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Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4643-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 9 Sección 3 de 6

TOMAR MEDIDAS CON RESPECTO A NUESTRO YO,
LA FUENTE DE OPINIONES DISIDENTES
QUE MENOSCABAN LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO

Si no somos edificados, las puertas del Hades prevalecerán contra nosotros. Aun, si hoy en día estamos carentes de edificación, el enemigo prevalecerá. A esto se debe que Satanás sea tan sutil en menoscabar la edificación valiéndose de las disensiones y opiniones. Cuando escucho algunos santos muy queridos decir: “No hay duda de que el Señor está bendiciendo esta iglesia”, estoy preparado para oírles decir: “Pero...”. Luego, expondrán con detalle todas sus opiniones disidentes. Es posible que digan que los ancianos, los hermanos, las hermanas y todos los niños no están en lo correcto. El sutil enemigo es muy listo. Con frecuencia señalará asuntos que son verdad. Sin embargo, algo que sea verdad nos puede engañar aún más. El enemigo utiliza tales cosas para menoscabar la edificación, y cuando esto ocurre, él está listo para prevalecer contra nosotros.

Ser un sacerdote santo y real es estar completamente separado del mundo, y ser edificados juntos es salir por completo de nosotros mismos. Por tanto, debemos tomar medidas en cuanto al mundo y en cuanto a nuestro yo. El yo incluye nuestra manera de ser, manera de pensar y la manera en que hacemos las cosas. Si estamos en serio con el Señor para servir en la iglesia, tanto el mundo como el yo deberán ser eliminados. En el servicio no existe el mundo ni el yo. Cualquier elemento del mundo que se encuentre en nosotros causará que no seamos sacerdotes. Todo lo mundano deberá ser eliminado a fin de que seamos sacerdotes. Asimismo, a fin de ser edificados, necesitamos ser salvos de nuestro yo. El yo debe ser eliminado, incluyendo nuestra manera de ser, preferencias, aversiones, manera de pensar y la manera en que hacemos las cosas.

Debemos aprender a no ser disidentes, pero no basta con simplemente no ser disidentes. La raíz de la disensión es el yo, nuestra manera de ser. Siempre hay algo que criticar de los demás. Tal vez alguien exprese: “Me cae bien este hermano. Es un santo muy querido, pero es un poco descuidado. Mira la forma en que viste y la manera en que habla”. Aun el Señor Jesús con frecuencia padecía la crítica de la gente. Si fuéramos perfectos como lo fue el Señor Jesús, aun así nos criticarían. Tal vez algunos de los que están en los grupos de servicio inconscientemente tengan un pensamiento de crítica al decir: “La iglesia es buena, pero...”. Esto es conforme a la manera de ser caída. Todos nosotros somos humanos y todos tenemos una manera de ser. Sólo algo que no es viviente no tiene una manera de ser. Sin embargo, nuestra manera de ser ha sido envenenada por la serpiente antigua, astuta y sutil. Cada vez que decimos: “Pero...” a manera de crítica, ésa es la serpiente sutil. No queremos decir que la iglesia es perfecta ni que todas las cosas entre nosotros son excelentes. Simplemente es que, si somos edificados conjuntamente, no hablaremos esta clase de palabras disidentes o de crítica.

Tal vez al principio seamos muy positivos con respecto a la iglesia, pero puede ser que poco después uno de los ancianos nos ofenda o nos sintamos ofendidos cuando no recibimos algo que esperábamos recibir. Entonces, si nos volvemos negativos, todo nos parecerá mal. Incluso la manera en que se acomodan las sillas será incorrecta. Tal vez preguntemos: “¿Por qué las sillas están acomodadas en cuadro? ¿Por qué no están en un círculo?”. No obstante, aunque la próxima vez estén en círculo, quizá digamos que el círculo quedó muy pequeño o que las sillas están muy separadas. Siempre habrá algo que criticar. Esto ocurre simplemente porque nos hace falta la edificación. La edificación no depende de que las cosas sean perfectas. Mientras no hayamos sido glorificados por completo, siempre habrá carencia. Mientras estemos en la vieja creación, no podremos esperar que todo esté correcto. No esperemos que los hermanos responsables sean perfectos. Ninguno de ellos ni nadie más ha sido perfeccionado hasta ser piedras preciosas. Todavía estamos en el proceso. Todos somos como “mariposas”, pero apenas estamos saliendo de la oruga. Nadie es perfecto todavía.


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