición de Dios mismo como nuestro disfrute, el factor de vida es ministrado en los elegidos. Al entrar en ellos el factor de vida, los levanta y los une a Cristo en el Cuerpo. Esta es la dispensación que reúne bajo una cabeza todas las cosas en Cristo.
Después de la caída del hombre, Dios dio inicio a Su impartición, comenzando a una pequeña escala. En el caso de Abel no se ve mucho que Dios se imparta como suministro de vida en Sus elegidos. En el caso de Enoc, sin embargo, se ve una ligera implicación de tal impartición, pero no se ve con claridad. Cuando llegamos a Noé, podemos ver la impartición de Dios como provisión de vida en una escala muy pequeña. Luego, en las vidas de Abraham, Isaac y Jacob se ve un poco más. Además, en el caso de Moisés y el tabernáculo había una administración, un plan doméstico, una mayordomía íntima. Esto se ve claramente en Moisés, en Aarón y en los sacerdotes que desempeñaban el servicio levítico. Al llegar al Nuevo Testamento, vemos la impartición de la vida en el Señor Jesús. ¡Cuán dulce e íntima era Su mayordomía! A través de Su ministerio, El impartió a Dios como suministro de vida en Sus elegidos. Esta íntima mayordomía la continuaron los apóstoles, en especial el apóstol Pablo, quien tenía la mayordomía de la gracia de Dios. En su ministerio Pablo impartía constantemente a Cristo como vida en los creyentes. Su ministerio era una mayordomía dulce e íntima, un plan doméstico agradable. El incluso le enseñó a Timoteo cómo conducirse en la casa de Dios (1 Ti. 3:15). La manera de conducirnos en la casa de Dios consiste en tener el plan doméstico, la mayordomía íntima, e impartir a Cristo a todos los miembros de la familia de Dios. No se lleva a cabo por medio del control ni por medio de una administración gubernamental; se lleva a cabo mediante una dulce dispensación, una íntima mayordomía, un agradable plan doméstico.
Mediante este ministerio, se infunde el factor vital en los miembros de la iglesia. Mediante esta dulce e íntima mayordomía, se imparte el suministro de vida en los miembros del Cuerpo de Cristo. Cuanto más se nos suministra el factor de vida, más nos levantamos y nos unimos unos a otros. Cada vez que recibimos el suministro de vida, nos levantamos espontáneamente. No es necesario que nadie nos exhorte a tener comunión con otros, pues de modo espontáneo anhelamos estar unidos a los demás. La manera en que Dios nos reúne bajo la autoridad de Cristo, la Cabeza, consiste en forjarse El mismo como factor de vida en nosotros a fin de que nos levantemos y nos unamos a los demás. Esto no se logra ejerciendo una administración gubernamental, sino a través de una dulce impartición, una íntima mayordomía y un agradable plan doméstico. Por medio de esta dispensación, esta impartición, se ministra el factor vital en todos los miembros de la iglesia, para que se levanten y se unan al Cuerpo. Así son reunidas bajo una cabeza todas las cosas en Cristo.
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