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Cristo como el Espíritu en las Epístolaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6299-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 6 Sección 2 de 4

EL ESPÍRITU QUE UNGE
Y EL ESPÍRITU DEL MUTUO PERMANECER,
PRESENTADOS EN LAS EPÍSTOLAS DE JUAN

En las Epístolas de Juan, queda implícito que el Espíritu es el Espíritu que unge (1 Jn. 2:20, 27). Luego 3:24 dice: “En esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. El versículo 13 del capítulo 4 dice a continuación: “En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros, en que nos ha dado de Su Espíritu”; y el versículo 15 dice: “Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios”. Estos versículos muestran que Dios es uno con nosotros, que Dios mora en nosotros y que nosotros moramos en Dios por medio de este Espíritu que unge. Por tanto, el Espíritu presentado en las Epístolas de Juan es el Espíritu del mutuo permanecer. Permanecemos en Dios por medio del Espíritu que unge, y Dios permanece en nosotros por medio de este Espíritu.

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN PRESENTADO EN JUDAS

Judas 20 dice: “Vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo”. El Espíritu presentado en Judas es el Espíritu de oración.

LOS SIETE ESPÍRITUS PRESENTADOS EN APOCALIPSIS

El Espíritu que habla es el Señor mismo

En los primeros tres capítulos de Apocalipsis vemos al Espíritu que habla, quien es el Señor mismo (2:1, 7-8, 11-12, 17-18, 29; 3:1, 6-7, 13-14, 22). Al principio de cada una de las siete epístolas halladas en los capítulos 2 y 3, es el Señor mismo el que habla, pero al final de cada epístola leemos: “Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Esto demuestra que el Espíritu que habla es el Señor mismo. El Señor es el Espíritu que les habla a las iglesias todo el tiempo.

El Espíritu es los siete ojos
y las siete lámparas de fuego
que sirven para escudriñar y arder

El versículo 5 del capítulo 4 dice: “Del trono salían relámpagos y voces y truenos; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios”. El Espíritu aquí es los siete Espíritus que son las siete lámparas que arden delante del trono de Dios. Luego 5:6 dice: “Vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero en pie, como recién inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. Las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios, y estos siete Espíritus son los siete ojos de Cristo.

Apocalipsis es un libro sobre el juicio de Dios

Apocalipsis habla acerca del juicio de Dios. En el Evangelio de Juan, vemos como Juan podía reposar su cabeza sobre el pecho de Cristo. Sin embargo, cuando vio a Cristo como se narra en Apocalipsis 1, él cayó como muerto a Sus pies (v. 17). El Jesús presentado en Juan y el Jesús presentado en Apocalipsis son la misma persona, pero se hallan en dos diferentes clases de medio ambiente. En el Evangelio de Juan, Él está en una atmósfera de amor y de gracia, pero en Apocalipsis está en una atmósfera de juicio. En el Evangelio de Juan, las palabras de gracia salen de la boca del Señor, pero en Apocalipsis la palabra de Su boca es una espada que aniquila y juzga (1:16).

En Apocalipsis el Espíritu juzga al iluminar y escudriñar. En este libro, por tanto, los siete Espíritus son el Espíritu que ilumina, escudriña y juzga. Las lámparas de fuego iluminan, y los ojos del Cordero escudriñan. El Señor tiene ojos como llama de fuego (v. 14), y estos ojos son las siete lámparas. El Señor juzga por medio de fuego, mediante el Espíritu que ilumina, escudriña y arde. Por esto los juicios mencionados en este libro son ardientes, algo relacionado con el fuego.

En primer lugar el Espíritu ilumina como una lámpara; en segundo lugar, lo ve todo y escudriña; y en tercer lugar arde. Cuando arde así, Él juzga. Ésta es la manera que se aplica 1 Corintios 3:12 y 13, donde leemos: “Si sobre este fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas, madera, hierba, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego es revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego mismo la probará”. Si nuestra obra es oro, plata y piedras preciosas, no se quemará, sino que será probada por el fuego. Sin embargo, si nuestra obra es de madera, hierba y hojarasca, sin duda será quemada. Si lo que tenemos y lo que hacemos es sólo madera, hierba y hojarasca, el fuego lo consumirá todo. Sin embargo, si lo que tenemos y hacemos es oro, plata y piedras preciosas, será aprobado por el fuego.


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