Conocimiento de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-917-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ezequiel 36:26 dice que cuando Dios nos limpia, nos salva o nos regenera, nos da un corazón nuevo. Así que, conforme a la enseñanza de la Biblia, la regeneración también nos da un corazón nuevo.
¿Qué es un corazón nuevo? Un corazón nuevo indica que el corazón viejo se ha hecho nuevo; el corazón nuevo resulta de la renovación de nuestro corazón viejo. El hecho de que Dios nos dé un corazón nuevo significa que renueva nuestro corazón viejo. En Ezequiel 36:26 después de decir que Dios nos da un corazón nuevo, dice que nos quita el corazón de piedra y nos da un corazón de carne. En este versículo queda claro que Dios nos da un corazón nuevo al renovar nuestro viejo corazón.
Originalmente nuestro corazón se oponía a Dios, no deseaba a Dios, le era tan duro como piedra; así que vino a ser un “corazón de piedra”. Cuando el Espíritu Santo nos regenera, El hace que nuestro corazón se arrepienta del pecado y se ablande con respecto a Dios. Por eso, después de la regeneración, nuestro corazón de piedra se convierte en un “corazón de carne”. Ese corazón duro de piedra es el corazón viejo que teníamos; este corazón suave de carne es el corazón nuevo que Dios nos da. Esto significa que cuando somos regenerados, Dios renueva nuestro corazón viejo y lo suaviza.
Nuestro corazón es el órgano que contiene nuestras inclinaciones y afectos con respecto a las cosas; nos representa en cuanto a nuestra inclinación, afecto, deleite y deseo para las cosas. Todas nuestras inclinaciones, afectos, placeres y deseos son funciones de nuestro corazón. Antes de que fuéramos regenerados, nuestro corazón se inclinaba hacia el pecado, amaba al mundo y deseaba lo que correspondía a las pasiones; sin embargo, para con Dios era frío y duro, sin inclinación ni afecto; con respecto a las cosas de Dios y las cosas espirituales, no sentía placer ni tenía deseo alguno. Así que, cuando Dios nos regenera, renueva nuestro corazón y lo convierte en un corazón nuevo que tiene una nueva inclinación, un nuevo afecto, un nuevo deleite y un nuevo deseo. De esta manera, cuando somos regenerados y salvos, nuestro corazón se inclina hacia Dios, ama a Dios y desea a Dios; con respecto a las cosas de Dios, las cosas espirituales y las cosas celestiales, también siente deleite y las desea. Cada vez que se mencionan tales cosas, nuestro corazón está gozoso, responde y anhela.
Hermanos y hermanas, ¿han visto esto? La razón por la cual Dios renueva nuestro corazón y nos da un corazón nuevo en el momento de nuestra regeneración es que El quiere que nos inclinemos hacia El, que lo adoremos, lo deseemos y lo amemos. Antes, no lo amábamos ni podíamos amarlo, porque nuestro corazón era viejo y duro. Ahora El ha renovado y ablandado nuestro corazón y le ha dado otra inclinación; así que, tenemos la capacidad y también el deseo de amarlo. Ya que nuestro corazón, al ser renovado, ha llegado a ser nuevo, ahora tiene una nueva función: puede inclinarse hacia Dios y amar a Dios y las cosas de Dios.
La regeneración nos da un corazón nuevo; por eso nos proporciona una nueva inclinación y amor, un nuevo deseo y anhelo. Esta nueva inclinación, amor, deseo y anhelo son para con Dios y las cosas de Dios. Esta es la función del nuevo corazón; también es el propósito de Dios al darnos un corazón nuevo.
Después de decir que Dios nos da un corazón nuevo, Ezequiel 36:26 dice que Dios también pone en nosotros un espíritu nuevo. De esta manera, la regeneración no sólo nos proporciona un corazón nuevo; también un espíritu nuevo.
¿Qué es un espíritu nuevo? Un espíritu nuevo indica que nuestro espíritu viejo y muerto ha sido renovado y vivificado. Así como el corazón nuevo es el corazón viejo hecho nuevo, así también el espíritu nuevo es el espíritu viejo hecho nuevo. El corazón viejo, al ser renovado, es ablandado; mientras que el espíritu viejo, al ser renovado, es vivificado. Esto se debe a que el problema de nuestro corazón viejo es su dureza, mientras que el problema de nuestro espíritu viejo es su condición muerta. Por lo tanto, cuando Dios nos regenera, así como renueva nuestro corazón viejo ablandándolo hasta hacerlo nuevo, así renueva nuestro espíritu viejo y muerto vivificándolo hasta hacerlo nuevo.
El espíritu humano creado era originalmente el órgano que servía para que el hombre tuviera contacto con Dios. El hombre tenía comunión con Dios y se comunicaba con Dios por y mediante su espíritu. Más tarde, debido a la caída del hombre, su espíritu fue dañado por la contaminación del pecado. De esta manera, el espíritu humano perdió su función con respecto a Dios y vino a ser un espíritu muerto. Era viejo porque estaba muerto. Cuando somos regenerados, por la sangre del Señor Jesús que nos limpia de la contaminación sufrida por nuestro espíritu, el Espíritu de Dios pone la vida de Dios, la cual es el elemento de Dios, dentro de nuestro espíritu y lo vivifica (véase Col. 2:13). De esta manera nuestro espíritu viejo y muerto es renovado y llega a ser un espíritu nuevo y vivo.
Anteriormente nuestro espíritu era una vieja creación; no había en él nada del elemento de Dios. Más tarde, no sólo carecía del elemento de Dios, sino que también fue contaminado por el pecado; así se hizo viejo. Existen dos razones por las cuales algo pertenece a la vieja creación: una es que durante la creación no recibió el elemento de Dios; la otra es que ha sido contaminado y corrompido por el pecado y por Satanás. Por estas dos razones también nuestro espíritu se ha envejecido. Por lo tanto, cuando Dios nos regenera, trabaja desde dos lados para renovar nuestro espíritu viejo y hacerlo un espíritu nuevo. Por un lado, usa la sangre del Señor Jesús para lavarnos de la contaminación de nuestro espíritu, a fin de que nuestro espíritu quede limpio. Por otro, El usa Su Espíritu para poner Su vida en nuestro espíritu de modo que nuestro espíritu tenga Su elemento. De esta manera, renueva nuestro espíritu viejo y lo convierte en un espíritu nuevo. El hecho de que El renueve nuestro espíritu viejo y lo haga un espíritu nuevo significa que El pone un espíritu nuevo en nosotros.
Ya que en el momento de nuestra regeneración Dios nos dio un corazón nuevo, ¿por qué prosigue y pone un espíritu nuevo en nosotros? Porque el corazón sólo puede desear a Dios y amarlo; no puede tener contacto con Dios, no puede tocarlo. Por lo tanto, no es suficiente que Dios nos dé solamente un corazón nuevo; también debe poner un espíritu nuevo en nosotros. Si Dios sólo nos da un corazón nuevo, sólo puede incitarnos a desearle y amarlo; no puede capacitarnos para tener contacto con El. Por consiguiente, El tiene que poner un espíritu nuevo en nosotros para que tengamos contacto y comunión con El.
Ya hemos mencionado que el corazón es el órgano de nuestra inclinación y amor. Por lo tanto, la función del corazón con respecto a Dios consiste en inclinarse hacia El y amarlo. La Biblia dice que el corazón jadea tras Dios, el corazón tiene sed de Dios (Sal. 42:1-2, heb.). El corazón puede suspirar por Dios y tener sed de Dios, pero no puede tener contacto con Dios, no puede tocarlo. El corazón sólo tiene la función de amar a Dios y tener sed de El; no tiene la capacidad de tener contacto con El o tocarlo. Lo que puede tener contacto con Dios no es el corazón, sino el espíritu. El corazón sólo sirve para amar a Dios, pero el espíritu sirve para que nos pongamos en contacto con Dios y tengamos comunión con El.
Por ejemplo, supongamos que tengo una buena pluma. A mi corazón le gusta mucho; pero mi corazón no puede tocarla ni poseerla, porque mi corazón no tiene esta capacidad. Tal capacidad pertenece a mi mano. La mano ejemplifica el espíritu. Aunque nuestro corazón ama a Dios y tiene una profunda sed de El, no puede tener contacto ni comunión con El. Sólo nuestro espíritu puede hacer esto. Por tanto, cuando somos regenerados, Dios no sólo nos da un corazón nuevo, sino que también pone en nosotros un espíritu nuevo.
Con un corazón nuevo, podemos desear a Dios y amarlo, y con un espíritu nuevo podemos tener contacto con Dios y tocarlo. Nuestro corazón nuevo nos capacita para tener un nuevo deleite y nuevas inclinaciones, nuevos sentimientos y un nuevo interés en Dios y en las cosas de Dios. Nuestro espíritu nuevo nos permite tener un nuevo contacto y nueva comprensión, una nueva habilidad y función espiritual hacia Dios y hacia las cosas de Dios. Anteriormente, no amábamos a Dios ni nos gustaban las cosas de Dios; además, no podíamos tener contacto con Dios ni entender las cosas espirituales de Dios. Pero ahora tenemos un corazón nuevo y un espíritu nuevo; por lo tanto, no sólo podemos amar a Dios y las cosas de Dios, sino que también podemos tener contacto con Dios y conocer a Dios y las cosas de Dios. Anteriormente, no sentíamos nada con respecto a Dios ni nos interesaba; éramos débiles sin ninguna capacidad con respecto a Dios y las cosas de Dios. Pero ahora, con un corazón nuevo y un espíritu nuevo, no sólo tenemos sentimientos e interés con respecto a Dios y las cosas de Dios, sino que también podemos en gran manera tener contacto con ellas y comprenderlas. Por tanto, cuando nuestro corazón ama al Señor, nuestro espíritu lo toca; cuando nuestro corazón se deleita en las cosas de Dios, nuestro espíritu las comprende. Esta es la intención de Dios al darnos un espíritu nuevo además de un corazón nuevo.
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