Información del libro

Estudio-vida de Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo y Malaquíaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6252-8
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ESTUDIO-VIDA DE LOS PROFETAS MENORES

MENSAJE NUEVE

OSEAS

(8)

TRES ASUNTOS QUE SE HALLAN IMPLÍCITOS
CON RESPECTO A CRISTO

Lectura bíblica: Os. 11:1-4

Oseas es un libro muy rico. Muchas de las riquezas halladas en este libro no son declaradas de manera directa, sino que, más bien, se hallan implícitas en los escritos poéticos de Oseas. Por tanto, debemos estudiar lo que se halla implícito en la redacción poética de este libro. No es fácil llegar a conocer el significado de estas cosas que se hallan implícitas. En este mensaje siento la carga de hablar brevemente sobre tres asuntos que se hallan implícitos con respecto a Cristo en 11:1-4. En estos versículos los tres asuntos que se hallan implícitos con respecto a Cristo son: el llamamiento que Dios hace a Su hijo a salir de Egipto, el hecho de que Dios atrae a Israel con cuerdas de hombre y el hecho de que tiernamente hace que coman.

CRISTO, EL HIJO DE DIOS, ES LLAMADO
POR DIOS A SALIR DE EGIPTO

Oseas 11:1 dice: “Cuando Israel era muchacho, Yo lo amé, / y de Egipto llamé a Mi hijo”. En este versículo está implícito Cristo en Su unión con Israel como el Hijo de Dios y como Aquel que fue llamado por Dios a salir de Egipto. El cumplimiento de esta profecía con respecto a Cristo está en Mateo 2:15, donde se relata que Dios llamó a Cristo a salir de Egipto. Por tanto, en Oseas 11:1 está implícito Cristo como Hijo de Dios.

De manera adicional, lo que está implícito en este versículo es que con Cristo nosotros, los que creemos en Cristo, también somos hijos de Dios (He. 2:10). En Cristo somos hijos de Dios. Aparte de Cristo no podemos ser hijos de Dios. Nuestra filiación (Ef. 1:5) es por completo en Cristo, por Cristo y con Cristo.

El Hijo unigénito y el Hijo primogénito

Con respecto a Cristo como Hijo de Dios hay dos aspectos: el aspecto de ser el Hijo unigénito de Dios y el aspecto de ser el Hijo primogénito de Dios. En la eternidad, Cristo siempre fue el Hijo unigénito de Dios (Jn. 1:18; 3:16, 18; 1 Jn. 4:9). Cristo era el único Hijo de Dios. Además de Él no hubo otros hijos de Dios. ¿Cómo, entonces, puede haber muchos hijos de Dios? Para responder a esta pregunta debemos considerar la encarnación de Cristo, Su crucifixión y Su resurrección. Un día Cristo, el Hijo unigénito de Dios en la eternidad, se encarnó para ser un hombre. Después de morir una muerte vicaria y todo-inclusiva en la cruz, Él entró en resurrección. En la resurrección y por medio de ella, Él nació como el Hijo primogénito de Dios. Como Hijo unigénito de Dios en la eternidad, Cristo no poseía humanidad; Él sólo tenía divinidad. Por tanto, antes de Su resurrección Él era el Hijo de Dios únicamente en Su divinidad. Esto es algo único. Pero mediante Su encarnación Él entró en la humanidad y participó de la naturaleza humana como parte de Su ser. Sin embargo, Él no fue designado Hijo de Dios en Su humanidad (Ro. 1:4) sino hasta Su resurrección. Ésta es la razón por la cual Pablo dice en Hechos 13:33: “La cual [promesa] Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: ‘Mi Hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy’ ”. Este versículo indica que la resurrección fue un nacimiento para el hombre Jesús. Él fue engendrado de Dios en Su resurrección para ser el Hijo primogénito entre muchos hermanos (Ro. 8:29). Esto quiere decir que, además de ser el único Hijo unigénito de Dios desde la eternidad, Cristo, después de la encarnación y mediante la resurrección, fue engendrado de Dios en Su humanidad para llegar a ser el Hijo de Dios en otro sentido, en el sentido de ser el Hijo primogénito de Dios.

Los muchos hijos

La palabra primogénito en Romanos 8:29 y Hebreos 1:6 indica que Dios tiene muchos hijos. Si no hubiera muchos otros hijos, Cristo no podría ser el Hijo primogénito; Él únicamente podría ser el Hijo unigénito. A fin de que Cristo sea el Hijo primogénito, tiene que haber otros hijos. Estos otros hijos también nacieron en la resurrección de Cristo (1 P. 1:3). Esto quiere decir que en Su resurrección no sólo Cristo nació para ser el Hijo primogénito de Dios, sino que también en Su resurrección nosotros fuimos regenerados y nacimos para ser los muchos hijos de Dios, Sus muchos hermanos, a fin de ser Sus miembros con miras a que sea constituido el Cuerpo orgánico de Cristo. Todo esto se halla implícito en Oseas 11:1. ¡Cuán rico es lo que se halla implícito en este versículo!


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