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Autoridad y la sumisión, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-7363-3690-1
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PRIMERA PARTE

LA AUTORIDAD Y LA SUMISION

CAPITULO UNO

LA IMPORTANCIA DE LA AUTORIDAD

Lectura bíblica: Ro. 13:1-17; He. 1:3; Is. 14:12-14; Mt. 6:13; 26:62-64

EL TRONO DE DIOS ESTA ESTABLECIDO
SOBRE LA AUTORIDAD

La obra de Dios se origina en Su trono; el trono de Dios está establecido sobre la autoridad. Todo fue creado por medio de la autoridad de Dios, y todas las leyes naturales mantienen su cohesión por medio de Su autoridad. Por tanto, la Biblia dice que Dios sustenta todas las cosas por Su palabra, la cual es Su autoridad (He. 1:3b). No dice el versículo que Dios sustente todas las cosas por medio de Su poder, ya que la autoridad de Dios lo representa a El mismo, mientras que Su poder representa Sus acciones. Es fácil ser perdonados del pecado que está en contra del poder de Dios, pero no es fácil ser perdonados del pecado que está en contra de la autoridad de Dios, debido a que pecar contra la autoridad de Dios es pecar contra El mismo. Dios es la única autoridad de todo el universo. Todas las demás autoridades son delegadas por El. En todo el universo nada está por encima de Su autoridad; nada puede sobrepasarla. Por esta razón, si queremos servir a Dios, debemos conocer Su autoridad.

EL ORIGEN DE SATANAS

Satanás llegó a ser quien es debido a que fue más allá de la autoridad de Dios. El quería competir con Dios y oponérsele. Así que, la causa de su caída fue la rebelión.

En Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:13-17 se habla de la transgresión y la caída de Satanás. Isaías 14 dice que Satanás violó la autoridad de Dios, mientras que Ezequiel 28 afirma que violó la santidad de Dios. Violar la autoridad de Dios es rebelión, y es un problema más serio que violar Su santidad. El pecado que se comete tiene que ver con la conducta y, por ende, puede ser perdonado con relativa facilidad. Pero la rebelión se relaciona con la violación de principios y, por esa razón, no es fácil que se perdone. Satanás trata de levantar su trono sobre el de Dios y violar Su autoridad. El principio satánico consiste en exaltarse a sí mismo. La causa de la caída de Satanás no fue el pecado, sino su rebelión contra la autoridad de Dios. Por eso, fue condenado por Dios y, posteriormente, dio origen al pecado.

Por consiguiente, si queremos servir a Dios, no podemos violar la autoridad, pues si lo hacemos estamos aplicando el principio de Satanás. Existe la posibilidad de trabajar en la obra de Dios aplicando el principio de Satanás, aunque nos mantengamos en la doctrina de Cristo y pensemos que estamos haciendo la obra del Señor. Esto es terriblemente maligno. Satanás no teme que prediquemos la Palabra de Cristo, pero sí teme que nos sometamos a la autoridad de Cristo. El servicio que rendimos a Dios no puede conformarse al principio de Satanás. Si laboramos dentro del principio de Cristo, el principio de Satanás se desvanece. Hasta el presente Satanás es un usurpador en los aires y no será arrojado de allí hasta el final de Apocalipsis. Sólo cuando seamos completamente limpios y estemos libres del principio de Satanás podremos servir a Dios.

En la oración que el Señor ofrece en Mateo 6:9-13 se halla la cláusula: “no nos metas en tentación”. La tentación alude a la obra de Satanás. También hallamos la frase: “líbranos del mal”, que se refiere al propio Satanás. Luego el Señor añade: “Porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Esta es la declaración más importante. El reino pertenece a Dios, y también la autoridad y la gloria son Suyas. Todo es de Dios. Comprender la realidad de que el reino es de Dios nos hace completamente libres de Satanás. Puesto que Dios administra todo el universo, tenemos que aprender a someternos a la autoridad de Dios. Nadie puede robar la gloria de Dios.

Satanás le mostró al Señor todos los reinos de la tierra, pero el Señor dijo que todos los reinos de los cielos son de Dios. Necesitamos saber a quién pertenece indiscutiblemente la autoridad. Cuando predicamos el evangelio, conducimos las personas a someterse a la autoridad de Dios. Si vamos a establecer la autoridad de Dios sobre la tierra, tenemos que estar sometidos a esa autoridad. Si no lo hacemos, ¿cómo hemos de derrotar a Satanás?


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