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Solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4289-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 10 Sección 4 de 4

LA IGLESIA ES EL CUERPO,
Y EL CUERPO ES LA PLENITUD

¿Qué es el Cuerpo? El Cuerpo es la plenitud de Cristo. Conforme a la doctrina, la iglesia es el Cuerpo, pero en realidad todavía tenemos que preguntarnos cuánto del elemento del Cuerpo hay en ella. Hermanos y hermanas, no debemos criticar a otros; es preciso que sepamos cuál es nuestra propia condición. Hoy todos tenemos que confesar a la luz del Señor que es posible que incluso nosotros mismos vivamos conforme al Espíritu apenas en un treinta por ciento, y que el setenta por ciento restante vivamos por nosotros mismos. ¿Se han percatado ustedes de esto? Esto es lo que el Señor necesita hoy en día. Él no necesita simplemente una iglesia en cada localidad; lo que Él necesita es el Cuerpo. Mientras no vivamos a Cristo, mientras no vivamos conforme al Espíritu, no podremos ser el Cuerpo. Aunque sigamos siendo la iglesia en nombre, mas no seremos el Cuerpo en realidad. ¿Por qué? Porque el Cuerpo es la plenitud de Cristo.

No olvidemos la palabra es en Efesios 1:23: “[La iglesia] es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Esto significa que la iglesia es el Cuerpo, y que el Cuerpo es la plenitud. Estos dos niveles a los que alude la palabra es vienen uno después del otro y no son independientes, es decir, no es que por un lado la iglesia sea el Cuerpo y que, por otro, la iglesia sea la plenitud. Más bien, quiere decir que la iglesia es el Cuerpo, y que el Cuerpo es la plenitud. Doctrinalmente, la plenitud es equivalente al Cuerpo, y el Cuerpo es equivalente a la iglesia. Pero según la realidad, una persona puede estar en la iglesia y aun así no vivir en el Cuerpo. Todos los hermanos y hermanas que se reúnen en Hong Kong son la iglesia, pero ¿quién de ellos vive en el Cuerpo? Ésta es una pregunta crucial que debemos hacernos. Hablando con propiedad, aquello que cumple el propósito eterno de Dios no es la iglesia en nombre, sino el Cuerpo. El Cuerpo es la plenitud de Cristo. Les digo una vez más que si ustedes consideran todas las cosas desde esta perspectiva y las juzgan según esta norma, verán que en la tierra, en las iglesias, hoy en día todavía no hay mucho del elemento del Cuerpo de Cristo.

LA NECESIDAD DE ALCANZAR LA MEDIDA DE LA ESTATURA DE LA PLENITUD DE CRISTO

Efesios 4:13 va más allá de esto; pues no sólo nos habla de la plenitud de Cristo, sino también de la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. La frase la medida de la estatura conlleva dos nociones: una es la estatura y la otra es la medida de esa estatura. Por ejemplo, si miramos al hermano Chang, podemos ver que es alto y grande en estatura. Ciertamente su estatura tiene una medida. Cuando éstas dos se combinan, tenemos “la medida de la estatura”. La plenitud de Cristo tiene una estatura, y esta estatura tiene una medida. En palabras sencillas, se llama “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Si el hermano Chang se pone de pie aquí delante de nosotros, podremos ver su cuerpo. Todos hemos aprendido que este cuerpo es la plenitud del hermano Chang. Más aún, la plenitud tiene una estatura, y esta estatura tiene una medida. Por ejemplo, digamos que él mide seis pies y dos pulgadas de alto y más de dos pies de ancho; esta medida es la medida de su estatura. A esto se le llama “la medida de la estatura de la plenitud”.

Sin embargo, supongamos que el hermano Chang aún no ha llegado a la medida de la estatura de su plenitud y que sólo mide cuatro pies con cinco pulgadas de alto y catorce pulgadas de hombro a hombro. En ese caso ustedes verían que tiene carencias. Al leer Efesios 4:13, vemos que la iglesia como el Cuerpo de Cristo no llega a su plenitud en un abrir y cerrar de ojos, sino que crece continuamente. No se olviden que 4:13 primero dice: “Hasta que todos lleguemos [...] a un hombre de plena madurez”. Un hombre de plena madurez es un hombre cuya estatura ha alcanzado su plenitud. Ahora el hermano Chang es un hombre que ha alcanzado su plena madurez, un hombre que ha alcanzado la medida de la estatura de su plenitud, pues mide seis pies y dos pulgadas de alto y más de dos pies de ancho. Sin embargo, ¿la iglesia en Taipéi ha llegado ya a la etapa de un hombre de plena madurez? No, todavía no. ¿La iglesia en Taipéi ya ha alcanzado la medida de la estatura de la plenitud de Cristo? No, todavía no. Supongamos que la medida de la estatura de la plenitud de Cristo es dieciocho pies de alto, pero la iglesia en Taipéi sólo mide nueve pies de alto. Eso significa que aún le falta la otra mitad de su crecimiento.

Por favor, recuerden que mientras nos encontremos lejos de la medida de la estatura de la plenitud Cristo, más opiniones todos tendrán. Estar lejos de la medida de la estatura de la plenitud de Cristo muestra que los creyentes están más en su hombre natural. Cuando los creyentes están en su hombre natural, están llenos de opiniones. Actualmente la iglesia en Taipéi mide “nueve pies”, pero si en los próximos meses llega a los diez pies, eso significa que el aspecto de lo natural habrá decrecido un pie. Cuando el aspecto de lo natural se reduce un pie, entonces el aspecto espiritual crece un pie. Si un año más tarde alcanza los doce pies, y en el año siguiente llega a los trece pies, eso significa que el aspecto espiritual ha continuado creciendo, mientras que el aspecto de lo natural continúa decreciendo.

En cualquier caso, llegar a la medida de la estatura de la plenitud no es algo que se logra en un instante, pues se requiere el crecimiento. ¡Tenemos que crecer! Primero este versículo dice que es necesario que “todos lleguemos [...] a un hombre de plena madurez”, luego el versículo 14 dice que esto es “para que ya no seamos niños”, y el versículo 15 dice: “Sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo”. Llegar a la medida de la estatura es algo que requiere crecimiento.

Todos sabemos que la medida de la estatura de un niño requiere crecimiento. Tengo un nieto pequeño que nació en enero de este año. Cuando la hermana Lee y yo lo fuimos a visitar, era tan pequeño que daba lástima. Pero cuando volvimos a verlo en octubre, en esos meses había crecido a tal punto que ya no era un bebé, sino un niño travieso que podía saludarnos y hacer toda clase de gestos. Ese niño creció mucho en sólo unos cuantos meses. Podemos describir nuestro problema con el siguiente ejemplo: algunas iglesias tenían cierta estatura cuando las visité hace diez años. Luego, hace ocho años, las volví a visitar y se habían encogido un poco; luego, en otra visita que les hice hace tres años, habían crecido como media pulgada, pero en la visita que les hice el año pasado se habían encogido nuevamente dos pulgadas y media. ¿Por qué se encogen cada vez más? ¿No nos causa desaliento ver esto? Si el próximo año fuera a ver a mi nieto y descubriera que está más pequeño de lo que está ahora, me sentiría desilusionado y enojado. No me atrevería a desecharlo, pero ciertamente no me sentiría contento. Sin embargo, si voy a verlo el próximo año y me doy cuenta de que ha crecido al menos cinco pulgadas más, yo, como su abuelo, me sentiré muy contento y querré seguir visitándolo.

Por lo tanto, no debemos pensar que sólo tenemos Efesios 1:23, que dice: “[La iglesia] es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Debemos proseguir hasta llegar a 4:13, que dice: “Hasta que todos lleguemos [...] a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Debemos crecer. ¿Y cómo crecemos? Crecemos al despojarnos del viejo hombre y al vestirnos del nuevo. En otras palabras, crecemos al desechar nuestro hombre natural. En lugar de vivir conforme a nuestro hombre natural, vivimos en virtud de Cristo y en el espíritu. Es así como crecemos. Cada día nos despojamos de nuestro ser natural y vivimos en el espíritu. No hay cabida para ninguna persona natural, sino únicamente para Cristo. Todos seremos uno en Cristo. Lo que el Señor desea hoy no es solamente iglesias que están sobre el terreno de la localidad —una localidad, una iglesia—, sino también el Cuerpo como Su plenitud. Lo que el Señor desea obtener hoy es el Cuerpo, la plenitud.


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