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Comunión en cuanto a la urgente necesidad de los grupos vitalespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0268-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 27 Sección 2 de 3

CESEMOS NUESTRA PALABRERIA INNECESARIA

Cuando usted determina hacer este tipo de lectura, también debe decidir cesar toda su palabrería innecesaria, sus murmuraciones, sus quejas y sus chismes (Mt. 12:36; Ef. 4:29). Cuando usted responda al teléfono, debe aprender a reducir en lo posible sus conversaciones a sólo una pocas frases. En Jeremías 15:19 Jehová le dijo a Jeremías: “Si entresacares lo precioso de lo vil, serás como Mi boca”. En ese entonces Jeremías estaba frustrado, y se quejó ante su madre y luego ante Jehová (vs. 10, 18). Fue allí cuando Jehová le habló a Jeremías con respecto a lo que éste dijo, de entresacar lo precioso de lo vil. En Sofonías 3:9 Jehová en Su salvación para los gentiles prometió devolver a los pueblos pureza de labios. Esto quiere decir que todo el pueblo de Dios necesita cambiar su lenguaje por un lenguaje puro. Según mi experiencia, si hablamos demasiado, nuestra conversación anulará nuestra capacidad de enseñar. Si reducimos nuestro hablar, nuestra capacidad para enseñar crecerá. Si queremos llevar a cabo la enseñanza mutua en los grupos vitales, tenemos que poner fin a nuestra conversación vana y concentrar todo nuestro ser en una sola cosa: conocer la verdad para estar provistos, equipados y completos a fin de tener la capacidad y también la habilidad de enseñar.

Es verdad que la capacidad viene de nacimiento, pero todos necesitamos darnos cuenta de que hemos tenido un segundo nacimiento, y éste todavía está en proceso. Aunque usted haya sido regenerado hace muchos años, debe darse cuenta que aún no ha salido del vientre; todavía está en el “vientre” del Espíritu Santo. Es por eso que necesitamos ser renovados (Ef. 4:23; Tit. 3:5). La renovación es la continuación de nuestro segundo nacimiento. El resultado de ser renovados es la transformación (Ro. 12:2). La transformación es la continuación de la regeneración. Necesitamos ser transformados porque no fuimos total y completamente regenerados. Nuestra regeneración no es total. Si lo fuese, no necesitaríamos la transformación. La transformación es la continuación de nuestra regeneración incompleta. Cuanto más acabemos con nuestra innecesaria palabrería, más renacidos seremos, y más capacidad tendremos de aprender y enseñar las verdades de la Biblia.

HABLEMOS SOLO LO QUE VALE LA PENA

También debemos aprender a no pronunciar ninguna frase que no tenga valor. Necesitamos restringir nuestra conversación, especialmente para con nuestros hijos y nuestra esposa. Entonces veremos que cada día el Señor nos edifica en una sola cosa, que es hablar por El. Si usted pone en práctica lo que digo en seis meses, su capacidad de profetizar, de hablar por el Señor, crecerá.

HABLEMOS DE UNA MANERA “OFICIAL”

También debemos aprender a hablar de una manera “oficial”. Necesitamos hablar audible, lenta, clara y “oficialmente”, con peso para así impartir algunos puntos específicos de la verdad a otros. De lo contrario, nuestro hablar no les transmitirá nada definido a los oyentes.

No importa si somos jóvenes o viejos, no deberíamos considerar las reuniones como algo insignificante. Las reuniones no son insignificantes. Son asambleas en el Señor, con El y ante El. Por consiguiente, hagamos lo que hagamos, debemos hacerlo con mucha reverencia, con un temor santo. Todo lo que digamos en las reuniones, sea al orar, al pedir un himno, al ofrecer una alabanza, o al profetizar, debemos hacerlo “oficialmente”; o sea que debemos hablar audible, apropiada y pausadamente para que todos puedan oír y todos escuchen y reciban algo. De no ser así, seremos una carga y un factor mortal para las reuniones. Decir algo en las reuniones es absolutamente diferente de hablar en cualquier otro tipo de ambiente o circunstancia. En las reuniones nuestro hablar se hace ante Dios; por lo tanto, es santo.

Muy a menudo nuestra conversación está llena de palabras huecas. En contraste, las palabras del Señor Jesús en los cuatro Evangelios eran breves, adecuadas, purificadas, limpias y no eran huecas. Cuando nos levantemos en las reuniones para hablar por el Señor, debemos tener la seguridad de que lo que digamos tenga peso, luz y el suministro de vida. Además, debemos aprender a hablar de una manera “oficial”.

Primero, usted debe tomar la decisión de leer los mensajes del Estudio-vida a fin de conocer la verdad. Recomiendo mucho que todos los santos lean rápidamente los mensajes del Estudio-vida de Génesis y de las catorce Epístolas de Pablo. Después de que usted los lea, será una persona diferente. Segundo, usted debe cesar toda su innecesaria palabrería. Bajo la restricción interior del Señor, usted debe aprender a no hablar innecesariamente a nadie; simplemente háblele al Señor. A menudo tengo el deseo de hablarle a mi esposa acerca de algo. Sin embargo, muchas veces la prohibición interior aparece, y me dice que no necesito hablarle a mi esposa acerca de cierto asunto. A veces desatiendo esa prohibición, y más tarde me arrepiento y confieso al Señor, pidiéndole que me perdone por haber dicho algo innecesario. Tal vez no digamos nada pecaminoso ni critiquemos a nadie; tal vez sólo queramos contarle algo a la gente. Sin embargo, con frecuencia el Señor en nuestro interior nos prohibirá hacer esto. Si seguimos al Señor y detenemos nuestro hablar innecesario, el Señor usará nuestra boca para hablar Su palabra. Nuestra boca será santificada al hablar la palabra del Señor.

Tercero, sea que hablemos a nuestra esposa, a nuestros hijos, o a los hermanos, debemos aprender a hablar solamente lo que tenga valor. Cuarto, necesitamos aprender a ser “oficiales”; es decir, debemos aprender a no hablar livianamente, sino con cuidado, profiriendo cada palabra de una manera “oficial”.


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