Cristo crucificado, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3691-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando Pablo escribió el libro de Filipenses ya era anciano y aún confesaba no tener el debido conocimiento de Cristo. En Filipenses 3:10 él claramente dijo que aún proseguía a fin de conocer a Cristo. El hecho de que seamos personas espirituales o no, dependerá de que continuamente busquemos a Cristo. La razón por la cual no somos espirituales es que estamos escasos de Cristo. La razón por la cual no crecemos espiritualmente y no tenemos peso espiritual es que estamos escasos del conocimiento de Cristo. No tenemos el debido entendimiento espiritual y estamos escasos de amor y santidad debido a que estamos escasos de Cristo.
A los cristianos no les hacen falta muchas cosas; antes bien, lo único que les hace falta es más de Cristo. En 1 Corintios 1:30 dice que Cristo “nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención”. Todos debemos comprender que Cristo es nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención, nuestra vida, nuestro poder, nuestra luz y nuestro todo. A los ojos de Dios todo asunto espiritual, toda realidad espiritual es sencillamente Cristo mismo.
Toda nuestra carencia y escasez espiritual se debe al hecho de que nos falta más de Cristo. Así pues, usted carece de fervor porque no tiene lo suficiente de Cristo, yo estoy falto de amor porque no tengo lo suficiente de Cristo, y a él le falta fe porque no tiene lo suficiente de Cristo. De nada sirve exhortar a las personas a que tengan más fervor, amor y fe. Lo único que podemos hacer es ministrarles Cristo; entonces espontáneamente tendrán más fervor, amor y fe. Desde el momento en que Cristo entró en nosotros, nosotros tenemos la sabiduría, la luz y el camino porque Cristo es el todo y está en todos (Col. 3:11). Separados de Él nada podemos hacer, y separados de Él todo cuanto hagamos no tendrá ningún valor a los ojos de Dios.
Si una persona que ministra a la iglesia no es Cristo, y si el pastoreo que ella brinda a los santos tampoco es Cristo mismo, entonces aunque reciba las alabanzas de los hombres, no recibirá ninguna alabanza de parte de Dios, no importa si es un diácono, un anciano o un hermano servidor. Aun cuando reciba la aprobación de los hombres, no recibirá la aprobación de Dios. Esto se debe a que todo lo que se hace fuera de Cristo no cuenta para nada a los ojos de Dios. Todo lo que hagamos contará ante Dios únicamente cuando estemos en Cristo y permitamos que Cristo pase por nosotros y fluya de nosotros. Ya sea que prediquemos el evangelio o visitemos a los santos, o que los ancianos pastoreen a los santos o los diáconos realicen su servicio, todo ello tendrá valor únicamente cuando Cristo fluya por medio de nosotros y sea expresado a través de nosotros. El valor espiritual es Cristo mismo; por lo tanto, solamente lo que es de Cristo tiene valor.
Tal vez algunos pregunten: “¿Cómo podemos permitir que Cristo pase por medio de nosotros y brote de nuestro interior?”. Si queremos permitir que Cristo pase a través de nosotros y brote de nuestro interior es indispensable que tengamos comunión con Él. Juan 15 habla acerca de permanecer en el Señor; permanecer en el Señor es tener comunión con Él. Necesitamos tener comunión con el Señor en todo lo que hagamos. Ya sea que prediquemos el evangelio o visitemos a alguien, debemos estar conectados con el Señor en nuestro interior. Cuando una lámpara eléctrica está conectada a la electricidad, brilla, pero tan pronto la desconectamos, deja de brillar. De igual forma, los cristianos no deben tener ningún problema en su comunión con el Señor. Debemos estar interiormente conectados y unidos al Señor continuamente. A cada momento y en todo asunto debemos estar atentos para ver si estamos conectados y unidos al Señor. Cuando estamos conectados y unidos al Señor, estamos en comunión con Él. Entonces cuando vayamos a predicar el evangelio, el evangelio será liberado a través de nosotros; y cuando vayamos a visitar a los santos, Cristo será liberado a través de nosotros.
Todos sabemos que si estamos conectados a la electricidad y tocamos a alguien, la electricidad fluirá de nosotros a esa persona. Conforme al mismo principio, si queremos que Cristo pase por nosotros y llegue a otros por medio nuestro, debemos ser aquellos que permanecen en comunión con Él. Nosotros mismos sabemos si estamos o no conectados y unidos a Cristo. Si no estamos conectados ni unidos al Señor, no podremos impartir a Cristo en otros. Sin embargo, si nos mantenemos en comunión y en contacto con el Señor, ya sea que seamos ancianos o diáconos, siempre que vayamos a predicar el evangelio o a visitar a las personas, tan pronto como las contactemos, Cristo saldrá de nosotros, y ellos ganarán a Cristo. Debemos entender claramente este principio fundamental.
Por consiguiente, antes de empezar a predicar el evangelio o a ministrar la palabra, una persona debe primero tener comunión con el Señor y tener contacto con Él. De este modo, cuando las personas la escuchen, percibirán que la manera en que les habla es viviente. Solamente al tener comunión con el Señor, y después dar el mensaje, que el mensaje podrá ser viviente. Al predicar la palabra, una persona no debe depender de su elocuencia, don de palabra o conocimiento, ni tampoco debe limitarse a hablarles a las personas acerca de la Biblia. Mientras predica la palabra, el predicador debe mantenerse conectado y unido al Señor. Sólo así sus palabras, su expresión, su conocimiento y su lectura de la Biblia, podrán ser un canal por el cual Cristo fluirá de su interior. Como resultado, después de que las personas escuchen el mensaje, el compartir y las palabras de la Biblia, recibirán al Cristo que se halla en ese mensaje, en ese compartir y en la Palabra.
Todos los asuntos espirituales son sencillamente Cristo mismo. Así pues, visitar a los creyentes es Cristo mismo, predicar el evangelio es Cristo mismo, y predicar la palabra es Cristo mismo. Todo asunto espiritual es sencillamente Cristo mismo. Si Cristo no es el centro ni la realidad, las meras palabras estarán vacías sin ningún contenido, visitar a las personas será una falsedad y el evangelio que prediquemos será un evangelio muerto. Por consiguiente, si queremos servir a Dios, debemos mantenernos conectados y unidos a Cristo. Únicamente cuando tengamos comunión con Cristo en nuestro interior, podremos ministrarlo a otros. Por lo tanto, ya sea que prediquemos el evangelio, visitemos a los creyentes o sirvamos como ancianos, debemos siempre estar conectados a Cristo en nuestro servicio.
Cada vez que sintamos que nos hemos desconectado de Cristo, en seguida debemos tomar las medidas necesarias. Antes de predicar el evangelio o predicar la palabra, si sentimos que no estamos conectados con Cristo, tenemos que dar solución a ello inmediatamente a fin de conectarnos de nuevo a la “electricidad”, al Espíritu. La razón por la cual nuestra predicación no es eficaz para tocar a las personas es que no estamos conectados ni unidos a Cristo. Aquel que toca a las personas es Cristo como el Espíritu. No es nuestro intelecto, nuestros pensamientos, nuestra elocuencia ni nuestro conocimiento lo que logra tocar o ministrar a las personas, sino más bien, el Cristo que se transfunde en ellas mediante nuestra predicación. Por consiguiente, debemos estar conectados a Cristo en todo momento.
A veces podemos tener la experiencia de que justo antes de empezar a compartir la palabra, nuestra comunión con el Señor se interrumpe. En ese momento, debemos acudir al Señor para resolver lo que haya que resolver, a fin de restaurar la comunión. No hay ningún problema con respecto al Cristo que mora en nosotros; sin embargo, si no permanecemos en Cristo ni tenemos comunión con Él, sino que en vez de ello hablamos por nosotros mismos en nuestra mente y en nuestra determinación, Cristo desaparecerá. Eso no significa que Cristo ya no esté en nosotros, sino más bien, que nuestra comunión con Él se ha interrumpido. Así pues, debemos aprender que cuando no nos sintamos movidos internamente a hacer algo, no debemos decir nada; pero cuando surja un sentir en nuestro interior, debemos hablar según dicho sentir. Debemos tener mucho cuidado y temor de decir algo basados en nuestra memoria, conocimiento y doctrinas; más bien, debemos hablar conforme al sentir que nos dé Cristo interiormente. De ese modo, lo que hablemos será Cristo y el Espíritu.
Debemos tener contacto con Cristo en todo lo que hagamos. Cuando sirvamos, debemos tener contacto con Cristo; cuando leamos la Biblia, debemos tener contacto con Cristo; cuando prediquemos el evangelio, debemos tener contacto con Cristo; cuando hablemos, debemos tener contacto con Cristo; y cuando oremos, debemos tener contacto con Cristo. Siempre debemos tener contacto con Cristo en nuestro interior. Para ello, debemos primero poner en práctica en nuestra vida diaria el conectarnos a Cristo; en segundo lugar, debemos hacerlo todo en unión con Cristo; y tercero, debemos siempre tomar a Cristo como la meta. Si un santo está triste, no debemos simplemente consolarlo; tenemos que darle a Cristo. Asimismo, cuando prediquemos el evangelio, no debemos sólo hacerles ver a las personas que son pecadoras, sino que también debemos mostrarles que necesitan a Cristo y que el propósito de Dios con respecto a ellas es que reciban a Cristo. Puede ser que compartamos miles de mensajes o hagamos miles de cosas, pero en todo ello nuestra única meta deberá ser Cristo. De este modo, nuestra vida diaria, nuestra obra y nuestro servicio serán espirituales y tendrán realidad espiritual.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.