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Arbol de la vida, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-813-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 16 Sección 2 de 2

EL ESPIRITU ES UNA DOSIS TODO-INCLUSIVA

Este Espíritu es una dosis todo-inclusiva. Con este Espíritu, tenemos la redención, la vida liberada, y la resurrección vencedora de Cristo. Dentro de la dosis todo-inclusiva está el elemento limpiador, el cual nos quita todos nuestros pecados, el mundo y de Satanás al limpiarnos. El elemento que limpia y redime está en el Espíritu y es lo que elimina lo negativo. Lo positivo, el elemento que imparte vida, que nutre y que suministra, también está en este Espíritu. Cuando alguien abre su ser al Señor Jesús para recibirle como su Salvador, este Espíritu inmediatamente entra en él con el poder redentor y con el poder impartidor, los cuales le redimen de todas las cosas negativas e imparten en él todas las positivas.

INJERTADOS EN CRISTO PARA DISFRUTARLE

Por este Espíritu somos liberados de todas las cosas negativas, y en este Espíritu hemos sido injertados en Cristo, llegando a ser así los pámpanos de la vid revelada en Juan 15. Cristo mismo es la vid, y nosotros los creyentes somos los muchos pámpanos de esta vid. Hemos sido injertados en Cristo por este Espíritu todo-inclusivo. Cuando creímos en Jesús, el Salvador, el Espíritu todo-inclusivo entró en nosotros, liberándonos de todas las cosas negativas por el lado negativo, y por el lado positivo, injertándonos en Cristo para que fuésemos pámpanos de Cristo.

El Espíritu vivificante, quien es el propio Cristo, el Verbo que era Dios, el Hijo de Dios y la realidad del Dios Triuno, está en nosotros. Debemos aprender no sólo a alimentarnos de El, o sea comerle, sino también a permanecer en El. Juan 1:12-13 nos dice que debemos recibirle y que creer en El equivale a recibirle. El libro de Juan también nos dice que debemos beber de El (4:14; 7:37) y comer de El (Jn. 6:57). Además, Juan nos dice que debemos permanecer en El (15:4). La secuencia dada en el libro de Juan es: recibirle, beber de El, comerle y permanecer en El. Primero, tenemos que recibirle para poder permanecer en El. Luego, tenemos que aprender cómo beberle y alimentarnos de El. Al beber de El y alimentarnos de El, podemos permanecer en El.

Todos necesitamos conocer y experimentar la realidad del árbol de la vida. La intención de Dios es presentársenos como el árbol de la vida. No sólo comemos de este árbol, sino que también permanecemos en él. No sólo tomamos algo de esté árbol y lo ingerimos, sino que también hemos llegado a ser parte del árbol. Al beber del Señor y alimentarnos de El llegamos a ser parte de El; llegamos a ser ramas del árbol. Cuando las ramas absorben el jugo vital del árbol, esto es beber de verdad. Las ramas beben del árbol y comen del árbol al absorber el zumo vital del árbol. Las ramas absorben todo lo que el árbol es y tiene y también permanecen en el árbol, existen en él. Sin el árbol, las ramas no pueden hacer nada, ni pueden vivir ni existir. En el árbol tienen su existencia.

El árbol en el cual tenemos nuestra existencia es el Dios Triuno. El Verbo que era Dios se hizo carne, murió y resucitó, y fue transfigurado en Espíritu vivificante. Ahora el Dios Triuno procesado es el Espíritu vivificante. ¡Qué hecho maravilloso que hoy exista este Espíritu vivificante! El Dios Triuno ha pasado por muchos procesos para llegar a ser una dosis todo-inclusiva que está disponible para cada uno de nosotros. Este Espíritu universal, eterno y vivificante, quien es Cristo el Señor, está esperando a que el hombre le reciba. A todos los que le reciben, les da potestad de ser hechos hijos de Dios. Ahora necesitamos aprender cómo beberle, cómo alimentarnos de El, y luego tenemos que permanecer en El. Debemos entender que somos Sus pámpanos. Tenemos que alimentarnos de El absorbiendo todo lo que El es para nosotros. Si permanecemos en El y absorbemos todo lo que El es, experimentaremos el elemento aniquilador que está en El. En la dosis todo-inclusiva, hay un elemento que mata los microbios, que pone fin a nuestra carne, a nuestro yo, a Satanás y al mundo.

Cuanto más intentemos dar fin a nosotros mismos considerándonos muertos, más estaremos vivos. El hermano Watchman Nee una vez nos dijo que una persona puede suicidarse de muchas formas, pero nadie puede suicidarse por medio de crucifixión. Ser crucificado requiere que otros pongan a uno en la cruz. Uno no puede clavarse a sí mismo en la cruz. Olvídese usted de darse fin a sí mismo. Simplemente aliméntese de El y permanezca en El. Cuanto más absorba el zumo vital de Cristo, del árbol de la vida, más sentirá dentro de usted el elemento aniquilador.

El Dios Triuno es nuestro árbol de la vida, y podemos participar de este árbol por causa de Su encarnación, Su muerte y resurrección. Por Su encarnación El introdujo a Dios en el hombre, y por Su muerte y resurrección, introdujo al hombre en Dios. Además, por Su muerte y resurrección, llegó a ser el Espíritu vivificante; fue transfigurado de la carne al Espíritu. Este Espíritu introduce a Dios en nosotros e introduce a nosotros en Dios. El nos injerta en Cristo, la vid universal, para hacernos pámpanos de esta vid. Ahora necesitamos disfrutar todo lo que El es. Al permanecer en El y disfrutarle, la iglesia llegará a existir como la verdadera expresión del Dios Triuno. Al disfrutar y experimentar nosotros el árbol de la vida, el propósito eterno de Dios se cumplirá. ¡Cuán importante es que conozcamos este árbol de la vida y que lo experimentemos de manera tan viviente!


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