Impartición divina par ala economía divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6586-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-6586-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
La economía divina se lleva a cabo mediante la impartición divina de la Trinidad Divina. Dios es divino y también es triuno. Él es triuno a fin de dar los pasos necesarios para la impartición de Sí mismo en nosotros. A fin de impartirse en nosotros, Él dio tres pasos: la elección y predestinación del Padre, la obra redentora del Hijo y el sellar del Espíritu. Estos tres pasos son necesarios para que Dios efectúe Su impartición divina.
El primer paso de la impartición divina de la Trinidad Divina fue la elección y predestinación del Padre (Ef. 1:4-5). El Padre nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos. ¿Cómo podemos nosotros, seres humanos comunes, ser santos? No podemos ser hechos santos por acciones externas que hagamos. Tampoco podemos ser santos siendo lavados. Si somos lavados, seremos limpios; sin embargo, ser limpios no es lo mismo que ser santos. La única manera en que podemos ser santos es que un elemento santo sea impartido en nuestro ser. Los médicos saben que nuestro cuerpo físico necesita muchos minerales. Si nuestra sangre está baja de hierro, éste únicamente puede entrar en el torrente sanguíneo mediante el alimento que comemos y bebemos. De la misma manera, llegamos a ser santos al recibir al Dios santo con Su naturaleza santa en nuestro ser. De este modo, Su elemento santo llega a ser nuestro elemento. El Padre nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo para que nosotros, los escogidos, pudiésemos tener la naturaleza santa del Padre, y de ese modo ser santificados mediante la impartición de la naturaleza santa del Padre en nosotros Sus escogidos.
La predestinación del Padre efectuada por medio de Cristo tiene como fin que los que somos predestinados puedan poseer Su vida y así participar de la filiación mediante la impartición de la vida divina del Padre en nuestro ser (Ef. 1:5). Participar de la filiación implica el hecho de poseer la vida de Dios. La vida divina nos genera para que seamos hijos de Dios. Como hijos de Dios que somos, poseemos la vida de Dios, y por ende, participamos de la filiación divina. Dios el Padre se imparte en nuestro ser como nuestra naturaleza santa, para que seamos santos, y se imparte como nuestra vida divina, para que seamos Sus hijos a fin de que obtengamos la filiación. Por lo tanto, ser hechos santos y recibir la filiación son una cuestión de recibir la impartición divina. La manera divina en que nosotros somos hechos santos y recibimos la filiación es que Dios mismo se imparta en nuestro ser.
La economía divina, que se lleva a cabo mediante la impartición divina de la Trinidad Divina, no sólo se efectúa por medio de la elección y predestinación del Padre, sino también mediante la obra redentora del Hijo (Ef. 1:7). La redención efectuada por el Hijo no es una obra simplemente externa y objetiva. No consiste simplemente en que Cristo haya derramado Su sangre a fin de redimirnos y limpiarnos de nuestros pecados. La obra redentora del Hijo es mucho más profunda. Por medio de la obra redentora del Hijo, los redimidos son puestos en Cristo. Nosotros fuimos puestos en Cristo a fin de llegar a ser la herencia de Dios con Cristo mismo como el elemento y la esfera de la herencia divina (Ef. 1:11). Fuimos puestos en Cristo y somos hechos la herencia de Dios mediante la impartición de Cristo. Es como si Dios dijera: “Te he redimido y te he puesto en Cristo. Este Cristo llegará a ser tu propio elemento de tal modo que seas hecho Mi herencia. No tengo la menor intención de heredarte en tu ser natural, pues no eres más que un pecador. Aunque has sido redimido, apenas has sido limpiado. Lo que deseo es heredar a Mi Hijo en ti. Ahora tienes a Mi Hijo, quien es el elemento dentro de ti que te convertirá en algo precioso. Esto sí será contado como Mi herencia”. A fin de obtener tal herencia, Dios tenía que impartirse en Cristo en nuestro ser.
Efesios 1 revela la elección y predestinación del Padre, la obra redentora del Hijo y el sellar del Espíritu (v. 13b). El sellar del Espíritu puede ser comparado a un sello untado de tinta que es presionado sobre una hoja de papel. Cuanto más se aplica la tinta, más saturado e impregnado queda el papel con la tinta. Finalmente, todo el papel será sellado, saturado e impregnado con la sustancia de la tinta, la cual dejará la imagen del sello. De la misma manera, el Espíritu nos está saturando e impregnando. La última estrofa de Himnos, #215 dice:
Tu Espíritu me impregnará,
Saturando Dios cada parte...
Esta acción de sellar, impregnar y saturar ocurre continuamente en los creyentes. Mientras usted lee este capítulo, el Espíritu lo está impregnando. El Espíritu es la tinta que sella y, como tal, permanece siempre fresco; nunca se seca. El sellar del Espíritu satura a los que son sellados por medio de la impartición de la tinta hasta, o para, el día de la redención de su cuerpo (Ef. 4:30). La redención de nuestro cuerpo equivale a la transfiguración del mismo (Fil. 3:21). La obra del Espíritu de sellarnos continuará saturando e impregnando todo nuestro ser hasta que nuestro cuerpo sea transfigurado.
La impartición divina de la Trinidad Divina, la cual se efectúa mediante la elección y predestinación del Padre, la obra redentora del Hijo y el sellar del Espíritu, redunda en la iglesia (Ef. 1:22b).
La iglesia, como resultado de la impartición divina, llega a existir mediante la transmisión, la impartición, del Cristo resucitado y ascendido (Ef. 1:19-22a). El poder de Dios operó en Cristo resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a Su diestra en los lugares celestiales. Cristo fue resucitado de entre los muertos que estaban en el Hades y llevado al trono de Dios en el tercer cielo. Todo fue sometido bajo Sus pies, y fue dado por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. La palabra a en el versículo 22 implica una transmisión. Todo lo que Dios hizo operar en Cristo fue transmitido y aún está siendo transmitido a la iglesia.
Esta transmisión tiene como fin que la iglesia sea el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo, con miras a la expresión corporativa del Dios Triuno procesado (Ef. 1:23).
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.