Ejercicio del reino a fin de edificar la iglesia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3898-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En esta serie de mensajes nos concentraremos en Mateo 16, uno de los capítulos más sobresalientes en la Biblia. Este capítulo nos revela a Cristo de una manera extraordinaria, y por primera vez se hace mención de la iglesia. Este capítulo también habla de asuntos tales como las puertas del Hades, las llaves del reino y el hecho de que la iglesia es edificada sobre la roca con muchos Pedros como piedras. En Mateo 16:13-28 encontramos al menos dieciocho puntos cruciales: Cristo, la iglesia, el reino, las puertas del Hades, las llaves del reino, la roca, la piedra, la edificación de la iglesia, la crucifixión, la resurrección, Satanás, negar el yo, tomar la cruz, perder o salvar el alma, seguir al Señor, la recompensa en el reino, la venida del Hijo del Hombre y la venida del Hijo del Hombre en Su reino. En este mensaje hablaremos de la revelación de Cristo presentada en Mateo 16.
Antes de Mateo 16, el Señor había estado con Sus discípulos por cierto periodo de tiempo. Durante ese tiempo, Él había caminado, conversado, morado y comido con ellos. Como resultado, ellos llegaron a conocerlo bastante bien. Sin embargo, un día Él llevó a estos discípulos que lo conocían más a fondo, lejos de la santa ciudad y del templo santo a Cesarea de Filipo, una región donde el cielo estaba despejado y la atmósfera era fresca. Fue en esta atmósfera que Él les hizo esta pregunta: “¿quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (v. 13). Ellos contestaron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o uno de los profetas” (v. 14). Todas estas respuestas disparatadas fueron dichas conforme a la mentalidad natural y religiosa. Sin embargo, en lugar de reprender a Sus discípulos por estas respuestas, el Señor les hizo esta pregunta directamente a ellos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” (v. 15). Entonces, para sorpresa de los demás discípulos, Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16).
El artículo definido el antes de la palabra Cristo es muy importante. La palabra Cristo proviene de la palabra griega Cristós, la cual corresponde a la palabra hebrea Mesías. Tanto la palabra Mesías en el hebreo como la palabra griega Cristós significan el Ungido. El término Mesías, el Ungido, se usa en Daniel 9:26, que dice: “Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí”. Todos los estudiosos de la Biblia están de acuerdo en que este pasaje se refiere a Jesucristo, quien es el Ungido.
Según el principio expuesto en el Antiguo Testamento, todo aquel que Dios usaba para llevar a cabo Su administración tenía que ser ungido. Así pues, los reyes, los sacerdotes y los profetas tenían que ser ungidos al empezar a ejercer su función. Esto indica que el propósito de la unción es llevar a cabo la administración de Dios. Todo aquello que Dios quiere que hagamos o logremos está relacionado con Su unción. El ungüento con el cual somos ungidos es, de hecho, Dios mismo; Dios nos unge consigo mismo. Sin embargo, Dios no es sencillo sino muy complejo, pues Él es triuno, es decir, es uno en tres y tres en uno. Aunque es un hecho que Dios es triuno, también es un hecho que nadie puede explicarlo.
Pedro no sólo declaró que Jesús es el Cristo, sino también que Él es el Hijo del Dios viviente. Cristo es el Ungido, Aquel sobre quien Dios se derramó como ungüento para llevar a cabo Su administración. En la Biblia el agua, en el sentido positivo, se refiere a la vida, y el aceite hace referencia a la función. Tanto el agua como el aceite representan al Espíritu. La diferencia entre estos dos símbolos del Espíritu es que el Espíritu como agua está relacionado con la vida, mientras que el Espíritu como aceite está relacionado con la función. Cuando el Espíritu como agua entra en usted, tiene como fin impartir la vida; pero cuando el Espíritu como aceite es derramado sobre usted, el fin es que ejerza una función. El Espíritu que entra como agua en nosotros está relacionado con el Hijo del Dios viviente, quien nos imparte la vida; y el Espíritu que se derrama como aceite sobre nosotros está relacionado con el Cristo. Para poder llevar a cabo la administración de Dios, internamente tenemos la vida y externamente tenemos la capacidad para ejercer una función. Internamente tenemos al Espíritu quien es el agua que es vida para nosotros, y externamente tenemos al Espíritu como aceite en relación con la función, la administración y la realización del propósito de Dios. Nuestro cuerpo posee vida y cumple también una función. La vida está dentro de nuestro cuerpo, y externamente desempeñamos muchas funciones. Asimismo, por un lado, Dios es vida y, por otro, Él es la capacidad que nos permite ejercer nuestra función.
En Mateo 16 vemos a Cristo, y a Dios derramado sobre Él como ungüento. El día en que Cristo fue bautizado, Juan el Bautista vio al Espíritu de Dios descender sobre Él (Mt. 3:16). El Espíritu no vino como agua sino como aceite, porque Cristo era el Ungido de Dios, a fin de que se llevara a cabo el propósito eterno de Dios.
Dios es viviente y también muy activo. A fin de ser viviente, Dios posee vida, pero a fin de ser activo, tiene la unción. Jesús es el Cristo para que la administración de Dios pueda llevarse a cabo; y Él es también el Hijo del Dios viviente por causa de la vida. En 1 Juan 5:12 dice: “El que tiene al Hijo, tiene la vida”. Todos debemos pedirle al Señor que nos dé una revelación celestial de estas cosas.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.