Busqueda del cristiano, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4158-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Como regla general, un cristiano debe tomar ese sentir interior como el punto de partida. Básicamente, no necesita buscar consejo de nadie. Es posible que algunas bodas sean babilónicas y otras provengan del abismo; no todas las bodas provienen de Jerusalén. Puesto que somos salvos, debemos presentarle al Señor todo asunto y orar, diciendo: “Señor, puesto que vives en mí, ¿qué quieres hacer Tú?”. Eso es lo que significa ser cristiano. Creo que casi nadie ha orado al Señor en cuanto a todo lo relacionado con su boda. Muchos cristianos que están por casarse únicamente se enfocan en consideraciones externas y no toman como punto de partida la paz interna. Como resultado, pocas semanas después de la boda, tienen que acudir a Dios para pedir perdón. El hecho de que tengan que pedir perdón es un claro indicio de que no hicieron las cosas conforme al sentir interno. No debemos proceder simplemente conforme a consideraciones externas, costumbres externas, preceptos humanos, opiniones humanas y recomendaciones humanas, todo lo cual Dios condena. En lugar de ello, tenemos que aprender a conducirnos conforme a la parte más profunda de nuestro ser.
Si un joven viene a preguntarnos: “Voy a comprometerme con una joven, ¿qué debo hacer ahora? ¿Y qué debo hacer más tarde cuando me case?”. Ahora, por supuesto, ya sabemos cómo responder y le diremos: “No puedo decidir por ti. No puedo ser tu señor ni tu amo”. De hecho, cuando algunos hermanos de edad se enteran de que dos jóvenes van a casarse, se entusiasman mucho y ofrecen su consejo sin que nadie se los pida. Tales personas no entienden lo que significa ser un cristiano. Una vez hubo un hermano que vino a hablarme acerca de su matrimonio, y me dio todos los detalles de su situación. Sencillamente le dije: “Hermano, ¿has orado seriamente acerca de ese asunto delante de Dios? ¿Le has entregado todas estas cosas a Dios? ¿Estás tú en las manos de Dios? ¿Cuál es el sentir que percibes en la parte más profunda de tu ser?”. Me dijo: “He orado por este asunto por mucho tiempo. Pero cuanto más oro, más confundido me siento. Por tanto, quisiera oír lo que usted tiene para decirme porque usted tiene una experiencia más profunda en el Señor. Así que, si usted me dice que está bien, entonces está bien; y si me dice que nada está bien, entonces nada está bien”. Al oír estas palabras, pensé, ¡esto es muy serio! Por tanto, no me atreví a decir si estaba bien o mal, sino que simplemente le dije: “No puedo decidir por ti. Tú tienes que presentarle este asunto al Señor”. Aquel hermano esperaba que yo ideara un plan o tomara la decisión por él, pero no me atreví a hacerlo. Finalmente, le dije: “No te angusties por esto. El asunto es bastante sencillo. Todo lo que tienes que hacer es presentárselo a Dios, entregarte a Él y pedirle Su dirección. Puedes decirle: ‘Si este asunto proviene de Ti, haz que lo vea con absoluta claridad en mi interior; pero si no proviene de Ti, permite que pueda percatarme de cuál es la obstrucción’”. Es muy sencillo. Todos tenemos que aprender a presentarle a Dios todos nuestros asuntos y a vivir conforme a la parte más profunda de nuestro ser.
A fin de ser un cristiano normal delante de Dios, tenemos que aprender a hacer todo según lo que tenemos por dentro, es decir, conforme a la parte más profunda de nuestro ser. Cuando ayudamos a otros, debemos aprender a guiarlos a su interior, a la parte más profunda de su ser. No les demos una lista de preceptos humanos, ni les pidamos que hagan cosas según nuestra comprensión de las cosas ni tomemos decisiones por ellos. Este tipo de cosas son impropias de los cristianos y sobrepasan los límites del vivir cristiano. Muchos cristianos de mayor edad no han sido disciplinados en su carne ni quebrantados en su modo de ser; tales personas están llenas de opiniones, métodos e ideas cada vez que alguien les pide algún consejo. Esto no es ser un cristiano, sino más bien un sabelotodo.
Los cristianos viven delante de Dios y han aprendido a presentar delante del Señor los asuntos de los demás y también los suyos. No se atreven a tomar decisiones por su propia cuenta; más bien, esperan que Dios les dé una dirección clara en su interior. Esto es ser un cristiano. No debemos ser cristianos en un sentido externo, sino en un sentido interno. Ser un cristiano en un sentido externo equivale a ser un cristiano que vive aparte de Cristo. Las opiniones humanas, los métodos humanos, las tradiciones cristianas e incluso las enseñanzas bíblicas, todo ello, son cosas externas si es que no han pasado por el sentir interior. Ser un cristiano en un sentido externo es algo muy superficial que delante de Dios no tiene ningún valor. Un cristiano genuino lo hace todo conforme a su sentir interior. Todos los asuntos los presenta en oración y espera recibir un sentir interior antes de tomar una decisión. Incluso un nuevo creyente debe saber esto y conducirse de esta manera. Una persona así ciertamente tiene paz interna, reposo, fortaleza y vigor.
Los verdaderos cristianos no prestan atención a rituales externos; en vez de ello, se preocupan por la vida interior y por el espíritu (Ro. 2:29). Lo que puede considerarse apropiado y bueno externamente no es necesariamente apropiado y bueno delante de Dios. Lo que cuenta delante de Dios es que seamos apropiados y buenos interiormente. Hasta ahora son muy pocos los cristianos que andan por esta senda. Aunque muchas personas han aceptado el cristianismo, sólo unos pocos verdaderamente han vivido de esta manera delante de Dios. Algunos han sido salvos y han recibido bendiciones de parte de Dios, pero no viven en su espíritu ni en las bendiciones de Dios; todavía actúan conforme a las tradiciones y costumbres, y según lo que otros dicen o lo que otros hacen. En otras palabras, actúan conforme a factores externos. Tenemos que aprender a ser sencillos, olvidándonos de nuestro afecto natural y de las tradiciones cristianas, y preocupándonos únicamente por el hecho de que Cristo vive en nosotros y de que nosotros podemos tener comunión con Él. De este modo, procedemos y hacemos algo únicamente cuando Cristo nos da paz, y nos detenemos cada vez que el sentir de paz desaparece. No nos interesará lo que otros nos digan, sino únicamente lo que Cristo nos diga interiormente y el sentir interior que Él nos dé.
En conclusión, los cristianos son peculiares para los hombres, experimentan contradicciones en su interior y viven delante de Dios según la parte más profunda de su ser. Después de que algunos cristianos empezaron a andar por esta senda, se encontraron con muchas dificultades y cometieron muchos errores. Sin embargo, aunque aparentemente han cometido errores mientras viven delante de Dios, en principio están en lo correcto. Por tanto, los cristianos deben vivir y andar discretamente, es decir, sin exhibirse públicamente. Si bien los cristianos no deben hacer nada de manera furtiva, tampoco deben exhibirse públicamente. A algunas personas les gusta hacer alarde cuando hacen una buena obra. Esto no concuerda con la vida cristiana. Los cristianos genuinos viven delante de Dios. Independientemente de cuántas buenas obras hagan, nadie lo sabe excepto el Señor y ellos. Este principio lo vemos en Mateo 6. A veces una persona ora un poco y desea que otros la escuchen o que la sigan, al ofrecer más oraciones después de ella. Sin embargo, los que están con ella no sentirán que su oración tenga ningún peso espiritual. Lo normal es que aunque usted sea humilde, no exhibe su humildad ante los hombres; que aunque usted sea manso, no hace alarde de su mansedumbre ante los hombres. Hay ocasiones en que aquellos que se muestran humildes o mansos nos hacen sentir muy incómodos. Esto se debe a que sus acciones son motivadas por factores externos y no por el sentir interior.
Discúlpenme por decirles que a muchos cristianos les gusta imitar a otros. En especial, les gusta imitar a los seminaristas en la manera en que caminan mientras sostienen la Biblia en sus manos y luego de unos pasos se detienen para mirar hacia el cielo. Esto es ser pretencioso. No se olviden que cuanto más espiritual una persona sea, más espontánea, ingenua y común será. Cuando usted observa su humildad, no parece ser la de una persona humilde. Cuando uno observa su mansedumbre, no parece ser la de alguien que es manso. No podemos ver mansedumbre en él así como tampoco ninguna rudeza. Él se comporta de una manera muy espontánea e ingenua, sin ninguna hipocresía.
En la Edad Media en Francia, hubo un predicador famoso que era muy elogiado y cuya predicación era muy bien recibida. Una vez visitó un lugar y muchos vinieron para darle la bienvenida, pero él los eludió. En lugar de salir a ellos, él se fue a un parque para estar con un grupo de niños. Encontró allí una tabla de madera e improvisó un balancín; luego puso a dos niños en un extremo, él se hizo en el otro extremo, y empezó a jugar con ellos. Los que habían venido a recibirlo lo estuvieron buscando por todas partes hasta que finalmente lo encontraron montado en un balancín jugando con algunos niños. Muchos de ellos sintieron como si les hubieran echado encima un balde de agua fría. No podían entender cómo podía un hombre espiritual jugar con niños. Por esta razón, algunos empezaron a decir que él no era espiritual; más tarde, en sus propias palabras, él dijo que prefería que lo consideraran una persona no espiritual antes que una persona espiritual.
Si somos espirituales o no, esto debe estar delante de Dios, no delante de los hombres. No somos verdaderos cristianos si lo somos únicamente en apariencia. Somos cristianos únicamente si lo somos en nuestro interior. El Señor Jesús dijo que no debemos permitir que nuestra mano izquierda sepa lo que hace la derecha (Mt. 6:3). Un cristiano de peso es un cristiano que lo es en su interior; es un cristiano que es regido por su sentir interior. Tal cristiano es peculiar para los hombres y experimenta contradicciones en su interior; más aún, hace todas las cosas delante de Dios tomando la parte más profunda de su ser como el punto de partida. Ésta es la razón por la cual Pablo dijo: “El hombre espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie” (1 Co. 2:15). ¿Por qué nadie puede discernir al hombre espiritual? Porque externamente un hombre espiritual es muy sencillo y, al igual que Pablo, puede tener una presencia corporal débil, y su palabra puede ser menospreciable (2 Co. 10:10). Sin embargo, interiormente tiene peso espiritual, y es una persona que se conduce en Cristo y vive delante de Dios. En esto consiste ser un cristiano.
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