Llevar fruto que permanece, tomo 2por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6315-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-6315-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
En el nuevo mover del Señor hoy, las reuniones de hogar son cruciales. Nuestra experiencia práctica nos permite afirmar que ganar a los nuevos creyentes al salir a tocar a las puertas no es difícil. Sin embargo, cuidar de las reuniones de hogar no es tan fácil. Ésta es la pesada carga que está en nosotros.
La principal función de las reuniones de hogar es retener y hacer estables a los nuevos creyentes. Sin embargo, no es suficiente simplemente retener y hacer estables a los nuevos creyentes. En primer lugar, debemos llevarlos a que tengan comunión con el Señor. En segundo lugar, debemos introducirlos en el Cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Esto es algo que el cristianismo ha pasado por alto por miles de años. Hoy en día, hay muchos cristianos celosos que sirven fervientemente al Señor y están dispuestos a pagar cualquier precio. Sin embargo, al parecer no saben qué significa tener comunión con el Señor. Tal vez sepan un poco sobre cómo acercarse al Señor y orar al Señor, pero no saben que Aquel que mora en ellos es el Dios Triuno. No saben que este Dios Triuno pasó por un proceso y ahora mora en ellos como su vida. Esta vida no es algo aparte de Dios, como si Dios fuera Dios y la vida de Dios fuera algo diferente. Tampoco significa que la vida de Dios simplemente está relacionada con Dios. No, la Biblia afirma que la vida de Dios es sencillamente Dios mismo.
En el Nuevo Testamento encontramos frases en griego tales como la vida de Dios, el amor de Dios y el poder de Dios. Estas frases indican que ambos elementos son uno solo. La vida de Dios significa que Dios es vida, el amor de Dios significa que Dios es amor, y el poder de Dios significa que Dios es poder. Podemos encontrar en la Biblia muchos ejemplos de frases como éstas. En 1 Juan 4:8 se nos dice que Dios es amor, y diciendo esto de otro modo el versículo 9 dice: “Se manifestó entre nosotros el amor de Dios”. Estas dos oraciones se refieren a lo mismo: que el amor de Dios es Dios mismo. De la misma manera, la vida de Dios es Dios mismo. Sin embargo, esto no significa que Dios estaba dispuesto a ser nuestra vida y que Él vino de una manera sencilla para ser nuestra vida. No, en lugar de ello, Él tuvo que pasar por muchos procesos. Aunque Él es Dios y es vida, si no hubiera pasado por tantos procesos, no podría ser nuestra vida ni tampoco podría morar en nosotros. Por lo tanto, Él tenía que pasar por muchos procesos para poder entrar en nosotros y ser nuestra vida.
En 1 Corintios 15:45 se nos dice que el Señor llegó a ser “Espíritu vivificante” para impartir la vida en nosotros. Es muy fácil para nosotros entender que en este versículo se afirma que Dios simplemente nos ha dado un don. Cuando alguien nos da un don, el don es el don y nosotros somos nosotros; es decir, el don y nosotros somos dos cosas separadas. Éste es un entendimiento equivocado de la impartición. Cuando Dios nos imparte Su vida, Él se imparte a Sí mismo en nosotros. Él no está separado de nosotros. Además, a fin de impartirse en nosotros y entrar en nosotros para ser nuestra vida, Dios tuvo que pasar por diferentes procesos.
En primer lugar, Él tenía que hacerse hombre. Él era Dios en lo alto en la eternidad, pero para entrar en el hombre, tenía que hacerse hombre. ¿Cómo pudo llegar a ser hombre? Al vestirse de un cuerpo físico, es decir, al hacerse carne. Hay una diferencia entre el cuerpo y la carne. El cuerpo es lo que Dios creó. El cuerpo no tenía pecado, es decir, no había sido contaminado, hecho impuro por el pecado o corrompido. No obstante, después que el hombre cayó, él fue contaminado y corrompido por el pecado interiormente, lo cual hizo que el cuerpo creado por Dios se convirtiera en carne; tanto es así que la Biblia llama al hombre “carne”.
Génesis 6 habla de la corrupción del hombre. En cuanto al hombre, el versículo 3 dice: “Ciertamente él es carne”. Esto comprueba que el hombre que Dios creó en el principio era un hombre con un cuerpo, no con carne. Fue en los tiempos de Noé que el hombre se convirtió en carne. No sólo su cuerpo llegó a ser carne, sino también todo su ser. Es por ello que Romanos 3:20 dice que por las obras de la ley ninguna carne —es decir, ningún hombre de sangre y carne— será justificada delante de Él. La palabra griega usada aquí para referirse al hombre de sangre y carne es carne. Ninguna carne será justificada delante de Dios mediante las obras de la ley. La palabra carne no se refiere al hombre que Dios creó, sino al hombre en su condición caída y corrupta.
Para el tiempo en que Dios se encarnó, hace dos mil años, el hombre ya no se hallaba en la condición original en la cual Dios lo creó. El hombre se había corrompido y se había convertido en carne. Por lo tanto, puesto que Dios se hizo carne, ¿significa eso que Él se hizo un hombre corrompido? Romanos 8:3 dice: “Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne”. Cuando el Hijo de Dios vino en la carne, Él no vino simplemente en semejanza de carne, sino en semejanza de carne de pecado. Sin duda alguna, Cristo se hizo carne. No obstante, Él sólo tenía la semejanza de carne de pecado, mas no la realidad del pecado; es decir, Él tenía el cascarón, la forma externa, mas no la sustancia interna del pecado en Su interior.
En el Antiguo Testamento la serpiente de bronce es un tipo de Cristo en la carne. Cuando la serpiente de bronce fue levantada sobre el asta, los hijos de Israel que miraban la serpiente de bronce vivían. En el Nuevo Testamento el Señor Jesús dijo que así como Moisés levantó la serpiente en el desierto y todos los que la miraron vivieron, “así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, tenga vida eterna” (Jn. 3:14-15). Estas palabras fueron dichas por el Señor mismo y demuestran que la serpiente de bronce, la cual levantó Moisés, tipificaba al Señor. En el cristianismo a menudo escuchamos: “¡He aquí, el Cordero de Dios!”. Muchos predican únicamente que Cristo es el Cordero de Dios. Pero nunca escuchamos: “¡He aquí, la serpiente de bronce!”. A los Hermanos les gustaba interpretar la tipología, pero ellos también principalmente predicaban que Cristo es el Cordero de Dios. Esto se debe a que afirmar que Cristo es la serpiente de bronce suena peligroso e irrita nuestros oídos. Algunas personas incluso podrían pensar que esto es una herejía. Pero, de hecho, la Biblia dice claramente: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”. La palabra como denota que el Hijo del Hombre era según la forma e imagen de la serpiente. Sin embargo, Él únicamente tenía la semejanza de la serpiente, mas no el veneno de la serpiente, el cual es el pecado mismo que está en la serpiente.
El primer proceso por el cual Dios pasó a fin de poder entrar en nosotros y ser nuestra vida fue el proceso de encarnación. Cuando Dios se hizo hombre, el hombre ya se había corrompido y no era puro ni completo; el hombre se había convertido en carne. Por consiguiente, cuando el Señor estuvo en la tierra, no tenía la semejanza de un hombre puro, completo, incontaminado e incorrupto; en vez de ello, tenía la forma de un hombre que había caído y se había convertido en carne. Sin embargo, Él sólo tenía la forma, la semejanza externa de la carne, mas no el pecado interno. La Biblia explícitamente dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado” (2 Co. 5:21). Estas palabras nos llevan a reflexionar. Dios no solamente se hizo carne, sino que además hizo que Cristo fuera hecho pecado. Juan 1:14 dice: “La Palabra se hizo carne”, y 2 Corintios 5:21 dice: “Por nosotros lo hizo pecado”. Estos versículos usan la expresión se hizo y lo hizo. Aquel que se hizo carne también fue hecho pecado. Sin embargo, Él no conoció el pecado ni comprendió lo que era el pecado de modo subjetivo. Esto significa que no tenía pecado en absoluto. Él de ninguna manera estaba relacionado con el pecado; con todo, fue hecho pecado. Esto es un misterio en el universo y también es el primer proceso por el cual Dios pasó.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.