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Evangelio de Dios, Elpor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-940-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 26 Sección 1 de 6

CAPITULO DIECISIETE

LA SALVACION ES ETERNA:
ARGUMENTOS EN CONTRA DE ELLO

(1)

Hemos visto por el lado positivo que toda la obra que Dios ha hecho y toda la gracia que El nos ha dado en el momento en que fuimos salvos no puede ser anulada por el paso del tiempo. Podemos decir con valentía que una vez que somos salvos, somos salvos eternamente. Una vez que Dios ha mostrado misericordia para con nosotros, estamos eternamente bajo Su misericordia. Una vez que tenemos la vida eterna del Hijo de Dios, nunca la perderemos.

Aunque soy muy atrevido al decir esto, nosotros los seres humanos somos todavía seres humanos. Aun hoy día muchos obreros cristianos no ven este asunto. Debido a que el corazón del hombre está lleno de la carne y de la ley, él no puede entender cómo la gracia de Dios puede ser tan grande. Esto es demasiado increíble para él. Es natural que el hombre piense de esta manera. El hombre es de la carne, y la carne es de la ley. La carne conoce solamente la ley; no conoce la gracia. Todo lo que se origina de la carne humana es de la ley. Sin embargo, todo lo que se origina de Dios, del Espíritu Santo y de la gracia, es de la fe.

En el mundo no sabemos nada con respecto a la gracia y el don. Todo lo que sabemos es comerciar. Durante todo el día, nuestras mentes están llenas de cuánto tenemos que trabajar y cuánto debemos obtener por nuestro trabajo. Pensamos que a fin de ganar algo, tenemos que trabajar por ello. Esta es nuestra vida. Por años, hemos comercializado con nuestras vidas, nuestro tiempo y nuestra energía. Pensamos que si uno va a pagar cierto precio, a él primero se le tiene que pagar una cantidad igual. Si él ha aceptado cierta cantidad, entonces tiene que ofrecer ciertas cosas a cambio. Nuestra vida es una vida de negocio. Debido a que ésta es la manera en que vivimos, también pensamos que la gracia de Dios y la vida eterna hacia nosotros están en el mismo principio de negociar. Cuando escuchamos el evangelio puro, quizás vimos la luz por un momento. En ese momento, tal vez nos dimos cuenta de que la gracia es gratuita y que no es un asunto de negociar. Sin embargo, parece que esta comprensión sucede solamente cuando somos salvos. Muchas personas todavía no han sido liberadas del pensamiento de que la gracia de Dios es como un préstamo para nosotros. Piensan que si ellos no hacen el bien, Dios les quitará la gracia que les ha dado. Pero si un hombre conoce la Biblia y está claro con respecto a los diez puntos de la verdad mencionados en los mensajes anteriores, por lo menos tiene que admitir que no puede existir tal cosa.

Todo el que conoce la Palabra de Dios nunca debe dudar de lo que conoce por causa de lo que no sabe. Puesto que él ha visto claramente el sellar y la garantía del Espíritu Santo, la vida eterna, la mano del Señor, el Cuerpo de Cristo, el templo de Dios y las promesas del Señor, no puede derribar lo que sabe con los problemas con respecto a cosas que él no sabe o no entiende. No podemos derribar los hechos que sabemos. Sin embargo, todavía hay cosas que ignoramos. Lo que haremos ahora es ver algunas cosas que no conocemos. Tomaremos unos pocos de los argumentos que supuestamente son contradictorios —especialmente los más convincentes— y los consideraremos uno por uno.

EL CONOCIMIENTO DE LA SALVACION ETERNA
NO NOS GUIA A PECAR VOLUNTARIAMENTE

Antes de considerar algunos de los problemas de las Escrituras, tenemos que considerar una objeción fuerte y una duda que algunos hombres levantan. Algunos piensan que si una persona es “salva una vez y para siempre”, tal persona seguramente pecará más libremente. Esto puede ser considerado como el punto de objeción más común y fuerte. Si un hombre sabe que él es eternamente salvo y que nunca será condenado, ¿no se volverá suelto, y comenzará a cometer toda clase de pecados, y se atreverá a hacer cualquier cosa? Puesto que éste puede ser el caso, ¿no es esta clase de enseñanza muy peligrosa?

Recuerdo que en una ocasión un hombre escribió una carta al Sr. Mackintosh, el que escribió un comentario acerca del Pentateuco. En esa carta él le dijo al Sr. Mackintosh que había oído a un predicador una semana antes que predicaba sobre el asunto de ser hijo de Dios eternamente. Un joven de la audiencia dijo que si ese era el caso, ahora él podía hacer cualquier cosa. Dentro de pocos días, el joven cometió toda clase de pecados. El escritor de la carta se quejaba de que debido a la enseñanza de que “una vez hijo, eternamente hijo”, la gente joven había sido dañada. El Sr. Mackintosh respondió a su carta y escribió: “Es verdad que una vez que una persona es hijo de Dios, es eternamente hijo de Dios. Sin embargo, en primer lugar dudo si ese joven que mencionó usted sea un hijo de Dios. Yo tengo un hijo. Supongamos que le dijera a mi hijo que ya que él es mi hijo, él será mi hijo eternamente. Al oír esto, ¿se gozaría tanto mi hijo que inmediatamente destrozaría la ventana con una piedra, quebraría los platos sobre el piso, jalaría el mantel y tiraría los platos en el piso, y haría toda clase de cosas desagradables delante de mí? ¿Puede haber tal clase de persona? Es verdad que cuando una persona llega a ser un hijo, es un hijo eternamente. Pero él no actuará desenfrenadamente solamente debido a que es un hijo. Si él actúa desenfrenadamente, dudo que tal persona sea realmente un hijo”.

Según la Biblia, no hay nada equivocado con la palabra del predicador. Sin embargo, la acción del joven es totalmente equivocada. Para determinar si una enseñanza está correcta, podemos solamente juzgarla por medio de la verdad de la Biblia; no podemos determinarla por la conducta del hombre. Como maestros de la Biblia, podemos solamente ser responsables por decirle a otros lo que la Biblia dice. No podemos ser responsables por decirle a otros lo que la Biblia debería decir. No tenemos esta autoridad. Sabemos que la Palabra de Dios dice que una vez que somos un hijo, somos un hijo eternamente. No sabemos a qué resultado nos guiará este conocimiento. El problema de hoy es que el hombre no juzga la Palabra de Dios con la Palabra de Dios. Al hombre le gusta tomar a alguien de la esquina y decir que por la clase de persona que es el hombre, ¿cómo puede alguien decir que el hombre que es “una vez salvo, es eternamente salvo”? Es verdad que algunos creyentes han fracasado y son débiles. También es verdad que algunas personas son falsas. Es verdad que hay millones de creyentes que tienen diferentes experiencias. Solamente los podemos juzgar mediante la verdad de la Biblia. No podemos juzgar la verdad de la Biblia por lo que otros han hecho. Solamente podemos probar que están equivocados mediante la verdad de la Biblia. No podemos condenar la verdad de la Biblia como equivocada por lo que ellos han hecho.

El punto de partida de un cristiano es la Palabra de Dios, no la conducta del hombre. Hoy día, usted quizás me pregunte si usted es todavía salvo, ya que mintió ayer. No puedo asegurar si usted es salvo o no basado en si su mentira fue una mentira buena o una mentira mala, una mentira brillante o una mentira oscura. Solamente puedo decirle la verdad que dice la Biblia. Si éste no es el caso, no hay necesidad del tribunal ni del gran trono blanco. Solamente podemos ver lo que la Palabra de Dios dice. Solamente podemos juzgar los hechos del hombre mediante la Palabra de Dios. Nunca podemos juzgar la Palabra de Dios mediante los hechos del hombre. La Palabra de Dios nos dice que una vez que un hombre es salvo él es salvo eternamente. No hay nada equivocado en esto. Aunque es equivocado que el hombre actúe de manera irresponsable debido a esta palabra, no obstante debemos juzgar todas las cosas por la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es nuestra constitución completa y nuestra corte más alta.


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