Práctica de la vida de iglesia según la manera ordenada por Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0247-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El tercer punto principal del recobro del Señor es el recobro en cuanto a la unidad única del Cuerpo de Cristo (Jn. 17:11, 22-23; Ef. 4:3-6). El recobro de la unidad del Cuerpo de Cristo es un asunto crucial. En el cristianismo cada diferencia de enseñanza produce una división. Los bautistas del sur se jactan de su revelación acerca del bautismo por inmersión; así que, hasta se denominan según esta revelación. De la misma manera, la iglesia presbiteriana está orgullosa de haber visto el asunto del presbiterio, es decir, que la iglesia debe ser gobernada por ancianos; los luteranos se han denominado en conformidad con Lutero y lo que él enseñó acerca de la justificación por la fe; y los metodistas han formado una denominación y se han dado el nombre metodista por causa de la enseñanza de Wesley acerca del método de vivir una vida apropiada.
Según la enseñanza de Pablo, no es posible evitar diferencias entre los cristianos, pero ninguna diferencia merece ser causa de división. En Romanos 14 Pablo mostró que había diferencias entre los creyentes, dando como ejemplos diferencias en las comidas y los días festivos (vs. 2-6). Aunque Pablo enseñó que tales diferencias no deben ser factores de división entre los creyentes, algunos cristianos han utilizado tales diferencias para edificar divisiones de las cuales se glorían. No obstante, para nosotros esta práctica es una vergüenza.
En 1987 algunos hermanos disidentes entre nosotros comenzaron a crear divisiones. Ellos dicen que mi ministerio ha llegado a ser un sistema que ha sometido a sí mismo a todas las iglesias edificadas por el ministerio, haciéndolas “iglesias ministeriales” que ya no son verdaderas iglesias locales. También dicen que el énfasis de mi ministerio ha cambiado, y que esto ha cambiado la naturaleza del recobro del Señor. Estos disidentes han tomado esto como pretexto para separarse y formar varias divisiones. Aunque rotundamente niego sus alegaciones acerca de mi ministerio, aun si fueran ciertas, eso no justificaría ninguna división.
Los disidentes también dijeron que una iglesia local no está sujeta a ninguna clase de apóstol. Según ellos, una vez que los apóstoles establecen ancianos en una localidad, los apóstoles no deben meterse en los asuntos de la iglesia allí. Sin embargo, Pablo no enseñó eso, ni tampoco lo practicó. Pablo nombró ancianos en Éfeso, y luego se quedó allí durante tres años (Hch. 19:1, 8-10; 20:17-20, 27, 31). De la misma manera, de 1927 a 1952, el hermano Nee permaneció en Shanghái, y la iglesia en Shanghái estuvo bajo su liderazgo veinticinco años. Más aún, en 1948 él me nombró anciano en Shanghái. No se mantuvo lejos de la iglesia allí; más bien, al cuidar de la iglesia me nombró como anciano. El año siguiente, en 1949, por causa de la situación política, el hermano Nee me envió de China a Taiwán.
Según las epístolas escritas por Pablo, la unidad del Cuerpo de Cristo abarca muchas diferencias sin tener división. Actualmente en el recobro practicamos el bautismo por inmersión. Sin embargo, si alguien insistiera en bautizar a otros por aspersión, esto no justificaría la creación de una división. Supongamos que hoy en cierta ciudad hubiera una iglesia local que guardara el sábado como día de reposo. Tienen la práctica de celebrar la mesa del Señor el séptimo día, el sábado, en lugar del octavo día, el día del Señor, el cual es también el primer día de la semana. ¿Los consideraría usted como una división? ¿Tomaría la mesa del Señor con ellos? Yo participaría de la mesa del Señor con ellos. Si ellos me rechazaran porque mi práctica es tomar la mesa el octavo día en lugar del séptimo, ellos serían divisivos. De la misma manera, si yo dijera que debido a que tomo la mesa el octavo día, el día del Señor, no la tomaría con ellos en el séptimo, entonces yo sería divisivo.
Decir que vencemos las cosas divisivas es fácil, pero practicarlo no lo es. Según el Nuevo Testamento, no hay nada que merezca ser causa de división. No importa si nos gustan ciertas cosas en la vida de iglesia o no; no es cuestión de gusto. Qué maravilloso sería si algunos entre nosotros guardaran el día de reposo, si algunos guardaran el octavo día, si algunos fueran rociados y otros sumergidos, y si otros aun siguieran a la señora Penn-Lewis, que ni siquiera practicaba el bautismo físico, sino que creía únicamente en el bautismo del Espíritu. Si pudiéramos tener personas con tales diferencias sentadas juntas, diciendo: “Aleluya, alabado sea el Señor”, eso sería una señal de que tenemos la unidad genuina. Todos necesitamos hacer realidad tal recobro de la unidad única del Cuerpo de Cristo.
Otro de los requisitos previos para poner en práctica la vida de iglesia conforme a la manera ordenada por Dios es evitar llevar una vida sin la iglesia y evitar la división. Llevar una vida sin la iglesia significa no tener la iglesia en práctica. Hoy en día hay millones de cristianos que no tienen en cuenta la iglesia; no les importa la iglesia en absoluto. A su parecer, mientras crean en el Señor Jesús, le amen y tengan celo por ganar almas, eso es suficiente. Tal modo de pensar está muy equivocado.
Si queremos practicar la vida de iglesia conforme a la manera ordenada por Dios, no debemos descuidar la meta de la manera ordenada por Dios: la iglesia (Mt. 16:16-18; Ef. 1:22; 5:25-27). La meta de la manera ordenada por Dios es la iglesia. Si somos personas que llevan una vida sin la iglesia, no estamos calificados para seguir la manera ordenada por Dios. La manera ordenada por Dios tiene como finalidad llegar a la meta, que es la iglesia. Debemos tener la iglesia. Además, la división anula el propósito y la meta de la manera ordenada por Dios. Por lo tanto, debemos evitar estas dos cosas: una vida sin la iglesia y la división.
También necesitamos apartarnos de los que causan divisiones (Ro. 16:17; Tit. 3:10; 1 Co. 1:13). Aun si un pariente cercano tal como nuestro esposo, esposa, padre, madre, hermano o hermana causa divisiones, debemos apartarnos de su división. Lo mismo aplica a nuestros amigos íntimos y cercanos. Aunque es difícil apartarnos de nuestros amigos íntimos, debemos comprender que la amistad es una cosa, y la comunión en Cristo y en Su Cuerpo es otra. Cuando a Miriam, la hermana de Moisés, le dio lepra, ella fue puesta en cuarentena en presencia de Moisés (Nm. 12). Poner en cuarentena es una expresión médica que significa apartar. Apartar o poner en cuarentena a un leproso no era abandonarlo ni desecharlo; simplemente era mantenerlo apartado del resto del pueblo de Dios para que los demás no se contaminaran de la lepra. Una vez sanada de la lepra, la persona era declarada limpia, y podía regresar a la comunión del pueblo de Dios. Según Levítico 13 y 14, era difícil discernir si una persona estaba leprosa o limpia. La gente común no podía discernirlo; sólo un sacerdote adecuado, teniendo mucho cuidado, lo podría hacer. Todos debemos hacer lo posible por evitar llevar una vida sin la iglesia y por evitar la división.
En resumen, los requisitos previos para poner en práctica la vida de iglesia según la manera ordenada por Dios son primeramente ver la economía de Dios, conocer el Cuerpo de Cristo, conocer el recobro del Señor y evitar llevar una vida sin la iglesia así como evitar la división.
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