Reino, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4708-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Mateo 4, un grupo de personas fueron atraídas al Señor Jesús, y en el capítulo 5 vemos que Él llevó a estas personas a un monte alto (v. 1). Ellos le habían seguido, pero todavía era necesario que Él entrase en ellos. El hecho de que Él los hubiera llevado a un monte alto es muy significativo. Cuando tenemos que reflexionar sobre asuntos importantes, a veces es bueno dejarlo todo y subir a un monte, a un nivel más elevado. Esto es lo que el Señor hizo con Sus discípulos. En aquel monte, Él les mostró de qué manera podría entrar en ellos.
Es relativamente fácil sembrar una semilla en la tierra porque ésta no tiene voluntad propia; ni tiene sus propios deseos, conceptos, pensamientos o ideas. Debido a que la tierra está desprovista de vida, es bien fácil sembrar una semilla en ella. Sin embargo, no es fácil para el Señor Jesús sembrarse en nuestro ser debido a que no somos tan sencillos; más bien, somos bastante complicados, y tenemos principalmente dos problemas: el primero se relaciona con nuestro espíritu, la parte más profunda de nuestro ser; el segundo concierne a nuestro corazón, el cual rodea o envuelve nuestro espíritu. Si leemos cuidadosamente el Nuevo Testamento y reunimos todas las piezas del rompecabezas, contemplaremos un cuadro bastante claro que nos muestra que nuestro corazón rodea nuestro espíritu. El espíritu se halla en el centro del corazón. Nuestro corazón es bastante complejo, pues está compuesto por nuestra mente, el órgano que piensa; nuestra parte emotiva, el órgano que ama; nuestra voluntad, el órgano que toma decisiones; y nuestra conciencia. Nuestro espíritu escondido dentro de nuestro corazón incluso es llamado el “hombre interior escondido en el corazón” (1 P. 3:4). Para que Cristo se siembre en nuestro ser, Él primero tiene que entrar en nuestro espíritu y, de allí, propagarse a todas las partes de nuestro corazón. De este modo, Él tomará plena posesión de nuestro ser. Así pues, Cristo no solamente se sembrará en nuestro espíritu, sino que también crecerá dentro de nuestras partes internas: nuestra mente, voluntad, parte emotiva y consciencia. Entonces, todo nuestro ser interior estará lleno de Él.
Debido a que nuestro espíritu es un problema, el Señor Jesús nos dijo claramente que tenemos que ser pobres en espíritu a fin de seguirle y permitirle sembrarse en nuestro ser (Mt. 5:3). Ser pobres en espíritu simplemente significa estar vacíos en nuestro espíritu, o sea, sin tener ninguna preocupación en nuestro espíritu. Cuando el Señor Jesús vino a los judíos, sus espíritus se encontraban llenos de muchas otras cosas. Ellos tenían la Palabra santa, el templo, el altar, los rituales santos con la liturgia, así como el sacerdocio santo encargado del servicio a Dios. Ellos pensaban que conocían a Dios debido a su asociación con todas las cosas religiosas. Pensaban haber sido debidamente adiestrados en el conocimiento de Dios desde sus antepasados y que habían heredado muchas tradiciones, que para ellos eran de gran valor. Por lo cual, cuando el Señor Jesús vino a ellos, sus espíritus se encontraban llenos de todas las doctrinas y tradiciones del judaísmo. Estaban llenos de todo aquello que consideraban un tesoro, al grado que nada del Señor Jesús podía entrar en ellos.
Asimismo, hoy en día una gran cantidad de cristianos tienen sus espíritus llenos y preocupados. Aun cuando ellos no sepan lo qué es el espíritu humano e, incluso, de que tengan uno; su espíritu se encuentra preocupado. Los cristianos de hoy cuentan con el Antiguo y Nuevo Testamentos. Muchos de ellos saben algo sobre Génesis, Éxodo, Salmos, Mateo, Juan y Hechos. También saben algo acerca de la justificación por la fe, presentada en Romanos, y sobre los diez cuernos mencionados en Apocalipsis. Ellos conocen el texto de la Biblia, pero tienen poca revelación en cuanto al significado espiritual de dicho texto debido a que su espíritu está lleno de otras cosas. Debido a que ellos ya están llenos, nada del Señor Jesús puede entrar en ellos, pues no son pobres en espíritu.
Para recibir al Señor Jesús como la semilla, uno tiene que ser pobre en espíritu, es decir, debe tener su espíritu desocupado y vacío. Por supuesto, ser pobre en espíritu no implica tener un espíritu débil o pobre. Todos tenemos que orar diciendo: “Señor, ten misericordia de mí, que en mi espíritu esté vacío. Señor, quiero ser pobre en espíritu. Barre y quita todas las cosas sin valor a fin de que yo pueda estar desocupado y vacío, preparado para que Tú vengas y entres en mi ser”.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.