Información del libro

Carne y el espíritu, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-793-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 5 Sección 1 de 3

CAPITULO TRES

TRES ASPECTOS PRINCIPALES DE CRISTO
EN ROMANOS OCHO

Lectura Bíblica: Ro. 8:3, 9-10, 34; Jn. 1:14; 14:16-17; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17; He. 2:14; Ef. 2:15, 22

CRISTO CONDENA EL PECADO EN LA CARNE

Romanos 8:3 dice: “Porque lo que la ley no pudo hacer, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne”. Este versículo nos muestra que Cristo murió en la cruz para condenar al pecado. No debemos pensar que es suficiente ser redimidos del pecado. El pecado también tiene que ser muerto.

El pecado está personificado. Tiene cierto elemento viviente en sí. El pecado es la personificación de Satanás. La corporificación de Dios es Cristo. Satanás imitó a Dios al corporificarse; en la Biblia la corporificación de Satanás se llama el pecado. En Romanos 7 el pecado es una persona. El pecado, la corporificación de Satanás, habita dentro de nosotros, nos mata, nos derrota y nos domina. En Romanos 8 Cristo vino en semejanza de carne de pecado con el propósito de condenar el pecado. El pecado es un ladrón. Indudablemente Dios tiene que condenar a este ladrón. El pecado es una persona viviente, el maligno mismo.

Satanás entró en la carne del hombre. El fue muy hábil, pero Dios es sabio. Es posible que Dios haya dicho: “Satanás, tú entraste en el cuerpo que yo creé para el hombre, y tomaste posesión de él, has estado disfrutándolo como tu habitación, pero ahora se ha convertido en tu trampa”. Podemos usar una trampa para ratones como ejemplo. El ratón piensa que ha sido muy astuto al morder la carnada, pero en realidad él está atrapado y no tiene salida. Nuestra carne fue usada por Dios como una trampa para Satanás. Satanás es como un ratón que corre libremente en este universo. Sin embargo, un día, él fue atrapado en la carne.

Después de que Satanás fue atrapado en la carne, el Hijo de Dios se hizo carne. Nosotros diríamos que la Palabra se hizo hombre y que Dios fue manifestado en un hombre, pero la Biblia no dice eso. Juan 1:14 dice que el Verbo se hizo carne, y en 1 Timoteo 3:16 dice que Dios se manifestó en la carne. Satanás tomó la carne como morada, pero el Señor vino y llevó esta habitación, la carne, a la cruz. Dios condenó el pecado personificado haciéndose carne y llevando la carne a la cruz.

Por la muerte en la cruz, Dios destruyó al diablo (He. 2:14). Satanás instigó a los judíos y a los soldados romanos a clavar a Cristo en la cruz, pero cuando hizo eso, ayudó a clavar en la cruz su propia morada, la carne. El no se daba cuenta de que haciendo esto, ayudaba al Señor a matarlo a él. Satanás estaba en la carne, y Cristo crucificó la carne en la cruz para destruir al diablo.

Aunque la Biblia dice que Cristo se hizo carne, debemos comprender que según la Biblia, El solamente tenía la semejanza de la carne de pecado (Ro. 8:3); no tenía el pecado de la carne (2 Co. 5:21; He. 4:15). Juan 3:14 nos dice que Cristo fue levantado en la cruz como una serpiente; no como una serpiente venenosa sino como una serpiente de bronce. La serpiente de bronce tenía la misma forma que la serpiente venenosa, pero no tenía el veneno. Cristo tenía la semejanza de la carne de pecado. La Biblia nos dice que cuando El fue crucificado, nosotros también fuimos crucificados con El (Gá. 2:20a). También debemos darnos cuenta de que aun Satanás fue clavado con El en la cruz. Cuando Cristo estaba colgado en la cruz, a los ojos de Dios, El no tenía solamente la forma de hombre, sino también la forma de serpiente. La serpiente y el hombre se hicieron uno, por consiguiente, tener forma de hombre es tener forma de serpiente.

Tenemos que darnos cuenta de que todos nosotros somos pequeñas serpientes. Muchas veces los esposos y esposas parecen serpientes en su trato mutuo. El Señor reprendió a los fariseos llamándolos serpientes y cría de víboras (Mt. 23:33). El Señor Jesús no solamente tomó nuestro lugar en la cruz para redimirnos, sino que también murió allí por nosotros. Cuando El murió con nosotros, también Satanás murió allí. El Señor murió en la cruz con la naturaleza humana, y de esta manera destruyó al diablo. Todos tenemos que alabar a Dios por Su soberana sabiduría. Satanás pensó que había ganado por haber entrado en la carne hombre, pero no sabía que había entrado en una trampa. Un día el Hijo de Dios vino para tomar la forma de esa trampa y la llevó a la cruz.

No hay palabras humanas adecuadas para explicar completamente esto, pues es demasiado grande y misterioso. La Biblia habla de esto en Romanos 8:3, Juan 3:14 y Hebreos 2:14. En la carne Cristo destruyó la carne. En la carne El juzgó al pecado. En la carne Cristo puso fin a Satanás. En el aspecto judicial, en la administración gubernamental de Dios, la carne en la cual moraban el pecado, la muerte y Satanás, ha sido completamente aplastada.

Usted podría preguntarse por qué esta carne continúa con nosotros si ya fue eliminada y aplastada. Porque todavía es útil para Dios. Judicialmente se le ha puesto fin, pero en la práctica sigue siendo necesaria. Dios no la necesita, pero usted sí, pues ella lo obliga a usted a volverse a su espíritu. Judicialmente Dios está sentado en el trono, y la problemática carne de Su pueblo elegido ha sido eliminada judicialmente. En el gobierno de Dios no existe tal cosa, pero en la práctica, todos Sus hijos, mientras estén en la tierra, necesitan esta carne problemática para ser ayudados a volverse a Cristo.

Ninguna carne es buena. De la misma manera que no hay estiércol bueno y estiércol malo, no hay carne buena y carne mala. La carne es solamente carne. Cuando la carne nos molesta y nos obliga a volvernos a nuestro espíritu, Dios se alegra con nosotros. Quizá usted haya pensado que después de creer en Cristo, todo va a ser maravilloso. Pero después de cierto tiempo, es posible que se haya vuelto la persona más desventurada; quizá hasta desee nunca haberse hecho cristiano. Es probable que aun desee abandonar a Cristo. Gracias al Señor, que una vez que el Señor nos halla, el encuentro es eterno. En un sentido, ser cristiano es agradable, pero en otro sentido, no vamos a estar muy felices. ¿Qué haremos? Si estamos felices o no, de todos modos perseveramos.

En las reuniones estamos realmente contentos, pero ¿estamos felices cuando regresamos a la casa a nuestro diario vivir? Estar en una conferencia es como estar en la cima de una montaña con el Señor Jesús, pero regresar a la casa es regresar al valle. Cuando venimos a las reuniones, subimos, pero cuando regresamos a la casa después de la reunión bajamos. ¿Qué podemos hacer? No debemos desilusionarnos. Necesitamos la realidad apropiada de la vida cristiana. No debemos ilusionarnos pensando que todo es maravilloso en la vida cristiana. Mi carga es despertarlos de ese sueño. No sueñen más. Tenemos que comprender que mientras estamos en esta tierra, necesitamos la ayuda de la carne para ser forzados a volvernos a Cristo en nuestro espíritu.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top