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Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6480-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 27 Sección 3 de 4

LA AUTORIDAD EN LA IGLESIA
NO ES HUMANA Y NATURAL,
SINO QUE ES EL TRONO
QUE ESTÁ SOBRE EL CIELO DESPEJADO

No debiéramos hablar de autoridad de una manera natural y humana. En la iglesia no hay autoridad humana. La autoridad en la iglesia es el trono que está sobre el cielo despejado.

Supongamos que los hermanos que llevan la delantera o los ancianos de una iglesia local no están bajo un cielo despejado; no obstante, ejercen autoridad con base en su posición. Esta clase de ejercicio de la autoridad no funciona debido a que carece de peso y del reinado; no hay un trono en el cielo despejado. Sin embargo, supongamos que los hermanos que llevan la delantera y los ancianos están continuamente bajo un cielo despejado, con una conciencia que es pura y libre de toda ofensa. Si ésta es su situación, ellos estarán sujetos al trono celestial y con ellos habrá peso y autoridad. Por tanto, no será necesario que ellos reclamen tener autoridad sobre los santos.

Si alguien reclama tener autoridad sobre los santos, esto indica que tal persona no tiene ninguna autoridad. Siempre y cuando estemos bajo un cielo despejado con un trono encima de él, no hay necesidad de decir que tenemos autoridad: la autoridad simplemente está allí. Jamás debemos intentar traer a otros bajo nuestra autoridad. Eso sería una jerarquía, algo propio de una organización. No debemos intentar regir sobre los santos; más bien, debemos humillarnos y permanecer sujetos al trono que está en el cielo despejado.

Es vergonzoso que alguien diga ser la autoridad en una iglesia local. ¡No existe tal cosa! En la iglesia no hay autoridad humana. El Señor Jesús dijo: “Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos autoridad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro esclavo” (Mt. 20:25-27). En Mateo 23:11 Él dijo: “El más grande de vosotros, será vuestro servidor”. Ésta es la manera de ejercer autoridad. La autoridad no es mía ni suya, ni de algún otro. La única autoridad es el trono que está sobre el cielo despejado.

Les puedo asegurar que si estamos bajo un cielo despejado con el trono encima del mismo, la autoridad genuina estará con nosotros. No habrá oposición o persecución alguna que pueda derrotarnos o sacudirnos porque el cielo y el trono están con nosotros. Si el cielo sobre nosotros está despejado y el trono está con nosotros, tendremos la autoridad y el peso.

El peso que una persona tiene delante de Dios es proporcional al grado en que dicha persona está sujeta a la autoridad de Dios. Un cierto hermano podría ser muy apropiado en su hablar y en su comportamiento; sin embargo, es liviano como una pluma y carece por completo de peso. Esto indica que él no está sujeto al trono. Sin embargo, tal vez la situación con otro hermano sea muy distinta. Cuando usted trata con él, tiene el sentir de que es una persona de peso e inspira respeto. Este hermano es una persona de peso debido a que ha aprendido a sujetarse a la autoridad de Dios. Cuanto más se sujete al trono, mayor peso tendrá.

Permítanme contarles la experiencia que una misionera tuvo en China. Por ser alguien que predicaba de manera prevaleciente sobre la regeneración, ella se encontraba bajo la autoridad de Dios, por lo cual era una persona con autoridad y peso en el Señor. Cierto día, el barco en el que ella viajaba fue tomado por unos piratas, quienes tomaron control de la nave por varios días. Mientras los piratas buscaban en su camarote dinero y joyas, la misionera permaneció tranquilamente sentada, sin temor alguno. Ella le dijo al líder de los piratas que hacía demasiado calor para confinar a los pasajeros a sus camarotes; además, le dijo que debía asumir la responsabilidad de mantener limpio el barco. El líder de los piratas le obedeció y ordenó a sus hombres que limpiasen el barco. Así pues, un feroz líder pirata vino a estar bajo la autoridad de aquella misionera debido a que ella estaba sujeta al trono. Ella se sujetó a la autoridad de Dios; por tanto, la autoridad de Dios estaba con ella.

Debemos comprender que el peso que tengamos depende de nuestra sujeción al trono. Las palabras que un hermano dice pueden tener peso y poder, mientras que esas mismas palabras pronunciadas por otro hermano no tienen nada. La razón para ello es que aquel hermano está bajo un cielo despejado con el trono, mientras que éste se encuentra bajo un cielo oscuro y nublado, carente del trono. Es fácil aprender a repetir o citar las palabras dichas por otros; pero que esas palabras tengan peso o no dependerá de si la persona que las dice está bajo un cielo despejado con el trono en él. La vida cristiana apropiada y la vida de iglesia apropiada es una vida sujeta al trono que está sobre un cielo despejado.

Quisiera recordar a todos los queridos hermanos que tienen alguna responsabilidad en las iglesias locales que jamás deben ejercer su autoridad. Debemos comprender que ninguno de nosotros tiene autoridad alguna. La autoridad es el trono. Consideren la situación con Moisés en el libro de Números. Cuando el pueblo de Israel se rebeló contra Moisés, él no ejerció su autoridad. En lugar de ello, Moisés y Aarón se postraron e invocaron la autoridad más elevada. Entonces el Señor intervino para vindicarlos (Nm. 14:5; 16:1-4, 22; 20:2-6). Es un grave error ejercer autoridad sobre otros en la iglesia. Nada es más vergonzoso que esto. Ejercer autoridad sobre los santos no es nada glorioso, sino que es vergonzoso. Ninguno de nosotros es la autoridad. La autoridad es el hombre sobre el trono. Es necesario que tengamos al hombre sobre el trono en nuestro cielo despejado. En la vida de iglesia tenemos necesidad de un cielo despejado con un trono celestial.

El Señor necesita tal iglesia hoy. Él necesita un grupo de seres vivientes en coordinación. Mientras ellos están de pie o andando sobre la tierra, los cielos están abiertos a la tierra. Por medio de ellos el trono celestial es transmitido a la tierra. En esto consiste la vida de iglesia.

No adopten la manera natural y humana de proceder según la cual se ejerce todo tipo de autoridad. Incluso si otros vienen a usted buscando reconocerlo como una autoridad, usted tiene que rehusarse. Debe decir a estas personas que usted no es la autoridad. La autoridad no consiste en esto. La autoridad apropiada es un asunto relacionado con el trono que está sobre el cielo despejado; no es de manera alguna un asunto relacionado con una organización y jerarquía. Debemos tener un cielo despejado con un trono.

Es vergonzoso tener poder entre los santos, ser la autoridad entre los santos o pretender que los santos deban escucharnos. Siempre hemos considerado a Pablo como un gran apóstol. Pero su nombre significa “pequeño”, y él se consideró a sí mismo como menos que el más pequeño de todos los santos (Ef. 3:8). Pablo podría haber dicho: “Me dan un título demasiado elevado. No soy digno de ello”.


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