Reino, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4708-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Mateo 13 revela que hay muchos misterios relacionados con el reino de los cielos. Las parábolas en este capítulo no son meras enseñanzas o relatos, sino que son misterios difíciles de comprender. Éstos son misterios del mismo modo que la vida física del hombre, el espíritu humano y el corazón psicológico son misterios. Tenemos cierto entendimiento con respecto a nuestra mente, conciencia, corazón, espíritu y vida; no obstante, siguen siendo misterios. La parábola del sembrador es asimismo un misterio. Otros misterios del reino incluyen la parábola de la cizaña, de la semilla de mostaza, de la levadura, del tesoro, de la perla y de la red. En Mateo 13 hay por lo menos siete misterios.
Para entender estos misterios es necesario que tengamos un corazón abierto y que seamos pobres en espíritu. El Señor le dijo a los discípulos que a ellos les había sido dado conocer los misterios del reino, pero que a los demás no les había sido dado a conocer debido a que sus corazones habían sido endurecidos y sus espíritus estaban llenos de otras cosas (Mt. 13:11-15). El Señor se alejó de aquellos que estaban endurecidos y ocupados con otras cosas. Tenemos que orar: “Señor, concédenos ser pobres en espíritu. Quita todo lo demás. Quita las doctrinas y el viejo conocimiento bíblico. Señor, vacíanos en nuestro espíritu y haznos pobres en espíritu. En nuestro espíritu no nos aferramos a nada”. Tienen que orar de este modo. De lo contrario, incluso después de leer todos estos capítulos, no podrán recibir nada. Qué el Señor nos guarde de tener algo viejo en nuestro espíritu. Además, necesitamos poseer un corazón que sea puro y esté abierto al Señor. Cuando seamos pobres en espíritu y tengamos un corazón abierto al Señor, de inmediato vendrá la revelación y podremos comprender los misterios del reino.
En primer lugar, el Señor Jesús se comparó con un sembrador, no con un maestro. Muchos cristianos consideran a Jesús como un gran maestro. En el relato hallado en Juan 3, Nicodemo abordó al Señor diciéndole: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro”. Pero inmediatamente el Señor le dijo que él tenía que nacer de lo alto. El Señor Jesús no vino como maestro cuyo propósito fuera enseñarnos la doctrina del reino, sino que vino a sembrar el reino en nuestro ser. La Biblia nos revela que esta simiente es el propio Señor Jesús. Él es tanto el sembrador como la semilla. Él vino como el sembrador a fin de sembrarse como la semilla de vida en nuestro ser.
En los cuatro Evangelios vemos cómo la semilla fue sembrada en tierra. En Hechos vemos cómo esta semilla produce un brote tierno. En las Epístolas vemos tanto su crecimiento gradual como su florecimiento, y en Apocalipsis tenemos la cosecha. En Apocalipsis 14 declara que la mies de la tierra está madura. Así pues, el Señor Jesús, quien es la semilla, fue sembrado en el Evangelio de Mateo. Esta semilla crece hasta producir un brote tierno en el libro de Hechos. En las Epístolas vemos el crecimiento y el florecimiento de esta semilla y, finalmente, se producirá la cosecha en el libro de Apocalipsis.
En la parábola del sembrador, la semilla es sembrada en la tierra, la cual representa a nuestro ser. Nosotros somos la tierra; de hecho, 1 Corintios 3:9 afirma que nosotros somos labranza de Dios. No todo terreno es propicio para sembrar la semilla. Un agricultor sabe esto y siempre escoge la mejor área para sembrar su semilla. Él sabe que ciertos terrenos no proveen las condiciones necesarias para el crecimiento de la semilla. Nuestro espíritu humano es el lugar apropiado para que el Señor Jesús se siembre en nuestro ser, y nuestro corazón es el lugar donde Él deberá crecer. Así pues, Él se siembra en nuestro espíritu y crece en nuestro corazón.
Las palabras con las que el Señor dio inicio a Sus enseñanzas en Mateo 5 fueron: “Bienaventurados los pobres en espíritu”. Éste fue el primer punto que trató, pero ¡muchos cristianos no han visto esto! El Señor Jesús hizo que el primer punto fuese el espíritu humano, pero la gran mayoría de los cristianos han hecho que este asunto sea el último, al punto de considerarlo insignificante. Después de esto el Señor dijo: “Bienaventurados los de corazón puro” (v. 8).
La verdad en cuanto al espíritu humano fue sembrada en Mateo 5 y desarrollada en muchos versículos a lo largo de las Epístolas. Asimismo, la verdad acerca del corazón del hombre fue sembrada en Mateo 5:8 y continúa su crecimiento en las Epístolas. El libro de Apocalipsis también contiene varios versículos acerca del espíritu humano. Por ejemplo, en Apocalipsis 1:10 Juan dijo: “Yo estaba en el espíritu en el día del Señor”. En 4:2 Juan reiteró que estaba en el espíritu. En 17:3 y 21:10 él dijo que fue llevado en espíritu. El libro de Apocalipsis contiene la cosecha que corresponde a la verdad en cuanto al espíritu humano.
Por tanto, lo primero que fue sembrado en Mateo fue la verdad en cuanto al espíritu humano, y lo segundo fue en cuanto al corazón del hombre. Estos dos asuntos fueron mencionados primero porque son precisamente los lugares para que el Señor se siembre y después se propague. Cuando el Señor Jesús entra en alguien, Él no entra a su corazón, sino que entra a su espíritu. Como ya dijimos, 1 Pedro 3:4 nos dice que el espíritu es el centro, el núcleo mismo, de nuestro corazón. Éste es el hombre interior escondido en el corazón. Nuestro corazón envuelve a nuestro espíritu. El espíritu es el lugar específico donde el Señor Jesús entra en el hombre. A partir de allí, Él busca la oportunidad de propagarse a todas las partes de nuestro corazón.
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