Obra de edificación que Dios realizapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7020-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este capítulo quisiéramos hablar acerca del propósito de la obra de edificación que Dios realiza en el universo. En palabras sencillas, Su obra de edificación tiene por objetivo llevar a cabo el propósito eterno de Dios. Si leemos la Biblia de principio a fin, veremos que el propósito eterno de Dios tiene dos aspectos: expresar a Dios y derrotar al enemigo de Dios. En nuestro anterior Estudio-vida de la Biblia, dijimos que estos dos aspectos del propósito eterno de Dios se logran al entrar Dios en el hombre y al mezclarse con él. Para este propósito, Dios escogió expresarse y derrotar a Su enemigo por medio del hombre. Fue por esta razón que Él creó al hombre. Por lo general, las personas encuentran difícil entender por qué en el universo el hombre es necesario y cuál es el significado de la vida humana. Sin embargo, cuando leemos la Palabra de Dios, podemos encontrar la respuesta. Dios creó al hombre a fin de cumplir Su propósito por medio del hombre. Al obtener al hombre como un vaso y al depositarse en el hombre con el fin de mezclarse con él, Dios puede expresarse a Sí mismo y derrotar a Su enemigo por medio del hombre.
Este asunto se revela claramente en el relato de Génesis 1 con respecto a la creación del hombre. Allí se nos muestra que Dios creó al hombre a Su propia imagen (vs. 26a, 27). El hombre es un retrato de Dios o, usando términos más modernos, una fotografía de Dios. La fotografía de una persona es la expresión, el reflejo, de esa persona. Por lo tanto, lo que se muestra en Génesis 1 es que el hombre fue creado para ser el reflejo, la expresión, de Dios.
Además, Génesis 1 dice que después que Dios creó al hombre, le dio autoridad para que gobernara todas las cosas. Este capítulo dice específicamente que Dios quería que el hombre ejerciera dominio “sobre toda la tierra y sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra” (v. 26b). Una de las criaturas que se arrastran sobre la tierra es la serpiente, y la esfera donde la serpiente lleva a cabo sus actividades es la tierra. A medida que usted lee la Biblia, va descubriendo que la serpiente es la corporificación del enemigo de Dios. Por lo tanto, el hecho de que Dios le diera al hombre autoridad para gobernar la tierra y especialmente para gobernar lo que se arrastra sobre la tierra implica que Dios quiere poner fin a Su enemigo por medio del hombre.
Al final de la Biblia, cuando la obra de Dios haya concluido, también vemos que estos dos aspectos de Su propósito se habrán logrado por medio del hombre. En Apocalipsis 21 la Nueva Jerusalén, que representa a todos los que han sido salvos, es completamente la expresión de Dios. El aspecto de Dios es semejante al jaspe (4:3), y cuando aparece la Nueva Jerusalén, vemos que también es semejante al jaspe (21:11, 18). Esto significa que la ciudad es absolutamente la expresión de la imagen de Dios. Cuando usted ve la ciudad, ve la expresión de Dios. Más aún, la ciudad está llena de la gloria de Dios, e incluso es difusora de dicha gloria; la luz de la ciudad es el resplandor de Dios (vs. 23-24a). Esto significa que Dios se expresa por medio de un grupo de personas que han sido redimidas por Él y que han experimentado Su obra de edificación. Por lo tanto, en este cuadro vemos que se logra el primer aspecto del propósito por el cual Dios creó al hombre.
La conclusión de la Biblia también nos habla del momento en que se pone fin a la antigua serpiente, Satanás (20:2-3, 10). Si ustedes leen las Escrituras cuidadosamente, verán que al comienzo hay una serpiente y que al final todavía estará la serpiente. La historia de esa serpiente se ve a lo largo de toda la Biblia. Apocalipsis 12 nos muestra que debido al arrebatamiento de los vencedores, Satanás será derrotado y arrojado a la tierra. Él será derrotado delante de los santos (vs. 5, 7-9). En Apocalipsis 20 vemos que Satanás será atado y arrojado al abismo (vs. 1-3) y posteriormente será lanzado al lago de fuego y azufre (v. 10). En ese momento, el segundo aspecto del propósito por el cual Dios creó al hombre también se cumplirá. Por lo tanto, el propósito de Dios, tanto de expresarse como de derrotar a Su enemigo, se cumplirá por medio del hombre.
A fin de ser usado por Dios para llevar a cabo Su propósito eterno, no es suficiente que el hombre sea creado; aún es necesario que el hombre reciba a Dios para que Dios pueda mezclarse con él y unirse a él. Por esta razón, después que Adán fue creado, fue puesto delante del árbol de la vida a fin de que pudiera comer su fruto. Creo que ahora todos tenemos claro lo que el árbol de la vida representa. El árbol de la vida no sólo representa a Dios, sino que, más que eso, representa al Dios que desea mezclarse con el hombre al ser vida para él. En aquel tiempo en el huerto del Edén, Adán estaba de pie frente al árbol de la vida y aún no había recibido el árbol de la vida en su interior. Dios todavía estaba fuera del hombre, y el hombre también se encontraba fuera de Dios; los dos aún no se habían mezclado. Por consiguiente, en aquel tiempo Adán, aunque no había caído, no podía cumplir el propósito de Dios.
Sin embargo, al final de Apocalipsis la situación es completamente diferente. Allí usted ve que el árbol de la vida ya ha entrado en la ciudad santa, la Nueva Jerusalén. Sabemos que la ciudad representa a todos los que han sido salvos a través de las generaciones, porque sobre los doce cimientos de su muro están los nombres de los doce apóstoles del Cordero y sobre sus doce puertas están escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Esto indica que la ciudad está compuesta de todos los que han sido salvos en la era antiguotestamentaria, los cuales están representados por las doce tribus de Israel, y también de todos los que han sido salvos en la era neotestamentaria, los cuales están representados por los doce apóstoles.
Aquí tenemos dos cuadros diferentes. Un cuadro se presenta en el huerto del Edén, donde el hombre está frente al árbol de la vida; pero aún no lo ha recibido ni se ha mezclado con él. Como resultado, el propósito eterno de Dios aún no se ha cumplido por medio del hombre. El otro cuadro se halla al final de Apocalipsis. Allí se encuentran todos los que han sido salvos, tanto en la era del Antiguo Testamento como en la era del Nuevo Testamento, y el árbol de la vida ha entrado en ellos. A diferencia del cuadro del huerto del Edén, donde Dios estaba frente al hombre, ahora este Dios ha entrado en el hombre para ser su vida, está entronizado en el hombre con Su reinado y ha llegado a ser el centro del hombre. Por lo tanto, en este cuadro el propósito eterno de Dios se ha cumplido plenamente.
En estos dos cuadros podemos ver que si el propósito de Dios ha de cumplirse plenamente, depende enteramente de si Dios puede entrar en el hombre y mezclarse con el hombre y unirse a él, y así llegar a ser uno con él. Esta mezcla, esta unión, es la edificación. En el huerto del Edén, no había edificación en absoluto; por esta razón, Dios y el hombre estaban separados. Pero cuando aparezca la Nueva Jerusalén, el edificio de Dios habrá sido terminado; por lo tanto, Dios y el hombre se habrán mezclado mutuamente y llegarán a ser inseparables. En aquel tiempo Dios mismo se expresará plenamente por medio del hombre, y también el enemigo de Dios habrá sido completamente eliminado. Por consiguiente, el propósito eterno de Dios puede cumplirse solamente por medio de Su obra de edificación.
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