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Sacerdotes neotestamentarios del evangelio, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3970-4
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Edificar

Todos sabemos que es fácil engendrar un hijo. La labor de criarlo tampoco es muy difícil. Sin embargo, enseñar a un niño puede tardar muchos meses y años. Según el sistema educativo actual, un niño necesita recibir dieciséis años de educación. Sólo después que termina la universidad, podemos considerar que ha acabado exitosamente su adiestramiento. Ser educado de manera exitosa es ser perfeccionado. En lo referente a la educación espiritual, sólo cuando un santo es perfeccionado al grado en que puede desempeñar la labor del ministerio neotestamentario, podemos considerar que ha terminado su educación. La obra del ministerio neotestamentario es nada menos que la edificación del Cuerpo de Cristo. Éste es un término del que no se sabe nada en el cristianismo y es una obra que no se encuentra en ningún lugar en el cristianismo, pero ciertamente se halla en la Biblia. Más aún, el Señor nos ha mostrado que cuando todos los santos, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, son perfeccionados, todos ellos pueden edificar el Cuerpo de Cristo.

EL SACERDOCIO UNIVERSAL EN LA NUEVA MANERA

La edificación del Cuerpo de Cristo no depende de unas cuantas personas. No depende de los hermanos responsables de una iglesia, ni tampoco de los colaboradores y hermanos que sirven a tiempo completo. En lugar de ello, cada uno de los santos que han sido perfeccionado debería participar en la obra de edificar el Cuerpo de Cristo. Engendrar, alimentar, enseñar y edificar son los cuatro pasos principales en la nueva manera. Cuando cada uno de los santos en la iglesia sepa engendrar, alimentar, enseñar y edificar, el propósito eterno de Dios se cumplirá. El propósito eterno de Dios consiste en obtener el Cuerpo de Cristo, y los pasos que hay que dar para lograr este propósito son: engendrar por medio de la predicación del evangelio, alimentar por medio de las reuniones de hogar, enseñar por medio de las reuniones de los grupos pequeños, y edificar por medio de las reuniones de la iglesia.

En 1 Corintios 14:26 dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación, tiene lengua, tiene interpretación. Hágase todo para edificación”. Aquí Dios nos muestra el modelo para las reuniones de la iglesia. Según Efesios 5, los salmos no son simplemente para que los cantemos en la reunión, sino para hablemos sobre ellos. El versículo 19 dice que debemos hablarnos unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en nuestros corazones. Así pues, podemos darnos cuenta de que los himnos no sólo son útiles para que los cantemos o salmodiemos, sino también para que nos hablemos unos a otros con ellos. Por esta razón, en la reunión de la iglesia, antes de cantar un himno, no estaría nada mal que primero dedicáramos un tiempo para hablarnos unos a otros con los himnos. Uno disfruta un sabor cuando canta los himnos, pero el sabor es aún mejor cuando hablamos con los himnos. Hablar con los himnos es una manera de profetizar.

Todos tienen el deseo de profetizar en las reuniones, pero muchos no saben qué decir. La manera más sencilla es escoger un himno y usarlo para hablarnos unos a otros. Cada uno de nuestros himnos contiene una revelación y un mensaje. Cuando ejercitamos nuestro espíritu para hablar con los himnos, expresamos el contenido, la atmósfera y el espíritu de ese mensaje. La meta de profetizar es edificar la iglesia, lo cual equivale a edificar el Cuerpo de Cristo. Si usted habla un poco, si yo hablo un poco, y si todos hablamos un poco, se manifestarán las riquezas de Cristo. No importa cuán bien predique una persona, únicamente expresará sus propios pensamientos. Pero que todos profeticen es tener un banquete al estilo chino, donde cada uno trae un platillo y lo pone sobre la mesa. Las riquezas se exhibirán plenamente ante los ojos de todos. En las reuniones de la iglesia todos deben traer las riquezas de Cristo, todos deben hablar, todos deben escuchar y todos deben ejercer su función.

Lo que Dios desea obtener hoy no es una congregación, sino un Cuerpo. Una congregación es una organización, pero un cuerpo no es una organización, sino un organismo. Los miembros de un cuerpo humano no llegan a existir mediante la organización, sino de una manera orgánica. Del mismo modo, la iglesia de Dios no llega a existir por medio de la organización, sino de una manera orgánica. El cristianismo actual hace mucho hincapié en la congregación; como tal, ciertamente es una organización. En tanto que un orador culto y elocuente venga para hablar persuasivamente, la congregación se mantendrá unida. Pero una vez que se vaya, la congregación no podrá permanecer. Eso es lo que es una congregación o una organización. Lo que Dios desea no es una congregación, sino un Cuerpo. De ahí que Efesios 1:20-23 diga que Cristo resucitó de los muertos y transmitió todas las riquezas de ascensión en los que creen en Él. Los que creen en Él son la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Por esta razón, cada uno de los miembros de este Cuerpo debe realizar la labor de predicar el evangelio.


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