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Administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6813-1
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CAPÍTULO TRES

NO HACER UNA OBRA DE DEMOLICIÓN
EN NUESTRO SERVICIO EN LA IGLESIA

NUESTRO SERVICIO TIENE
QUE PRODUCIR LA EDIFICACIÓN

La edificación de la iglesia se lleva a cabo por medio de la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra; y ambas funciones dependen de la condición de nuestra persona. Podría ser que nuestra labor de administrar la iglesia no produzca mucha edificación de la iglesia. Es posible que al ministrar la palabra no logremos edificar apropiadamente la iglesia. También es posible que aun al conducir a otros a la salvación y ayudar a los santos a que sean edificados, tampoco eso produce mucha edificación de la iglesia. Podrá ser que nuestra obra sea eficaz, pero cuanto más trabajamos, menor es el elemento de edificación. En otras palabras, la efectividad de nuestra obra es inversamente proporcional a la edificación de la iglesia. Esto no es edificar, sino demoler la obra de edificación que Dios efectúa.

En circunstancias normales, cuanto más laboramos, más edificamos. Nuestra obra siempre debería ser una obra de edificación. Por ejemplo, cuando algunos predican el evangelio, no sólo salvan a los pecadores, sino que también edifican la iglesia. Cuando edifican a los santos, no únicamente ayudan a dichos santos, sino que también edifican la iglesia. Debemos estar atentos a esta única cosa: es posible laborar sin producir ninguna edificación. Si estamos en la luz, podemos darnos cuenta de que es posible salvar pecadores y edificar a los santos sin edificar la iglesia. En el cristianismo muchas actividades derriban la obra de edificación de Dios. Lo que causa más daño a la obra de edificación de Dios en la iglesia no es ni la persecución ni la oposición de parte de los incrédulos, sino las numerosas obras realizadas por el cristianismo. Tales obras no provienen de intenciones malignas, ni surgen de una mentalidad torcida ni son hechas por equivocación. Estos hermanos cristianos son movidos por buenas intenciones como la de salvar pecadores y edificar a los santos. Sin embargo, sus acciones no producen ninguna edificación de la iglesia.

LA ESTRATEGIA DE SATANÁS ES CAUSAR
UNA OBRA DE DEMOLICIÓN
EN EL SERVICIO DE LA IGLESIA

¿Qué significa que nuestra obra derribe la edificación que Dios efectúa? Un ejemplo claro de esto ocurre cuando un hermano encargado de cierta reunión de grupo cambia la propuesta hecha por los ancianos de estudiar cierto libro de la Biblia. Aunque al cambiar de libro él logre edificar a los asistentes de esa reunión, la manera en que él actúa derriba la edificación que Dios efectúa en la iglesia. Tal cambio impide que los santos conozcan la carne, luchen contra las opiniones personales y aprendan a sujetarse unos a otros. La manera en que actúa este hermano solamente produce personas llenas de conceptos y opiniones, quienes quieren corregir a los otros, mientras ellos no se sujetan a nadie. Aunque este hermano tenga una buena intención y no juzgue ni critique a otros, ocasiona una seria destrucción en la iglesia.

Tal vez los ancianos hayan decidido que toda la iglesia estudie el Evangelio de Juan, pero este hermano puede pensar que dicho libro es demasiado extenso y prefiere cambiarlo por 1 Tesalonicenses. Esta “buena intención” sólo muestra que no ha aprendido la lección del quebrantamiento. No sabe cómo poner a un lado su propia opinión ni ha aprendido a sujetarse a los demás en el servicio de la iglesia. La iglesia no puede ser edificada si veintiuno de los hermanos responsables dijesen: “Los ancianos no necesariamente hacen las cosas de la manera correcta. Y sus decisiones no siempre son las correctas”. Una vez que se manifieste tal actitud, toda la situación se sale de control.

Es posible que estos hermanos no estarían satisfechos incluso si el propio apóstol Pablo fuera uno de los ancianos. Si las decisiones que los ancianos toman son correctas o incorrectas, no debe de interesarnos. Todo lo que necesitamos hacer es sujetarnos a ellos. Dudo que alguien que no sabe sujetarse a los ancianos pueda producir creyentes que experimenten quebrantamiento, que se nieguen a sí mismos, que sean regidos por la mano soberana de Dios y que se someten a los demás. Lo único que estos hermanos pueden producir son personas llenas de opiniones, quienes en lugar de edificar la iglesia, la derriban.

Edificar es poner una piedra sobre otra. En contraste con esto, la palabra del Señor nos muestra en Mateo 24 lo que es derrumbar la edificación, cuando dice: “De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (v. 2). Al derribar, no queda piedra sobre piedra. Al edificar, se pone cada piedra sobre otra. Tal vez la gente alabe nuestra obra, pero debemos considerar si nuestra obra derriba la edificación de la iglesia. La estrategia de Satanás consiste en derrumbar. Toda nuestra obra en Taiwán se ha centrado en edificar; no obstante, durante los últimos seis meses, ha existido mucha demolición. Ésta es la estrategia del enemigo, y muchos entre nosotros han sido usados por él para llevar a cabo esta obra de demolición. No es que deseemos realizar esta obra de demolición. Ninguno de los hermanos y hermanas que causan esta demolición lo hacen con mala intención. Sin embargo, debido a que no hemos aprendido las lecciones necesarias, inconscientemente somos usados por Satanás para derribar la edificación mediante nuestro servicio. Satanás usa nuestra obra para derribar la edificación. Tal vez pensemos que estamos edificando, pero en realidad nuestra obra está derribando la iglesia. Satanás lleva a cabo su obra de demolición a través de nuestro servicio. Esto causa que nuestro servicio y el testimonio de la iglesia sufran una gran pérdida.


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