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Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4916-1
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LA CORPORIFICACIÓN DE DIOS

Cuando Cristo vino, Él era la corporificación de Dios. “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn. 1:1). Cristo es Dios. Algunos de los así llamados cristianos hoy no confiesan que Él es Dios. Pero todo el que no confiese que Cristo es Dios no es nuestro hermano. Todos los verdaderos cristianos deben confesar esto. Aparte de Cristo y fuera de Cristo sencillamente no podemos encontrar a Dios. “En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). Dios está en Cristo y Cristo es la manifestación de Dios (1 Ti. 3:16; He. 1:13).

EL VERBO HECHO CARNE

Cristo era Dios en el principio, pero llegó a ser algo más. “El Verbo era Dios [...] Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros” (Jn. 1:1, 14). Dios se hizo carne. En términos espirituales, la palabra carne no es un término positivo. Dios no creó la carne; Dios creó al hombre. En el principio el hombre no era carne. No es sino hasta cuando llegamos a Génesis 6 que leemos que el hombre llegó a ser carne (v. 3). Éste fue un resultado de la caída. El hombre era hombre, pero debido a la caída gradualmente se fue dañando y corrompiendo. La Biblia llama carne a esta condición del hombre. Así pues, vemos que la carne no es algo glorioso, sino un término que denota al hombre caído y corrompido.

EN FORMA, NO EN NATURALEZA

Juan 3:14 nos dice que la serpiente de bronce fue levantada sobre un asta como un tipo de Cristo. Cuando el pueblo de Israel vagaba por el desierto, ellos se rebelaron contra Dios. A causa de esto, ellos fueron envenenados por serpientes, y muchos estaban muriendo. Cuando Moisés oró por ellos, Dios le dijo que levantara una serpiente de bronce, y todo el que mirara la serpiente de bronce sería sanado (Nm. 21:4-9). La serpiente de bronce solamente tenía la forma de una serpiente, mas no la naturaleza; es decir, no tenía el veneno de la serpiente, sino únicamente la forma. Esto era un tipo de Cristo. Él fue levantado en la cruz al igual que la serpiente de bronce. A los ojos de Dios, en la cruz Cristo era una serpiente, pero sólo en forma. Él no tenía la naturaleza de la serpiente. Es por ello que Romanos 8:3 nos dice que Cristo fue hecho en semejanza de carne. “Lo que la ley no pudo hacer, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne”. Él fue hecho únicamente en semejanza de carne. Él tenía solamente la forma, mas no el veneno. En nuestra carne está presente el veneno de la serpiente, pero en Su carne no había veneno.

Cristo se hizo carne en cuanto a forma porque para el tiempo de Su encarnación el hombre había caído y se había corrompido. El hombre había llegado a ser carne; así que, Él también fue hecho carne (He. 2:14), mas sólo en cuanto a forma. Si Él no hubiese llegado a ser carne, jamás podría haber sido un hombre. Por tanto, no podría haber sido el Cordero de Dios que derramó Su sangre por los pecados del mundo (Jn. 1:29).

EN LA CARNE

Así pues, vemos que el propio Dios se hizo carne. ¡Aleluya! Dios se hizo carne, y Su nombre fue llamado Jesús. Jesús era Dios en la carne. Él vivió en la tierra por un poco más de treinta y tres años, y después fue a la cruz en la carne para quitar todos los pecados y poner fin a todas las cosas negativas. Estando en la carne, Él hizo un trabajo maravilloso. Efesios 2:15 dice que incluso Él en Su carne abolió todas las ordenanzas. “Aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz”.

Todas las cosas fueron aniquiladas por Él en la carne. Hoy nosotros no debemos hacer nada en la carne, pero él hizo muchas cosas en la carne. Él llevó nuestros pecados en la carne. Él murió por usted y por mí en la carne. Él acabó con todas las cosas negativas en la carne. Él abolió todas las ordenanzas en la carne. En la carne, Él destruyó al diablo, quien tenía el imperio de la muerte (He. 2:14). Dios se hizo carne para llevar a cabo todas estas cosas.

Dios creó todas las cosas, pero Satanás hizo lo posible por envenenar a las criaturas de Dios, especialmente al hombre; y lo hizo inyectándose en el hombre. Él pensaba que había envenenado al hombre, pero no sabía que había quedado atrapado. Después de que Satanás entró en el hombre e hizo al hombre carne, Dios vino en esta carne y la usó como un instrumento para destruir a Satanás (v. 14). Él se vistió de esta carne y fue a la cruz para crucificarla. Al hacer esto, Dios acabó con toda la vieja creación. Él acabó con Satanás, con usted y conmigo, y con todas las cosas negativas. Él hizo esto en la carne.


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