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Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7707-2
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Actualmente disponible en: Parte 1 Capítulo 5 de 19 Sección 2 de 2

MORIR A LA LEY
PARA QUE CRISTO
SEA FORMADO EN NOSOTROS

El apóstol escribió el libro de Gálatas con la fuerte intención de romper el concepto que tenían los gálatas acerca de guardar la ley. El problema de los gálatas es el problema de todo cristiano. Según nuestro concepto natural, nosotros los salvos tenemos el deseo de hacer el bien. En otras palabras, queremos guardar la ley. Inmediatamente después de ser salvos, tenemos un concepto en nuestro interior, pensando que antes de creer en el Señor teníamos mal carácter y nuestra conducta era deficiente; ahora que somos salvos, debemos mejorar nuestra conducta y conducirnos adecuadamente. Lo extraño es que todo cristiano tiene este concepto siempre que es avivado. Tiene el sentir de que antes él era un cristiano descuidado e indiferente, pero ahora que ha sido avivado por la misericordia del Señor, debe comportarse adecuadamente y no ser suelto.

Hermanos y hermanas, ¿este concepto es correcto o incorrecto? Hablando en términos humanos, es un concepto muy bueno; no obstante, desde la perspectiva de Dios, es incorrecto. Hacer el bien así equivale a cómo los judíos guardaban la ley. Es la carne que guarda la ley y lleva a cabo la ley. Cuando el hombre desea hacer el bien, él usa su propia fuerza. A veces sabemos que somos débiles, así que oramos al Señor pidiéndole ayuda. No obstante, el Señor nunca responde a esta clase de oración. Hablando con la verdad, cuanto más deseemos hacer el bien, más el Señor desea que no hagamos el bien. Nosotros creemos que sería bueno si pudiésemos tener éxito, pero el Señor considera que sería bueno que nosotros fracasemos. Por ejemplo, digamos que uno tiene un mal genio, así que ora al Señor, pidiéndole que le ayude a ser paciente. No obstante, cuanto más ora de esta manera, menos paciencia tiene. Su mal genio empeora, aun al grado de que se decepciona de sí mismo totalmente. Así dice, dice: “Señor, ¡yo no tengo remedio!”. Cuando llegue ese día, el Señor dirá: “¡Esto es maravilloso!”. ¿Por qué? Porque no es Su intención que hagamos el bien.

Hermanos y hermanas, Dios no tiene la intención de que hagamos el bien. Más bien, Dios quiere que expresemos a Cristo en nuestro vivir. La meta de Dios no es la ley sino Cristo. Gálatas 1 dice que le agradó a Dios revelar a Su Hijo en nosotros. El capítulo 2 dice que ya no vivimos nosotros, sino que vive Cristo en nosotros. Nosotros no hacemos el bien, sino Cristo quien vive en nosotros.

El hombre fue creado a la imagen de Dios, y la imagen de Dios es Cristo. En 2 Corintios 4:4 leemos que Cristo es la imagen de Dios. Colosenses 1:15 también dice que el Hijo amado es la imagen de Dios. ¿Por qué Dios creó al hombre conforme a Cristo? Él hizo esto para que un día Él pudiera poner a Cristo dentro del hombre. El hombre es un vaso hecho para contener a Cristo. Un guante es hecho conforme a la forma de la mano, y también para contener la mano. Si quiero poner mi mano en el guante, pero el guante no coopera y no me da lugar, mi mano no estará cómoda dentro del guante. Todos los dedos de mi mano deben caber en el guante; sólo entonces mi mano puede sentirse cómoda. En ese momento el guante es totalmente igual a la forma de la mano. Podemos decir que la mano se ha formado en el guante.

Después que somos salvos, el Señor Jesús está en nosotros. No obstante, Él se siente muy frustrado en nosotros, y a veces está encarcelado en nuestro espíritu. Es posible que no le demos ningún acceso a nuestra alma, la cual incluye nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Finalmente un día, al ser motivados por Su amor, gradualmente nos abrimos a Él y le damos más acceso. Entonces Él puede extenderse hacia el exterior. En cierto momento es posible que tengamos un argumento con el Señor otra vez, y no estemos dispuestos a concederle más terreno; entonces Él tiene que detenerse allí y esperar pacientemente. En ocasiones Él nos dará Su gracia y nos atraerá con Su amor, pero aun así esto no servirá para nada. Luego, Él podría verse obligado a levantar Su mano para asestarnos un pequeño golpe. En cualquier caso, si Él no nos subyuga este año, nos subyugará dos años después. Si no nos subyuga en esta vida, nos subyugará cuando Él retorne. Puesto que Él está en nosotros, a pesar de todo Él deberá ser formado en nosotros.

ANDAR POR EL ESPÍRITU
PARA LLEVAR EL FRUTO DEL ESPÍRITU

Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. (Gá. 5:25)

Digo, pues: Andad por el Espíritu, y así jamás satisfaréis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. (vs. 16-18)

El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. (vs. 22-23)

Aquí el fruto del Espíritu es singular. No son nueve clases de frutos, sino una sola clase de fruto con nueve aspectos.

El que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. (6:8)

Hermanos, si alguien se encuentra enredado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre. (v. 1)

Hermanos y hermanas, ¿cómo puede Cristo vivir en nosotros, y cómo puede Él ser formado en nosotros? Esto depende por completo del espíritu y es llevado a cabo por el Espíritu de vida en nosotros. Hemos nacido del Espíritu. En este nacimiento Dios causó que el Espíritu de Su Hijo, el Espíritu de Cristo, aun Cristo mismo, entrara en nuestro ser. Dado que hemos nacido del Espíritu, debemos vivir y andar por el Espíritu. Así damos al Espíritu la oportunidad de extenderse dentro de nosotros para que cada parte de nuestro ser sea llena del Espíritu. Por tanto, Efesios 4:23 usa la frase el espíritu de vuestra mente. Esto indica que el Espíritu ha entrado en nuestra mente para llegar a ser el Espíritu en nuestra mente. Dado que la mente, que es la parte rectora del alma, tiene al Espíritu, también la parte emotiva y la voluntad tendrán al Espíritu. De esta manera el Espíritu es formado en todo nuestro ser. Esto es por completo la historia del Espíritu.

Por tanto, la clave de Gálatas es andar por el Espíritu. Cuando andamos por el Espíritu, le cedemos el terreno a Cristo. Cuando andamos por el Espíritu, dejamos que Cristo nos posea. Cuando andamos por el Espíritu, nuestro ser interior se entrega a Cristo poco a poco. No podemos decir simplemente que Cristo vive en nosotros y está siendo formado en nosotros; ésta es apenas una verdad doctrinal. ¿Cómo es que Cristo vive en nosotros? ¿Cómo es que Él está siendo formado en nosotros? La experiencia subjetiva tiene que ver con el Espíritu que está en nosotros. Debemos saber cómo seguir a este Espíritu y cómo aplicar a este Espíritu. Por tanto, en Gálatas el Espíritu no es llamado “el Espíritu Santo”, sino simplemente “el Espíritu”. Este Espíritu mora en nuestro espíritu. Este Espíritu es, por un lado, el Espíritu Santo y, por otro lado, nuestro espíritu.

El apóstol dijo que si vivimos por el Espíritu, debemos también andar por el Espíritu. Cuando vivimos por el Espíritu, el Espíritu vive en nosotros, y de este Espíritu procede fruto en muchos aspectos. Este fruto es Cristo mismo. Nueve aspectos de este fruto se mencionan en Gálatas. De hecho, hay más de nueve aspectos, pero sólo se enumeran nueve aspectos como ejemplos.

El apóstol también nos exhortó que si esto es así, debemos aprender a sembrar para el Espíritu. Cualquier cosa que hagamos, debemos hacerlo con miras a este Espíritu. Finalmente, segaremos la vida. No tenemos que esperar hasta el futuro, en la eternidad, para disfrutar de la vida eterna; más bien, hoy podemos segar la vida eterna. No obstante, si sembramos para la carne, segaremos corrupción, lo cual es muerte. Las expresiones de Gálatas 6:8 son muy similares a las de Romanos 8:6.

Gálatas 6:1 nos da un ejemplo. Dice que cuando intentamos restaurar a un hermano, debemos ejercitar un espíritu de mansedumbre; debemos restaurar a nuestro hermano “con espíritu de mansedumbre”. Por tanto, en tal momento, nuestra mente está en el espíritu, nuestros actos están en el espíritu, nuestra comunión con los hermanos y hermanas está en el espíritu, e incluso nuestra acción de restaurar a un hermano se da en el espíritu. Como resultado, somos hombres espirituales.

DAR FIN A LA CARNE MEDIANTE LA CRUZ
PARA DARLE ACCESO AL ESPÍRITU

El libro de Gálatas nos muestra, por el lado negativo, que no debemos guardar la ley, que debemos morir a la ley. Por el lado positivo, nos muestra que Cristo vive en nosotros y está siendo formado en nosotros. La ley está unida a la carne, mientras que Cristo está unido al Espíritu Santo. Cuando usted guarda la ley, eso equivale a estar en la carne; cuando usted vive a Cristo, eso equivale a estar en el Espíritu Santo. Por tanto, Gálatas también se refiere a la cruz. Aplicamos la cruz para dar fin a la carne y vivir en el Espíritu Santo. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias (5:24). Esto no es simplemente una doctrina, sino una experiencia. Con Cristo estoy juntamente crucificado; y ya no vivo yo. Yo he sido anulado. No sólo en lo referido a pecar no existe el “yo” ni hay cabida para el “yo”, sino que incluso cuando hacemos el bien tampoco existe el “yo” ni hay cabida para el “yo”. Este “yo” ha muerto en la cruz; este ego está en la cruz; esta carne está en la cruz. La cruz anula no sólo al “yo” malo, sino también al “yo” bueno. Yo he sido crucificado juntamente con Cristo. Los que son de Cristo han crucificado la carne.

El Señor Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24). Negarnos al yo significa poner nuestro yo en la cruz. Siempre que su yo quiera hacer el bien, debe ponerlo en la cruz. Siempre que su yo trate de ser paciente, debe poner su paciente yo en la cruz. Mientras usted esté dispuesto a poner su yo en la cruz, el Señor Jesús como Espíritu viviente tendrá cabida en usted.


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