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Testimonio de Jesús, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8269-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 11 Sección 4 de 6

EL SEÑOR RESERVA UN REMANENTE
PARA QUE SEAN SALVOS DE LA GENERACIÓN MALVADA
Y EDIFICA LA VIDA DE IGLESIA

En la antigüedad todos los israelitas eran el pueblo de Dios. En el templo ellos adoraban a Dios y leían y estudiaban la ley de Moisés. Sin embargo, un día Elías les acusó, diciendo: “Los hijos de Israel han abandonado Tu pacto, han derribado Tus altares y han matado a espada a Tus profetas; he quedado yo solo, y procuran quitarme la vida”. El Señor le respondió: “Yo he hecho que queden en Israel siete mil: todas las rodillas que no se han postrado ante Baal y toda boca que no lo ha besado” (1 R. 19:10, 18). Siete mil israelitas es un buen número, pero comparado con millones de ellos es bajo. Hoy continúa la misma situación entre los cristianos. Todos ellos constituyen el pueblo de Dios, pero casi todos “se han postrado ante Baal”. Baal era un ídolo, y el principio rector de un ídolo consiste en que algo aparte de Dios ocupa a las personas. Los grandes almacenes, nuestras compras desmedidas, la manera en que gastamos el dinero que el Señor nos da, tener cabello largo, faldas cortas, las modas actuales, la televisión y los periódicos, todos pueden ser ídolos ante los cuales los creyentes se han postrado y siguen postrándose. Día tras día, el pueblo de Dios da culto a los automóviles, las casas, las vestimentas, la educación, la fama, la posición social y las promociones. Incluso un reverendo, un pastor o una denominación pueden convertirse en un ídolo para algún creyente. Todos aquellos que tienen ídolos no aman al Señor a ningún precio ni renuncian a todo lo demás. Todo aquello a que nos aferramos constituye un ídolo. Al parecer, no son muchos los que aman al Señor de manera absoluta, pero en realidad, Él se ha reservado para Su vida de iglesia un buen número, los cuales están edificando el arca a fin de ser salvos de la generación actual, para salvar a otros y para tener la vida de iglesia.

LA EXPERIENCIA MÁS ALTA DE NUESTRA SALVACIÓN
ESTÁ EN LAS IGLESIAS LOCALES
COMO CANDELEROS DE ORO

El libro de Apocalipsis no trata de nuestra salvación personal, sino acerca de los candeleros de oro. Muchos cristianos no muestran interés alguno en los candeleros mencionados en Apocalipsis. Tal vez sienten que los candeleros y la ciudad de oro junto con sus doce puertas son demasiados misteriosos y que es mucho más práctico contarle a la gente historias de los libros de Mateo y Juan, historias acerca de Jesús, del gran amor que sentía hacia María y Lázaro, y de los milagros que hizo. Como dijimos anteriormente, muchos cristianos han sido “embotados”, ya que sólo se preocupan por su salvación eterna, pese a que ellos han sido salvos solo hasta un grado muy bajo. A las personas no les gusta escuchar que ellos han sido salvos sólo hasta un grado muy bajo; sin embargo, al final, todo creyente tendrá que enfrentarse a la situación que expondrá cuánto han sido salvos. Podemos engañar a los demás y podemos engañar a la iglesia, pero no podemos engañar a Dios. El libro de Apocalipsis contiene la salvación más alta, la cual es los candeleros de oro, el arca actual, esto es, las iglesias.

NUESTRA NECESIDAD ES ESTAR
EN LAS IGLESIAS LOCALES EN EL ASPECTO PRÁCTICO

Algunas personas nos cuestionan acerca de qué queremos decir cuando hablamos de la iglesia, y nos preguntan: “¿Quieren decir que solo ustedes son la iglesia?”. Debemos leer de nuevo nuestra Biblia. Después de Su resurrección, el Señor se apareció a quinientos hermanos a la vez, pero solamente ciento veinte estaban en la vida de iglesia de manera práctica. No debemos pensar que siempre y cuando seamos cristianos, ya estamos en la iglesia. Si pensamos así, nos engañamos a nosotros mismos y también engañamos a los demás. Podemos ser miembros de la iglesia en nombre, pero esto no vale mucho, si no estamos en la iglesia de manera práctica. Podemos usar como ejemplo a los judíos que están en la tierra hoy. En la actualidad hay más de doce millones de judíos, y solo en la ciudad de Nueva York hay cerca de un millón. Sin duda, todos ellos son judíos genuinos. Todos ellos pueden decir: “Yo soy un miembro de la raza judía”. No obstante, no todos estos judíos constituyen la nación de Israel. Para ser miembro de la nación de Israel, ellos deben regresar a la tierra de sus ancestros. Algunos se opondrán y dirán: “No sean tan intransigentes. ¿Cómo voy a volver a Israel? Aquí tengo mi casa, mi negocio y mis inversiones. Todos los meses envío mucho dinero para ayudar a Israel”. No importa cuánto dinero usted pueda enviar a Israel, usted no se encuentra en Israel. Usted es sólo uno que ayuda a Israel. Únicamente aquellos que regresan a la tierra de sus antepasados constituyen la nación de Israel actual. De igual manera, por muy bueno que sea un cristiano, si él no está en las iglesias locales, él no se halla en la iglesia de manera práctica. Él es un miembro del Cuerpo de Cristo, pero en la práctica él no está vida de iglesia. Para estar en la iglesia en el aspecto práctico, debemos pagar un precio y entrar en la iglesia local. Esto no es algo insignificante.

Cuando algunos misioneros me preguntaron: “¿Está diciendo que usted sí es la iglesia y nosotros no?”. A esto contesté: “Ustedes no tienen que preguntármelo a mí, simplemente pregúntenselo a ustedes mismos. Ustedes se han denominado presbiterianos, y si lo son, entonces no son la iglesia. No les gusta que nosotros nos llamemos lo que somos, pero si no nos llamamos la iglesia, entonces, ¿qué deberíamos llamarnos?”. Si una mujer es la esposa del señor Smith, entonces ella es la señora Smith. No sería lógico que alguien afirme ser la señora Smith, y lleve el nombre de “señora Johnson”. Estos queridos misioneros finalmente se dieron cuenta de que no podían argumentar conmigo. Si lo hacían, perderían el caso. Incluso antes de discutir conmigo, ellos ya habían perdido el caso. Si ellos se llaman a sí mismos “señora Johnson”, no tiene caso llamarse “señora Smith”. Por tanto, les dije: “Si ustedes quieren ser la iglesia junto con nosotros, desháganse del nombre presbiteriano”. Sin embargo, ellos respondieron que no podían hacerlo. Siempre y cuando ellos no abandonen el nombre presbiteriano, en la práctica, ellos no son la iglesia. Más bien, siguen permaneciendo en el protestantismo, el cual forma parte de la generación torcida y perversa actual. El Señor desea únicamente obtener la iglesia pura, un candelero de oro puro, una novia pura. Guardar cualquier mixtura equivale a confusión. Ésta no es la iglesia y no forma parte de la Nueva Jerusalén. Más bien, se acabará quemando junto con Babilonia.

Todos debemos ser salvos de la generación torcida por medio de la edificación del arca. Incluso en este momento en que hablamos estas cosas, estamos edificando. Decir que el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo son parte de la presente generación, y que solamente las iglesias locales son el arca, puede considerarse una afirmación muy osada. Sin embargo, debemos combatir por esta verdad en todo el mundo. Debemos combatir contra la generación perversa actual, que incluye el mundo, el judaísmo, el catolicismo, el protestantismo e incluso los grupos libres con su hablar en lenguas. Estos grupos no son la iglesia, sino que forman parte de la generación torcida actual.


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