Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el mensaje pasado vimos el núcleo de Génesis, que es Cristo y la iglesia. Cristo es la imagen de Dios, nuestra vida y Aquel que destruye al enemigo. En estos asuntos tenemos la divinidad de Cristo, la humanidad de Cristo y la obra redentora de Cristo. Hoy nosotros disfrutamos de la imagen de Cristo, de la vida de Cristo y de la obra destructora de Cristo. Este Cristo destruyó todo lo negativo, incluyendo el mundo, el pecado, la muerte y Satanás. ¡Cuán maravilloso es el Cristo que tenemos! La iglesia, la cual se compone de muchos Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, es producida a partir de este Cristo maravilloso. Todas estas personas son los componentes de la vida genuina de iglesia. Si queremos ver lo que es la iglesia, debemos ver los aspectos más significativos de estas personas.
En el libro de Génesis vemos primordialmente individuos, tales como Abel y Enós. Sin embargo, con Jacob, el último de estos individuos, tenemos la casa de Jacob. Cuando llegamos al libro de Éxodo, el segundo libro de Moisés, ya no vemos individuos, sino exclusivamente la casa de Jacob, la casa de Israel. En Éxodo no vemos a los creyentes individuales, sino a la casa de Israel como un cuerpo corporativo. Esto es un tipo de la iglesia corporativa. En este libro Dios se relaciona con la casa, la congregación, no con individuos.
Al comienzo del libro de Éxodo, la casa de Israel se encontraba en una condición caída en Egipto; todos los israelitas estaban esclavizados por los egipcios. Los israelitas estaban sufriendo este tipo de opresión, y necesitaban que Dios los liberara. Por consiguiente, el Señor intervino en su situación. Al venir a ellos, el Señor es representado por dos clases de personas.
La primera de estas personas es el Ángel de Jehová. El Ángel que se le apareció a Moisés en Éxodo 3:2 no era un ángel común; Él era el Ángel de Jehová. La mayoría de los maestros de la Biblia reconocen que este Ángel es el Señor Jesús. En su traducción de la Biblia, J. N. Darby escribe con mayúsculas la palabra Ángel para indicar que este Ángel no es un ángel común, sino un Ángel extraordinario, quien es Cristo mismo. Según el versículo 6, este Ángel dice: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Por lo tanto, el Ángel de Jehová, quien vino a liberar a los hijos de Israel, es el propio Dios.
El Señor también vino a los israelitas por medio de Moisés, quien era un tipo de Cristo. En Deuteronomio 18:15 Moisés dijo: “Un profeta como yo te levantará Jehová, tu Dios, de en medio de ti, de tus hermanos; a Él oiréis”. El profeta al que se refería Moisés era Cristo (Hch. 3:20-26). Por consiguiente, Moisés era una sombra de Cristo. Cuando el Ángel de Jehová vino con Moisés a visitar a Israel, ello indicaba que el Señor mismo había venido como el Ángel y como Moisés. Hoy en día nosotros sabemos que Cristo vino a nosotros como el Ángel de Jehová para librarnos de la esclavitud, y como Moisés para hablarnos.
El Señor también mandó a la casa de Israel que preparara un cordero (Éx. 12:3), el cual también era un tipo de Cristo. Cuando Juan el Bautista vio que Jesús venía hacia él, dijo: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Jn. 1:29). En el Antiguo Testamento el cordero fue inmolado el Día de la Pascua, y su sangre fue puesta en los postes de las puertas (Éx. 12:6-7). Después de esto los hijos de Israel comieron la carne del cordero “asada al fuego y panes sin levadura; [y] con hierbas amargas” (v. 8). El hecho de que la casa de Israel inmolara el cordero, pusiera la sangre en los postes de la puerta y comieran su carne, indica que nosotros debemos aplicar a Cristo a nuestra situación. Antes de que fuésemos salvos, no sólo estábamos bajo el cautiverio, sino que también nos encontrábamos bajo el juicio de Dios. Por esta razón, tuvimos que aplicar a Cristo para ser redimidos y también para ser liberados. Cristo es nuestro Redentor. Si aplicamos Su sangre a nuestros pecados, a los ojos de Dios estamos cubiertos por Su sangre y somos perdonados. Dios pasa por encima de nosotros porque estamos cubiertos por la sangre de Cristo.
Estando bajo la sangre, disfrutamos a Cristo como el suministro de vida, pues comemos Su carne. Así, no sólo tenemos la sangre redentora, sino también la vida que nutre. Cristo es bueno para comer. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida” y “el que me come, él también vivirá por causa de Mí” (Jn. 6:48, 57). Cristo no sólo es nuestro Redentor, sino también nuestra vida. No sólo somos redimidos por Su sangre, sino también nutridos por Su vida. Fíjense en el cuadro de la casa de Israel en Éxodo 12. Debido a que los israelitas estaban cubiertos por la sangre del cordero, Dios pasó por encima de ellos. Además, debido a que comieron la carne del cordero, ellos fueron nutridos y fortalecidos para salir de Egipto.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.