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Estudio-vida de 2 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2362-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 59 Sección 2 de 3

MIEMBROS DE CRISTO

Al leer el capítulo seis de 1 Corintios, ¿qué atraerá nuestra atención, las plumas o la carne? Las palabras de Pablo que condenan la fornicación constituyen una “verdad de pluma”. Cualquier persona ética y moral apreciará las palabras que Pablo expresó al respecto. Al leer este capítulo, algunos cristianos prestan atención al versículo 19, donde Pablo dice que nuestro cuerpo es templo de Dios y que debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo porque hemos sido comprados a un precio. Al leer este capítulo, otros centrarán su atención en lo que dice Pablo acerca de los litigios entre hermanos. Pocos reconocerían que el versículo clave de este capítulo es el versículo 15.

Algunos tal vez se pregunten por qué digo que el versículo 15 es el versículo clave, cuando he hecho tanto hincapié en el versículo 17. En el versículo 17, Pablo dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. En el versículo 15, él dice: “Vuestros cuerpos son miembros de Cristo”. El versículo 17 explica lo que hace posible que nuestros cuerpos sean miembros de Cristo. Puesto que nuestros cuerpos son miembros de Cristo, no debemos darles otro uso que el debido. Nuestros cuerpos han sido unidos orgánicamente a Cristo y ahora forman parte de Cristo. ¿Cómo podríamos usar estos cuerpos santos para cometer pecado? Pero, ¿cómo pueden ser nuestros cuerpos miembros de Cristo? Esto es posible porque somos un solo espíritu con el Señor. Puesto que nuestro espíritu se ha unido al Señor como un solo espíritu, nuestro espíritu debe ser la parte predominante de nuestro ser. Entonces nuestro cuerpo debe estar bajo el control del espíritu y debe ser saturado por el espíritu. Primero, el espíritu llega a ser el espíritu de nuestra mente, y al final, llega a ser el espíritu de nuestro cuerpo. De esta manera nuestros cuerpos llegan a ser miembros de Cristo. En esto consiste la carne del capítulo seis de 1 Corintios.

CARTAS VIVAS

En los capítulos dos, tres y cuatro de 2 Corintios resulta difícil encontrar plumas o piel. En ellos definitivamente no hay ninguna pluma, aunque es posible que en el capítulo tres haya una capa fina de piel. En 3:1 Pablo pregunta: “¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de parte vuestra?” Algunos grupos cristianos, basándose en este versículo, han establecido un sistema que consiste en escribir cartas de recomendación para los que se desplazan de una ciudad a otra. Los que practican esto afirman que durante la época de Pablo se escribían cartas de recomendación para los santos. Esto, no obstante, constituye una capa fina de piel; definitivamente no es la carne de 2 Corintios 3. En este capítulo, Pablo no tuvo la intención de escribir algo referente a tales cartas de recomendación; por el contrario, su intención fue dar una palabra en cuanto a escribir cartas vivas por el Espíritu vivificante del Dios vivo.

Pablo, un modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia, era competente para escribir cartas vivas. Él había cumplido todos los requisitos y poseía la maestría, la destreza, necesaria para ello. Su competencia provenía de Cristo, y por eso pudo escribir estas cartas vivas con Cristo mismo como alfabeto espiritual. El libro de Apocalipsis dice claramente que Cristo es el alfa, la primera letra del alfabeto griego, y también la omega, la última letra del alfabeto griego. Ciertamente Cristo es también todas las demás letras que están entre el alfa y la omega.

Por muy larga que sea una composición escrita, ésta se redacta con las palabras del alfabeto. Si usamos una máquina de escribir para escribir la palabra “Dios”, sencillamente debemos presionar las teclas D-i-o-s. Después podemos escribir otras palabras, y luego frases, párrafos y capítulos. Según el mismo principio, Pablo pudo escribir cartas vivas con Cristo como el alfabeto celestial.

Basándonos en la afirmación que hace el libro de Apocalipsis de que Cristo es el alfa y la omega, decimos también que Él es todas las letras del alfabeto celestial. ¿Cree usted que Cristo es únicamente dos letras y no las demás? No es así; Él es todas las demás letras. Todo aquel que vive a Cristo por causa de la iglesia sabe que Cristo es alfa, beta, gamma, delta y todas las demás letras del alfabeto celestial.


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