Información del libro

Experiencia de vida, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-632-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 19 Sección 3 de 10

C. El aspecto bueno del hombre

Usualmente cuando mencionamos la carne, pensamos que la carne es corrupta y maligna, tal como se menciona en Gálatas 5:19-21. Pero la Biblia nos muestra que la carne tiene no sólo un lado maligno, sino también un lado bueno. La carne buena desea hacer el bien, y adorar y servir a Dios. En Filipenses 3:3-6 Pablo indicó que había algunos que adoraban a Dios en la carne, y se jactaban en la carne. La carne allí indudablemente se refiere a la carne en su lado bueno, porque por ella el hombre adora a Dios y por ella el hombre se jacta.

¿Por qué hay un lado bueno del hombre, o sea, de la carne? Porque a pesar de que somos aquellos que cayeron tan bajo, todavía tenemos algo del elemento bueno, el cual fue originalmente creado por Dios. Por lo tanto, a menudo queremos hacer el bien y servir a Dios. Pero, después de todo, el hombre o la carne en su lado bueno es débil y no tiene poder, pues deseando hacer el bien o servir a Dios, no puede hacer ni lo uno ni lo otro. A los ojos de Dios, nosotros los hombres caídos, controlados por la carne, llegamos a ser completamente carne. Todo lo que se origina en nosotros, sea bueno o malo, es de la carne y no agrada a Dios. Por eso, no sólo nuestro mal genio, odio, o cualquier cosa en contra de Dios que se origina en nosotros proviene de la carne; también la gentileza, el amor y aun el servicio a Dios que se origina en nosotros son también de la carne. Todo lo que se origina en nosotros, sea bueno o malo, es de la carne. Tenemos que saber qué es la carne a ese grado; entonces habremos entendido verdaderamente el significado de la carne. Por lo tanto, en la Biblia, la carne también denota el lado bueno del hombre.

III. LA POSICION QUE TIENE LA CARNE ANTE DIOS

¿Cuál es la posición que tiene la carne delante de Dios? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia la carne? Este asunto está claramente expresado en muchos pasajes de la Biblia, sin embargo, solamente queremos señalar aquí los pasajes más importantes.

A. Dios no puede mezclarse con la carne

Exodo 30:32 dice: “Sobre la carne de hombre no será derramado [el aceite santo de la unción]”. El aceite de la santa unción tipifica al Espíritu Santo, el cual es Dios mismo. En consecuencia, la declaración de que el aceite de la santa unción no debe ser derramado sobre la carne del hombre significa que Dios no puede mezclarse o unirse con la carne.

B. Dios y la carne no pueden habitar juntos

Exodo 17:14, 16 dice: “Y Jehová dijo a Moisés ... raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo ... Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”. ¿Por qué determinó Dios exterminar a Amalec y tener guerra con él de generación en generación? Porque Amalec en la Biblia tipifica nuestra carne.

Los israelitas como descendientes de Jacob tipifican la parte regenerada y escogida que tenemos nosotros, que es el nuevo hombre en nuestro espíritu el cual pertenece a Cristo. Los amalecitas como descendientes de Esaú tipifican la parte natural caída que está en nosotros, esto es el viejo hombre en la carne, que pertenece a Adán. Esaú y Jacob eran gemelos, pero sus descendientes, los amalecitas y los israelitas eran enemigos entre sí; ellos no podían habitar juntos. Del mismo modo, aunque nuestro viejo hombre carnal está muy cerca de nuestro nuevo hombre espiritual, los dos son enemigos entre sí y no pueden habitar juntos. El hecho de que Dios tuviera guerra con Amalec nos muestra cómo Dios aborrece la carne y desea exterminarla. Si la carne no es exterminada y no tratamos con ella, nuestra vida espiritual no tendrá manera de crecer. Los dos no pueden nunca juntarse ni coexistir.

Cuando Saúl llegó a ser rey de Israel, Dios le mandó que hiriera a los amalecitas, que destruyera todo lo que ellos tenían, y que no tuviera piedad de ellos (1 S. 15). Sin embargo, Saúl perdonó a Agag, el rey de los amalecitas, y lo mejor de sus ovejas y ganado. Todo lo que era bueno no lo destruyó completamente, pero, todo lo que era vil e inservible él lo destruyó completamente. Ya que Saúl no obedeció a cabalidad el mandato de Dios, no obtuvo el favor de Dios y perdió su trono. Esto indica que si un hombre no rechaza absolutamente la carne, sino que retiene lo que es bueno y honorable a los ojos del hombre, tal hombre no puede agradar a Dios, porque entre Dios y la carne no hay acuerdo alguno.

En el libro de Ester, Mardoqueo escogió morir antes que arrodillarse delante de Amán, un agagueo, descendiente de Agar el amalecita. Debido a que Mardoqueo se mantuvo firme hasta el fin, él agradó a Dios y también trajo liberación a los judíos. Esto es una prueba adicional de que solamente cuando no damos lugar a la carne, aun a costa de la propia vida, podemos agradar a Dios y llegamos a ser vasos útiles para El. ¡Dios y la carne no pueden habitar juntos!


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