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Expresión práctica de la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-905-4
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EL TERRENO NO DEPENDE DE LA CONDICIÓN

Otro problema en cuanto a las divisiones tiene que ver con aquellos que sólo se preocupan por la espiritualidad. Si las reuniones de la iglesia local no son tan espirituales, entonces ellos no cooperan y se separan para reunirse de una manera más espiritual. No les interesa el terreno único de la iglesia. No entienden que el terreno de la iglesia no depende de la condición de la iglesia: la condición puede fluctuar pero el terreno, la posición, jamás cambia. Hoy podemos ser muy espirituales pero en dos meses puede ser que no seamos tan espirituales, y después de dos años quizá estemos peor. No obstante, si hoy estamos débiles, ¿podemos decir con certeza de que en dos años no estaremos fuertes? La condición espiritual fluctúa fácilmente, pero la posición del terreno jamás puede cambiar.

Supongamos que existe una familia que se llama Smith. Aunque la posición de la familia Smith jamás cambiará, la condición de esta familia pudiera ser buena hoy y mala mañana. ¿Por qué deben mantenerse unidos los miembros de la familia Smith? Simplemente porque son una familia. No importa si son buenos o malos, siempre son la familia Smith; éste es su terreno, su posición.

Supongamos que uno de los miembros de la familia Smith piensa que su familia es demasiado pobre; así que se muda a otra familia que está en mejores condiciones. Sin embargo, después de dos años esa otra familia se empobrece más que la familia Smith, entonces ¿qué hará ese miembro?

El problema de los cristianos hoy en día consiste en que no tienen ningún terreno o posición; sólo se preocupan por la condición espiritual. Por ejemplo, dicen: “Este grupo es más espiritual. Yo quiero estar con ellos”. Pero después de dos años me enojo con ellos y me voy a otro lugar. Si soy así, esto demuestra que no tengo ningún terreno o posición. Siempre busco un lugar según la condición espiritual.

La condición fluctúa, pero el terreno permanece igual. ¿Quién puede cambiar el sitio de un edificio? El edificio puede estar en mala condición hoy, pero puede mejorar grandemente después de unos meses. En sólo tres meses, el edificio puede cambiar de condición, pero el sitio, el terreno, sigue siempre igual.

LA UNICA MANERA DE GUARDAR LA UNIDAD

Podemos guardar la unidad de la iglesia sólo por medio del terreno único de la ciudad. Sin el terreno, la iglesia espontáneamente será dividida. La iglesia es una; por ende, también tiene sólo una expresión. No importa el tamaño de la ciudad, solamente existe una iglesia en esa ciudad. Jamás debemos dividirnos: dondequiera que estemos, somos uno y dondequiera que vayamos, somos uno. Si voy a San Francisco, me reúno con la iglesia en San Francisco; si viajo a Londres, tengo que ir a la iglesia en Londres; si vengo a Los Angeles, tengo que reunirme con la iglesia en Los Angeles.

La iglesia tiene el mismo límite que la ciudad. ¿Cuántas iglesias deben existir en San Francisco? Sólo una, porque en cada ciudad la expresión de la iglesia debe ser una solamente. Si viajamos a San Francisco, debemos encontrar el domicilio de la iglesia y reunirnos con ella. Es muy simple. Es como ir a Tokio o a Londres y encontrar el consulado de los Estados Unidos. El consulado de los Estados Unidos es nuestro consulado porque somos ciudadanos de los Estados Unidos; no es necesario preguntarnos a cuál consulado de los Estados Unidos ir. Como somos ciudadanos estadounidenses, sólo debemos preguntar: “¿Dónde está mi consulado?” Es lo mismo cuando un creyente de Cristo llega a la ciudad de San Francisco. Dicho creyente debe preguntar: “¿Dónde está la iglesia?”, y reunirse con ella.

Pero de hecho, muchas veces no sucede así. Por ejemplo, un hermano encuentra la iglesia en San Francisco y asiste a la reunión. Primero observa a los hermanos y después a las hermanas; luego observa como conducen la reunión y trata de discernir cuán espirituales son; después, regresa a casa, medita sobre la situación y finalmente decide que no asistirá allí. Se queda en casa orando: “Señor, Tú sabes que te amo y conoces mi corazón. Oh Señor, Tú sabes cuánto te busco y sabes la situación en esa iglesia. Señor, Tú sabes que no puedo reunirme con esa clase de gente”. Cuanto más ora, más cree que debe establecer una reunión en su casa que sea más espiritual que la reunión de la iglesia a la cual asistió. Por tanto, comienza a reunirse con otros en su casa con una intención pura. Se reúnen en el nombre del Señor, dan testimonio de que el Señor ha oído sus oraciones y los está guiando, y también traen personas a la salvación en Cristo.

No obstante, no importa cuán puro y espiritual sea este grupo, o cuánto esté lleno de Cristo, es divisivo. No importa cuán pobre y débil sea la iglesia en San Francisco, o cuánto carezca de Cristo, ella es la única iglesia por lo que al terreno se refiere. Nadie tiene el derecho de comenzar otra reunión. Esta es la única manera de guardar la unidad. Jamás podemos guardar la unidad de la iglesia prestando atención sólo a la condición espiritual.

Permítanme darles otro ejemplo. Supongamos que dos estadounidenses viajan a Tokio y van al consulado de los Estados Unidos, pero reciben un servicio muy malo. Ellos se ofenden tanto por el pésimo servicio que les dio el consulado que uno le sugiere al otro comenzar otro consulado de los Estados Unidos en la casa de uno de ellos a fin dar un mejor servicio.

Más tarde, otro estadounidense viaja a Tokio, va al consulado de los Estados Unidos y también se ofende por el mal trato. Después se encuentra con los otros dos estadounidenses que comenzaron el segundo consulado y le dicen que pruebe el servicio que ellos le darán. Entonces, él va a la casa de ellos y le gusta mucho el servicio que ese consulado le da.

Usted puede pensar que este ejemplo es ridículo, ¿pero se da cuenta de que ésta es la situación actual del cristianismo? Todos tienen la libertad de establecer otra “iglesia” en cualquier lugar y cuando les plazca. Pero, ¿es la iglesia apropiada? Quizá pueda ser más espiritual, pero el terreno está equivocado.

Existen más de 13 millones de hebreos en la tierra hoy en día, pero sólo como dos millones de ellos regresaron a la Tierra Santa. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York viven más de tres millones de hebreos. ¿No son todos estos, tan hebreos como los que viven en la Tierra Santa? ¡Claro que sí! ¿Pero quién de ellos constituye la nación de Israel? Sólo los hebreos que están en el terreno de la nación de Israel. Aunque el número de hebreos en la ciudad de Nueva York es mayor, ellos no son la nación de Israel; son hebreos, pero no son la nación de Israel porque no están en el terreno apropiado. Sólo los que han regresado y viven en la Tierra Santa son la nación de Israel, porque ellos están en el terreno apropiado de su nación.

Sin la Tierra Santa, ¿cómo podría el pueblo de Israel ser una nación? Simplemente no tendrían el terreno. Sucede lo mismo con la iglesia. Sin el terreno único y apropiado, ¿cómo podríamos practicar la vida de iglesia? Sería imposible. Por tanto, para practicar la vida de iglesia, debemos tener el terreno apropiado.

Los hebreos que viven en Nueva York pueden ser gente fina, muy religiosa y extremadamente culta; por otra parte, los que regresaron a la Tierra Santa pueden ser pobres y de clase baja. Pero si usted quiere estar en la nación de Israel, ¿permanecería en la ciudad de Nueva York o se iría a la Tierra Santa? Es obvio que iría al país de Israel.

Quizá los hebreos que regresaron al terreno correcto no sean tan cultos y finos como los que viven en la ciudad de Nueva York, pero tengo la plena certeza de que el propósito del Señor para la nación de Israel sólo puede cumplirse con aquellos que han regresado a la Tierra Santa. No importa lo bueno que sean los hebreos que viven en Nueva York, jamás podrán cumplir el propósito del Señor porque no están en el terreno de su nación.

¡Oh, cuánto necesitamos ver la importancia del terreno! Podemos guardar la unidad de la iglesia sólo en el terreno de la iglesia. Y sólo en el terreno de la iglesia podemos aprender las lecciones necesarias para experimentar la realidad y el aspecto práctico de la vida de iglesia. Sin el terreno, es imposible tener la vida de iglesia apropiada.


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