Cristo crucificado, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3691-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Isaías 6:8 leemos: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”. Hoy en día muchos de nosotros hemos recibido una gracia especial de parte de Dios para ver el camino que Dios está tomando y la obra que Él está haciendo, a fin de que seamos bendecidos al recibir Su comisión y responder a Su llamado. Con respecto a estos asuntos importantes, debemos tener mucha oración.
Sabemos que la obra de Dios depende de nuestra oración. La medida en que Dios obre dependerá de cuánto nosotros oremos. Qué tan fuerte sea la obra de Dios dependerá de cuán fuerte sea nuestra oración, y cuán eficaz sea la obra de Dios dependerá de cuánto elemento espiritual contenga nuestra oración. Cierto siervo del Señor una vez dijo que nuestra oración determinará la medida en la que Dios obre. Las personas por las cuales oramos son personas en las cuales Dios obrará, y cuánto oremos determinará la medida en la cual Dios obrará. Así pues, nuestra oración prepara el camino para la obra de Dios.
Pedimos al Señor que obre entre nosotros no sólo hoy, sino mucho más en el futuro. Para ello tenemos que dedicar mucho tiempo a la oración. Si no oramos lo suficiente ni de manera específica, no podemos esperar que Dios vaya a obrar más. Por lo tanto, le pedimos a Dios que les conceda a los santos la carga de orar. Ponemos nuestros ojos en Dios para que los presione a orar, aun al grado de que pierdan la paz, de que sientan que no pueden avanzar y que no pueden comer ni conciliar el sueño hasta que oren. El salmista nos dijo que mejor es un día en los atrios de Dios que mil fuera de ellos (Sal. 84:10). Eso significa que pasar tiempo en oración es mil veces más eficaz que dedicar tiempo a otros asuntos. Pasar un día en oración es mejor que pasar mil días envueltos en otros asuntos. Le pedimos al Señor que haya entre nosotros suficiente oración y un número suficiente de hermanos que oren.
La Biblia revela que Dios está laborando todo el tiempo. Jerusalén era el centro de la obra de Dios en el Antiguo Testamento. Dios deseaba laborar al grado en que Jerusalén fuera la alabanza en la tierra (Is. 62:6-7). Sin embargo, Dios no empezó a hacer esto inmediatamente. ¿Qué fue lo que hizo? Primero puso guardas, hombres que velaran en oración sobre los muros de Jerusalén. Estos guardas que fueron designados por Dios le recordaban a Él esto día y noche, y no le daban descanso a Dios ni se tomaban un descanso ellos mismos. ¿No les parece esto extraño? En los cielos no hay ningún problema, pero sí existe un problema en la tierra. La voluntad de Dios está asegurada en los cielos, mas no en la tierra. La “electricidad” no puede ser transmitida a la tierra, y por tanto, Dios no puede hacer nada. No podemos ver mucho de la obra y bendición de Dios sobre el hombre debido al problema de parte del hombre.
Por favor, escuchen a este llamado: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” (6:8). Dios tiene la intención en los cielos de salvar a los hombres, pero ¿a quién le importa esta intención? A lo largo de los siglos Dios ha hecho esta pregunta continuamente: “¿Quién irá por nosotros?”. Él deseaba salvar a los hijos de Israel, pero ¿quién estaba dispuesto a laborar juntamente con Él? Él desea conceder Su gracia al hombre, pero ¿a quién le interesa el deseo que Él tiene en Su corazón? No hay problema de parte de Dios, pero si hay un gran problema de parte del hombre. ¿Cuál es el problema? El problema es que nuestras oraciones no son correctas, pues se originan del concepto equivocado de que debemos esperar a que Dios obre primero, cuando en realidad Dios está esperando que nosotros laboremos juntamente con Él. Por mucho tiempo Dios ha querido laborar. Él desea salvar a miles de pecadores y por mucho tiempo ha estado listo para salvarlos, pero no ha encontrado a nadie que esté dispuesto a laborar juntamente con Él. Por ello, continúa suspirando: “¿Quién irá por nosotros?”. Este gemir indica cuán grande es este problema. El problema es que en este universo Dios está listo para concederle a los hombres Su gracia, para salvarlos y para obrar en todos los rincones de la tierra; sin embargo, no hay nadie en la tierra que esté dispuesto a cooperar con Él.
La obra de Dios requiere la oración del hombre. Sin la oración del hombre, Dios no puede hacer nada aun cuando desee hacer algo. Éste es un principio importante en la obra de Dios. Si Dios no puede encontrar personas que laboren con Él y oren, no podrá hacer nada, aunque sea el Dios todopoderoso y desee hacer algo. ¿Por qué? La razón es que Él no desea laborar solo; Él desea, más bien, que el hombre labore juntamente con Él. Ésta es una ley que rige Su obra. Si Él no puede encontrar a tales personas, no podrá llevar a cabo Su obra.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.