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Predicar el evangelio en el principio de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3771-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 14 Sección 4 de 5

COORDINAR Y COMPENETRARNOS UNOS CON OTROS
PARA CUIDAR DE LAS PERSONAS

En el pasado aprendimos que predicar el evangelio en la iglesia es una buena oportunidad para unirnos, para ser entrelazados y mezclarnos unos con otros. Por consiguiente, existe una verdadera necesidad de que algunos hermanos y hermanas asuman la responsabilidad para que esta mezcla se lleve a cabo. Ellos deben ser los “compenetradores”. Si coordinamos bien en el evangelio, todos los hermanos y hermanas se compenetrarán. Somos demasiado independientes, y nos gusta demasiado nuestra privacidad. Sin embargo, puesto que somos cristianos, no podemos siempre conservar nuestra privacidad. Tenemos que compenetrarnos unos con otros. Si todos nos compenetramos, esto dejará una profunda impresión en los incrédulos y en los recién convertidos.

Un hermano puede orar por un amigo, un familiar, un vecino o un compañero de clases, predicarle el evangelio y contactarlo con cierta regularidad. No obstante, incluso en las cosas materiales, no es muy eficaz que alguien lo haga todo solo. Sería más prevaleciente si dicho hermano le pidiera a uno, a dos o a cinco hermanos que le ayuden a cuidar de esta persona. Si en la iglesia hay algunos hermanos que asuman cierta responsabilidad, este hermano podría darles a ellos el nombre de su amigo o familiar, proveyéndoles también algunos detalles específicos. Entonces estos hermanos responsables podrían considerar a esta persona, y descubrir cuáles son sus necesidades. Podrían descubrir que esta persona necesita que cierto hermano se haga cargo de él, y podrían darle el nombre a dicho hermano. Entonces el hermano debería tomar esto como una responsabilidad que el Señor le ha confiado. Espontáneamente él contactará al primer hermano para tener comunión acerca de esta persona nueva, y entonces ellos tratarán de saber qué hacer. Luego, después de una o dos semanas los hermanos responsables podrían evaluar la situación nuevamente y percatarse de que esta persona necesita que un tercer hermano la cuide, y podrían entregarle esta carga a dicho hermano. Esto es simplemente un ejemplo del principio de la compenetración.

Si optamos por este camino, nuestros amigos y vecinos comprenderán que los cristianos son personas maravillosas, pues tanto viejos como jóvenes, de clase alta o baja, sean estadounidenses o chinos, todos laboran juntos como un solo hombre para un mismo fin. Esto será un testimonio muy convincente para ellos, y será fácil traerlos al Señor. Luego, después de que sean salvos, también será fácil introducirlos en la vida de iglesia. Esto nos permite ver de antemano y anticipar que la edificación del Cuerpo de Cristo se llevará a cabo por medio de esta clase de predicación.

Toda la iglesia, todos los miembros, deben ejercer exitosamente su función de predicar el evangelio. Ésta es la parte principal de la vida de iglesia. La iglesia está aquí por causa del testimonio de Jesús, a fin de ganar a las personas de la mano usurpadora del enemigo. Estamos aquí día tras día para esto, e incluso combatimos por esto. Vivir por causa del evangelio es la manera apropiada de practicar la vida de iglesia. Cada mes y cada año, vivimos por causa del evangelio, vivimos a fin de ganar a las personas para Cristo. No estamos procurando simplemente ser personas espirituales; en lugar de ello, vivimos para que Cristo pueda ensanchar y extender Su reino.

Tenemos que conocer cuál es la manera apropiada de predicar el evangelio, y debemos entender que nuestro propósito como el Cuerpo viviente que somos es derrotar al enemigo y liberar, ganar, las almas que están en su mano usurpadora. Esto se lleva a cabo simplemente mediante el vivir de la iglesia, es decir, mediante la vida de iglesia. Es nuestra expectativa que algún día la iglesia en este lugar deje de tener reuniones del evangelio, y aun así, cada mes un buen número de personas siga siendo añadido a la iglesia. Ésta es la manera normal. Muchas personas podrán ponerse en pie para dar testimonios y decir cómo fueron salvas simplemente mediante el testimonio viviente de los queridos hermanos y hermanas. Todos debemos ponernos de acuerdo para aprender a hacer las cosas de esta manera, es decir, aprender a permanecer en el Señor, a vivir con Él y a ser edificados unos con otros.

Debemos dar a otros los nombres de aquellos que estamos contactando, a fin de tener comunión al respecto. Estas personas entonces vendrán a ser el material con el cual trabajaremos. Después de que recibamos los nombres de las personas que hay que cuidar, nunca debemos hacer nada solos. Debemos hacerlo todo por el camino de la cooperación, y contactar a algunos hermanos o hermanas para orar y tener comunión. De esta manera todos seremos cada vez más edificados unos con otros, y también tendremos mucha comunión con respecto a este asunto. ¡Cuán maravilloso sería esto! Éste es el fluir de la sangre, de la vida, en el Cuerpo; si entre nosotros se da este fluir, el Cuerpo será saludable.


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