Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 1 Corintios 12:13 dice: “En un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Debido a que todos fuimos bautizados en un solo Cuerpo, todos fuimos puestos en el lugar correcto para beber de un mismo Espíritu. No muchos cristianos entienden cabalmente que fuimos puestos en el lugar correcto para beber del Espíritu. Todos fuimos puestos junto a la fuente viviente y eterna para beber del único Espíritu. Por lo tanto, somos un pueblo que bebe.
Aunque es posible que estén familiarizados con estos versículos, mi carga es que ustedes diariamente, y hora tras hora, tengan la experiencia de beber del Señor. El recobro del Señor consiste en llevarnos de regreso a la práctica de beber de Dios. Cada día y durante todo el día debemos beber de Dios. Dios, quien es Espíritu, es nuestra bebida. No debemos adorarlo de una manera religiosa, sino beber de Él de una manera viva. La adoración genuina que podemos rendirle a Dios es que le bebamos. Cuanto más le bebamos, más adoración recibirá Él de parte de nosotros. Cada vez que nos reunamos, debemos decir: “¡Bebamos!”. Dios es Espíritu para que nosotros le podamos beber.
Mateo 28:19 dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Este versículo no está hablando de un ritual; más bien, nos habla de bautizar a los creyentes en un nombre, el cual es el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu. Un nombre siempre denota a una persona. Por ejemplo, si yo llamo a un hermano por su nombre, la persona misma responde. Por lo tanto, ser bautizados en el nombre significa ser bautizados en la persona, dado que el nombre es la persona. Según este versículo, la persona en quien fuimos bautizados es la persona del Dios Triuno. El nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo es el nombre del Dios Triuno. No es simplemente el nombre del Padre o del Hijo o del Espíritu Santo, sino el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu.
No hay lenguaje humano que pueda describir adecuadamente al Dios Triuno de manera cabal. El Padre denota la fuente, el Hijo denota el cauce y el Espíritu denota el fluir. El fluir está dentro del cauce, y el cauce está con la fuente. Estos tres, la fuente, el cauce y el fluir, son una sola realidad. La fuente está en el cauce, y el cauce es el fluir, el Espíritu. El Padre está en el Hijo, y el Hijo es el Espíritu. Por lo tanto, tenemos la fuente, el cauce y el fluir de la realidad. Bautizar a los creyentes en el nombre del Dios Triuno es bautizarlos en la persona de la fuente divina, el cauce divino y el fluir divino. En otras palabras, bautizar a los creyentes en el nombre del Dios Triuno equivale a ponerlos en el fluir del Dios Triuno.
Antes de que alguien crea en el Señor, él no tiene nada que ver con el Dios Triuno, es decir, no tiene nada que ver con el Padre, el Hijo y el Espíritu. Sin embargo, una vez que alguien cree en el Señor, debemos ejercitar nuestra fe para introducir a dicha persona en la realidad del Dios Triuno. Hoy en día la realidad del Dios Triuno es el fluir del Espíritu junto con el cauce del Hijo y la fuente del Padre. Nosotros bautizamos a los creyentes en esta realidad. Esta realidad es una persona, y esta persona es triuna: el Padre, quien es la fuente; el Hijo, quien es el cauce; y el Espíritu, quien es el fluir. El bautismo apropiado introduce a los creyentes en el fluir del Dios Triuno. Cuando alguien es bautizado en esta persona, se siente satisfecho y lleno de emoción. Ahora él está en el fluir, e incluso es llevado por el fluir.
En el momento en que fuimos salvos y bautizados, la mayoría de nosotros no escuchó un evangelio rico ni tuvo una experiencia apropiada del bautismo. Espero que de ahora en adelante en las iglesias en el recobro del Señor prediquemos un evangelio rico y practiquemos el bautismo de la manera apropiada, introduciendo a las personas en la persona, la realidad, del Dios Triuno, es decir, bautizándolas en el Padre como la fuente, el Hijo como el cauce y el Espíritu como el fluir. De esta manera, introduciremos a todos los recién convertidos en el fluir del Dios Triuno. ¿Está usted en este fluir? Si lo está, debe responder con un fuerte “¡Amén!”. Debido a que estoy en este fluir, a veces me siento enloquecido de gozo. Ahora estoy en el fluir del Espíritu, junto con el cauce del Hijo y la fuente de Padre. Cuando estoy en el Espíritu, tengo al Hijo; y cuando tengo al Hijo, tengo al Padre. ¡Cuán maravilloso es esto! Cuando creemos en el Hijo, tenemos al Padre; y cuando invocamos: “¡Oh, Señor Jesús!”, el Espíritu viene, así como cuando llamo a cierto hermano por su nombre y él mismo viene. Jesús es el hombre, y el Espíritu es la persona. Así que, cuando invocamos el nombre de Jesús, el Espíritu viene. Por lo tanto, tenemos a los tres del Dios Triuno: tenemos al Padre, la fuente; al Hijo, el cauce; y al Espíritu, el fluir. Somos personas que están en el fluir del Dios Triuno. No debemos entender esto simplemente de manera doctrinal, sino también experimentarlo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.