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Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-779-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 12 Sección 5 de 8

POR MEDIO DE JESUCRISTO

Romanos 5:1 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

El versículo 2 dice: “Por medio del cual también hemos obtenido acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos por la esperanza de la gloria de Dios”.

El versículo 10 dice: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos en Su vida”.

El versículo 11 dice: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”.

Todo lo que hemos recibido, tal como la justificación, la reconciliación, el estar firmes en la gracia, la salvación, el gozo en Dios, etc., es recibido por medio de Jesucristo. Simplemente aprovechándonos del acceso que tenemos en El, heredamos todo esto.

RECIBIMOS LA GRACIA POR EL

En Romanos 5:15 dice: “Pero no es el don de gracia como fue el delito; porque si por el delito de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia de Dios y el gratuito don en gracia de un solo hombre, Jesucristo”.

El versículo 17 dice: “Pues si por el delito de uno solo, reinó la muerte por aquel uno, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo”.

Mediante Jesucristo, la gracia y el don de Dios pueden ser otorgados sobre todos los hombres. También podemos reinar en vida debido a El. El versículo 21 dice: “Para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. Recibimos la vida eterna por medio de El. No depende del buen comportamiento del hombre.

CRUCIFICADOS CON EL

En Romanos 6:6 dice: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El, para que el cuerpo del pecado sea anulado, a fin de que no sirvamos más al pecado como esclavos”.

El versículo 17 dice: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de enseñanza a la cual fuisteis entregados”.

Esta es una doctrina vital en nuestra creencia: que por fe, estamos crucificados con Cristo, y el viejo hombre está anulado. Yo no me crucifico a mí mismo. Cuando Cristo fue crucificado, fui crucificado con El. Por esto soy liberado del pecado, ya no soy esclavo de él. De esta manera puedo estimarme muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo. Esta es una gran doctrina que depende de la persona de Cristo.

LIBERADOS EN EL

En Romanos 7:24-25 dice: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte? Gracias sean dadas a Dios, por medio de Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado”.

He aquí un hombre que fue constantemente derrotado por sus propios deseos carnales. Cuando estaba al final de sus esperanzas, clamando por liberación, vio el camino de la salvación: la liberación mediante el Señor Jesucristo. El poder de la liberación también está en el Señor.

NO MAS IMPOTENTES EN EL

En Romanos 8:1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. No hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús. “Condenación” no se refiere a ninguna clase de condenación común. Según algunos manuscritos de la Biblia descubiertos recientemente en Egipto, esta palabra tiene dos significados. El primero es un término legal; el segundo es una expresión diaria común. En el contexto legal significa condenación como un veredicto. Pero en su uso ordinario significa impotente, sin poder, atado, etc. Por esta razón traduciré esta porción como: “No hay pues ahora impotencia...”. Ya no hay más debilidad ni inhabilidad.

El versículo 2 dice: “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. Aquí hay dos leyes. Originalmente, todos estábamos atados por la ley del pecado y de la muerte. Ahora la ley del Espíritu de vida nos ha librado; ya no estamos bajo el control de la ley del pecado y de la muerte. La ley del Espíritu de vida está en Cristo Jesús. ¿Ha visto usted esto? Una vez más, nuestra relación con El nos libera.

El versículo 10 dice: “Pero si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo está muerto a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia”. Debido a que Cristo está en mí, puedo vivir.


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