Cristo todo-inclusivo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-626-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Según el libro de Deuteronomio se han establecido dos maneras de disfrutar a Cristo. Una puede llamarse la manera personal e individual, y la otra, la manera colectiva. Por ejemplo, en lo que a los granos se refiere, al trigo y la cebada, todo el pueblo de Israel podía disfrutarlo a toda hora y en todo lugar. Esta es una manera de disfrutar el producto de la tierra. Pero una parte de los granos no podían disfrutarse de modo individual y separado. El diezmo y las primicias de los granos, junto con los diezmos y las primicias de todas sus cosechas, debían conservarse y en cierto día llevarse a los sacerdotes escogidos por Dios. Tenían que llevarse al lugar de la habitación de Dios, al lugar donde El había puesto Su nombre. En ese lugar, en la presencia de Dios, debían disfrutarse juntamente con todos los hijos de Dios y con Dios mismo. Esta era la adoración colectiva.
Estas dos formas también se aplicaban al ganado. Si deseaban comer de la carne del ganado o de la manada, podían matar a los animales en cualquier lugar y disfrutarlos. Pero no podían comer de los primogénitos; tampoco podían comer el diezmo. Eso tenía que guardarse y llevarse al sacerdote en el lugar donde Dios había puesto Su nombre, donde el Señor había hecho Su habitación y donde se reunían los hijos del Señor. Por una parte, podían disfrutar algo de las riquezas y la plenitud de la buena tierra en cualquier lugar. Cuando quisieran y donde quisieran podían hacerlo. Pero por otra parte, había una porción con respecto a la cual no tenían opción ni libertad. Debían llevarla al lugar escogido por Dios para disfrutarla juntamente con los hijos de Dios. Así que, hay dos maneras: la individual y la colectiva.
Ahora apliquemos estos principios. Nosotros como cristianos podemos disfrutar a Cristo solos en cualquier momento y en cualquier lugar. Pero si queremos disfrutar a Cristo en una manera colectiva con los hijos del Señor, no tenemos alternativa; hay un solo lugar al cual podemos ir. Disfrutarlo separada e individualmente es permisible dondequiera; para esto hay plena libertad. Pero si queremos disfrutar a Cristo con el pueblo del Señor en adoración a Dios, debemos ir al lugar escogido por Dios. Este es un asunto sumamente vital, porque preserva la unidad de los hijos del Señor.
Este principio es totalmente contrario a la situación que prevalece en el cristianismo actual. ¡Cuánta confusión, cuánta complicación y cuánta división se ha suscitado por violar de este principio! Consideremos a los hijos de Israel. De generación en generación, de siglo en siglo, no hubo división entre ellos, porque tenían un solo centro para su adoración. Nadie se atrevía a establecer otro. Había para ellos un solo lugar dónde reunirse, un solo sitio dónde adorar, el cual era el lugar que Jehová escogió de entre todas las tribus para poner allí Su nombre y habitación. En toda la tierra de Israel, Jerusalén era única. Era el lugar designado por el Señor al cual todo el pueblo debía llegar para rendirle adoración colectiva.
Leamos la Palabra del Señor:
Deuteronomio 12:5-8: Sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí Su nombre para Su habitación, ése buscaréis, y allá iréis. Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas; y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en todo lo que emprendieres en lo cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido. No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece.
Cuando entramos en la tierra que es el Cristo todo-inclusivo, y a no podemos hacer lo que nos parece. No podemos reunirnos con los hijos del Señor para la adoración corporativa en los lugares que escojamos. Debemos ir al lugar que el Señor ha escogido, al centro único, al único terreno de la unidad.* [* Véase el capítulo 4 de Prácticas adicionales sobre la vida de la iglesia, por Watchman Nee, publicado por Living Stream Ministry.] ¡Cuán contraria a eso es la situación de hoy! Si hay nueve o diez hermanos en cierto lugar, les es muy fácil decir: “¡Formemos una nueva iglesia!” Y si dos o tres no están de acuerdo, se les dirá: “Está bien, váyanse y formen ustedes su propia iglesia”. Y éstos lo harán. En una sola localidad es bastante difícil contar cuántas llamadas iglesias hay. En el cristianismo hoy, cada quien se comporta como si tuviera el derecho de escoger según su propio deseo. Hay un dicho popular que dice: “Asista a la iglesia que usted escoja”. Me gustaría gritar a voz en cuello a todos los hijos del Señor: “¡Ustedes no pueden escoger!” Por una parte, usted tiene la plena libertad de disfrutar a Cristo por sí solo dondequiera que esté, pero cuando se reúne con los hijos del Señor para adorarlo, ya perdió su libertad. El lugar donde se reúnan los hijos del Señor tiene que ser el lugar señalado por el Señor mismo. Debemos ir a ese lugar.
Si usted fuera un israelita de los tiempos del Antiguo Testamento, no podría decirle a David o a Salomón: “No estoy contento contigo. Si tú adoras en Jerusalén, yo me voy a Belén. Estableceré otro centro de adoración allí”. Pero esto es precisamente lo que la gente hace hoy. Ellos dicen: “No queremos estar donde están ustedes. Ustedes se reúnen en la calle Primera, nosotros empezaremos nuestra reunión en la calle Segunda”. Se justifican citando Mateo 18:20, que dice: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Ellos dicen: “Lo que hacemos es muy bíblico. Somos dos o tres congregados en el nombre del Señor y nos reunimos en el terreno de Cristo”. Unos cuantos meses después de que empiezan a reunirse, algunos hermanos entre ellos se sentirán descontentos allí y saldrán de allí para establecer otra congregación. Dirán: “Si ustedes pueden establecer una reunión en la calle Segunda, nosotros podemos establecer una reunión en la calle Tercera”. ¡Qué confusión! En tal situación, no hay límite ni regulación, y las divisiones serán interminables.
Debemos reunirnos con los hijos de Dios en el terreno común de la unidad. No se puede decir que este terreno es demasiado legalista. Debemos ser así de legalistas. Usted y yo tenemos que ser limitados por la regulación de Dios. No tenemos ningún derecho de establecer otro centro de adoración; eso sólo ocasionará división entre los hijos del Señor. El único terreno que podemos tomar y mantener es el terreno de la unidad. Podemos disfrutar a Cristo solos en cualquier lugar, pero no podemos en absoluto establecer una reunión en cualquier lugar para disfrutar a Cristo con otros hermanos y hermanas en adoración a Dios. Ninguno de nosotros tiene el derecho de hacer eso. Todos debemos ir al lugar señalado por el Señor, donde El ha puesto Su nombre y donde está Su habitación. En todo el universo el Cuerpo del Señor, la habitación del Señor, es único; por lo tanto, en todo lugar debe haber una sola expresión del Cuerpo. Esta es una regla básica.
Hermanos y hermanas, lean el libro de Deuteronomio. Las dos reglas acerca de disfrutar a Cristo en la tierra están presentadas claramente. Una se relaciona con el disfrute personal del producto de la buena tierra. Puede hacerlo en cualquier lugar, cuando usted quiera. La otra regla es que si quiere disfrutar el producto de la buena tierra en adoración con el pueblo del Señor delante de Dios, no tiene alternativa, no tiene ningún derecho de seguir sus propias preferencias y hacer lo que le parezca. Debe abandonar sus propios conceptos y decir en temor y temblor: “Señor, ¿dónde está el lugar que has escogido? Hazme saber dónde has puesto Tu nombre, dónde está Tu habitación. Allí iré”. En tal lugar, podrá disfrutar a Cristo con todos los hijos de Dios y con Dios mismo en Su misma presencia.
Si hace esto, puedo asegurarle, le agradará mucho a Dios. De otra manera, usted estará en contra de El, aumentando la división entre Sus hijos. Hay que tener mucho cuidado. Le ruego que escuche bien estas palabras.
¡Cristo es muy completo, muy rico y muy vivo! Podemos disfrutarlo a cualquier hora todo el tiempo. No sólo es permisible, sino que es muy recomendable que procuremos disfrutarlo dondequiera que estemos. Pero debemos recordar la regla básica y estricta, que si queremos disfrutarlo con el pueblo del Señor en adoración delante de Dios, no podemos hacer lo que nos agrade. ¡Debemos estar en temor y temblor con respecto a este punto!
Hermanos y hermanas, ¿se reúnen ahora con los hijos de Dios en el lugar que El ha señalado, en el lugar donde ha puesto Su nombre? Les aconsejaría que se detuvieran y acudieran al Señor. Búsquenlo. Pídanle que les muestre el lugar que El ha escogido y díganle que irán a ese lugar. Esta es la manera correcta de resolver el problema de división que existe entre el pueblo del Señor hoy día. No hay otra forma. ¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros!
La vida en la tierra es una vida llena del disfrute de Cristo, tanto personal como colectivo con el pueblo del Señor. Que seamos diligentes para laborar en El, tener las manos llenas de El, y luego ir al lugar que El ha señalado, al mismo terreno de unidad, para disfrutar a este Cristo rico y glorioso con los hijos de Dios y con Dios mismo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.