Iglesia como el Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4182-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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A fin de que Dios pudiera entrar en el hombre, era necesaria la encarnación; y a fin de que el hombre pudiera entrar en Dios, era necesario el proceso de la muerte y la resurrección. Éste es el principio del edificio de Dios. Para poder edificar la iglesia, Dios tiene que realizar una obra demoledora en nosotros. Esta obra incluye la muerte. Abraham creyó que Dios es Aquel que llama las cosas que no son como existentes, y también creyó que Dios es Aquel que da vida a los muertos (Ro. 4:17). Éste es el Dios en quien Abraham creyó. Llamar las cosas que no son como existentes alude a la creación; y dar vida a los muertos alude a la redención y a la edificación. Dios es un Dios creador, Aquel que llama las cosas que no son como existentes; y también es un Dios redentor y edificador, Aquel que da vida a los muertos.
La obra que Dios realiza en el universo se lleva a cabo en dos pasos, o podemos decir que Dios lleva a cabo dos clases de obra. Una clase de obra es la obra de la creación, y la otra es la obra de la redención, que es también la obra de la edificación. En el universo Dios únicamente lleva a cabo dos clases de obra, a saber: la creación y la edificación. La obra de edificación se conoce comúnmente como la obra de redención. Sin embargo, no es acertado hablar de ella simplemente como una obra de redención. A menudo consideramos la obra de edificación de Dios como parte de Su obra redentora; y es por eso que enfatizamos la redención, pero no prestamos atención a la edificación. Sin embargo, aun si el hombre no hubiera caído y, por ende, no se necesitara la redención, Dios aún habría llevado a cabo Su obra de edificación. La creación de Dios tenía como fin la edificación. Incluso si el hombre que Dios creó no hubiera caído y no hubiera necesitado ser redimido, aun así, Dios habría necesitado la edificación.
La obra de edificación de Dios es un tema muy especial. Dios creó a Adán y edificó a una mujer, Eva. Podemos afirmar que Dios creó a ambos, varón y hembra. Sin embargo, no muchos de nosotros podemos discernir la diferencia entre la creación que hizo Dios de Adán y la creación de Eva. En el caso de Adán, Dios llamó las cosas que no son como existentes, pero en el caso de Eva, Dios dio vida a los muertos. Aunque Dios creó a ambos, varón y hembra, la creación del varón consistió en llamar las cosas que no son como existentes, mientras que la creación de la mujer consistió en dar vida a los muertos. Cuando Dios creó al varón, el varón no existía, así que Dios lo creó llamando al hombre para que fuese; pero cuando creó a la mujer, puesto que el hombre ya existía, Dios introdujo al hombre en la muerte, y por medio de la muerte y resurrección, edificó a una mujer. El sueño que Dios hizo caer sobre Adán fue su muerte. Además, su costado fue abierto, y una de sus costillas fue sacada. Todos los biólogos están de acuerdo en que si un miembro se separa del cuerpo, dicho miembro se muere. Así que, la resurrección que vino después de la muerte fue la que produjo a Eva.
Por consiguiente, hay una diferencia entre el hecho de que Eva fuera edificada y el hecho de que Adán fuera creado. El hecho de que Dios creara a Adán puede considerarse simplemente como un acto de creación, mientras que el hecho de que edificara a Eva no fue simplemente un acto de creación, sino que más bien una obra de edificación en la cual Dios usó el material que ya había creado. Adán fue el material creado. Fue con este material que Él dio un paso adicional para hacer una obra de edificación a fin de edificar a Eva. Sin embargo, aquello fue solamente una sombra de la obra de edificación.
Cuando Dios creó a la humanidad, aquello fue Su obra de creación. Sin embargo, después de redimirnos, toda obra que Dios lleve a cabo en nosotros está relacionada con la edificación. Después de redimirnos, Dios continuamente opera en nosotros. Esta obra es una obra de edificación. ¿Qué clase de obra está realizando Dios en esta era? Dios está realizando la obra de edificación. En Génesis 2 Dios realizó la obra de creación, que consistió en preparar el material. Sin embargo, en el capítulo 3 el material se corrompió. Así que, a partir de este punto, la obra de Dios estaba relacionada con la redención. Cuando el Señor Jesús fue a la cruz y efectuó la obra de redención, Dios recobró el material; no obstante, la obra de Dios no se detuvo allí, pues después de efectuar la obra de redención por medio de la cruz, Dios ha venido llevando a cabo una obra de edificación.
La obra de edificación empezó en Mateo 16. Una vez que la redención fue efectuada en la cruz, empezó la obra de edificación. Después de la muerte y la resurrección del Señor, Dios únicamente ha estado haciendo una obra de edificación. Él está edificando la iglesia, el Cuerpo, una morada. El resultado de la edificación es que se produzca una ciudad, la Nueva Jerusalén. Así pues, vemos que después de la creación viene la redención, y que después de la redención, viene la edificación. Sin embargo, los cristianos siempre consideran que la edificación está incluida en la redención; es por ello que las personas únicamente prestan atención a la redención y pasan por alto la edificación.
Hablemos de la redención y de la edificación por separado. Todos fuimos creados por Dios, pero además, todos nos hallábamos perdidos, y después fuimos redimidos por Dios. La redención de Dios nos recobra a nosotros, los materiales perdidos. Sin embargo, la obra de Dios no se detuvo con la redención, pues después de redimir al hombre y de recobrarlo, Él empezó Su obra de edificación en el hombre. Nunca debemos imaginarnos que Dios está edificando una mansión celestial; no existe tal cosa. En Juan 14:2 el Señor dijo: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. ¿Qué lugar fue a preparar? Desde que surgió la Asamblea de los Hermanos, todas sus enseñanzas han sido objetivas. Se les ha enseñado a las personas que el Señor Jesús fue a preparar una mansión celestial, a preparar muchas pequeñas habitaciones en la mansión celestial, y que una vez que la mansión termine de construirse, Él vendrá para llevarnos a dicha mansión. Es como si el propósito de la segunda venida del Señor fuese llevarnos a las pequeñas habitaciones. En realidad, nosotros somos las muchas habitaciones que el Señor está preparando; Él no necesita venir a llevarnos a esas habitaciones. Si recibimos luz y revelación, veremos que el pensamiento hallado en Juan 14 es que la ida del Señor equivalía a Su venida, es decir, que al irse, Él estaba viniendo. De manera que el “lugar” mencionado en Juan 14:2, la “morada” mencionada en Efesios 2:22, la “casa espiritual” de 1 Pedro 2:5, la “ciudad que tiene fundamentos” mencionada en Hebreos 11:10 y la futura “Nueva Jerusalén” descrita en Apocalipsis 21:2, todas ellas se refieren a la única obra de edificación que Dios lleva a cabo.
Dios no está edificando un templo santo sobre la tierra y al mismo tiempo una ciudad santa en los cielos. Dios jamás tenía la intención de edificar una iglesia sobre la tierra y una mansión en los cielos, y luego un día cambiar de domicilio y mudar todo lo de la tierra a los cielos. Dios no tiene la intención de hacer esto; en la Biblia no hallamos semejante pensamiento. La edificación mencionada en estos pasajes de las Escrituras se refiere a un solo edificio. Por lo tanto, el lugar que el Señor fue a preparar en Juan 14 es la iglesia hoy. El comienzo del capítulo 14 puede darnos la impresión de que el Señor está preparando una morada en el cielo, pero en la mitad de este capítulo y también al final del mismo capítulo, nos deja claro que la morada se refiere a un grupo de personas que son edificadas por el Señor. El Señor dijo que Él vendría después de que se hubiera ido. ¿Cómo viene Él? Viene como el Espíritu Santo y mora en nosotros. El Señor y el Padre vienen para hacer una morada con nosotros mediante el Espíritu Santo, quien trabaja en nuestro ser para hacernos la morada del Dios Triuno.
En breve, la Biblia nos muestra que Dios tiene una sola obra en el universo. Después de la creación, Él efectuó la redención; y después de la redención, Él continúa llevando a cabo una sola obra, la obra de edificación. Mateo 16 nos habla de esta edificación, y Juan 14 también nos habla de dicha edificación; sin embargo, estas palabras sólo tenían que ver con la preparación del edificio, pues éste aún no existía. Hebreos 11 se relaciona con la preparación del edificio, y Efesios 2 y 4, 1 Pedro 2 y 1 Corintios 3 también nos hablan de este edificio. Cuando este edificio se haya terminado completamente, aparecerá la Nueva Jerusalén, la cual será la plena consumación del edificio de Dios.
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