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Revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-811-0
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CAPITULO NUEVE

EL ALIENTO DE VIDA

Lectura bíblica: Gn. 2:7; Ez. 37:1-14, 26-28; Jn. 20:22; 3:8; Hch. 2:2, 4; 2 Ti. 3:16; Ap. 11:11; 2 Ts. 2:8

EL ALIMENTO SE ENCUENTRA EN EL AGUA
Y EL AGUA SE HALLA EN EL AIRE

En los últimos capítulos vimos que el Señor es nuestro suministro de vida como el agua que bebemos y el alimento que comemos. También vimos que el alimento se encuentra en el agua. Isaías 55 nos dice que cuando nos acercamos a las aguas, comemos. El árbol de la vida como alimento crece en el agua de la vida. Por lo tanto, si queremos comer del árbol de la vida, tenemos que acercarnos al agua de la vida. Debemos acudir al agua para obtener nuestro alimento. Isaías 55:1 nos dice que cuando venimos a las aguas, comemos y compramos “sin dinero y sin precio, vino y leche”. Es difícil decir si la leche es solamente agua o solamente alimento, porque la leche es alimento disuelto en agua. El mismo principio se aplica al vino: es alimento disuelto en agua. El vino es hecho de las uvas, las cuales son un alimento. Cuando las uvas se convierten en vino, son alimento disuelto en agua.

El alimento se halla en el agua, y el agua está en el aire. Cuando el agua se convierte en vapor, entra en el aire. El aire envía el agua a la tierra en forma de lluvia, y el agua que está en la tierra se vaporiza y regresa al aire. Hay aparatos llamados vaporizadores que convierten el agua en vapor para que sea inhalada. Después de cierto tiempo, el agua que está en el vaporizador entra en el aire. Cuando permanecemos en un cuarto donde funciona un vaporizador, inhalamos el aire y recibimos agua, porque el agua está en el aire.

Génesis 2:5-6 dice: “Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra”. He aquí el vapor del cual hablamos. Las plantas crecen para producir alimento al ser regado, y el agua viene del aire. El aire envía el agua, y ésta da por resultado el alimento. En Ezequiel 47 vimos que junto con el agua los árboles sirven como alimento. El agua sana el Mar Salado y produce muchos peces. El agua también riega el desierto, convirtiéndolo en fuentes de cabritos y becerros. Los árboles, los peces, y el ganado son alimento. Este alimento viene del agua, y el agua del aire.

Si queremos obtener alimentos, tenemos que acercarnos al agua. Si queremos recibir el agua, necesitamos el aire. Si deseamos comer, tenemos que beber. Si vamos a beber, debemos respirar. Cuando inhalamos el aire, recibimos el agua. Además, en el agua obtenemos el alimento.

Finalmente, el aire es el aliento, y en la Biblia el aliento es el Espíritu. En el hebreo así como en el griego, la palabra traducida “Espíritu” es la misma palabra que se traduce “aliento”. La palabra griega que se traduce “Espíritu” es pneúma, y la palabra hebrea traducida “Espíritu” es ruach. En Ezequiel 37 este vocablo hebreo se traduce en tres palabras diferentes: Espíritu, aliento y viento. La versión American Standard hace notar en el margen del texto que la palabra “aliento” se puede traducir “Espíritu” (v. 5), la palabra “viento” se puede traducir “aliento” (v. 9), y aliento se puede traducir “viento” o “Espíritu” (v. 9).

El alimento se halla en el agua, el agua se encuentra en el aire, el aire es el aliento, el aliento es el Espíritu, y el Espíritu es Dios. Juan 4:24 nos dice que Dios es Espíritu. La esencia de Dios es Espíritu. Así como la madera puede ser la esencia de una mesa, Espíritu es la esencia divina. Dios es Espíritu; El es ruach o pneúma. La esencia de Dios es el aliento divino. Dios es aliento para nosotros. De todos los seres creados, el hombre fue el único en el cual Dios exhaló el aliento de vida (Gn. 2:7). Este aliento se convirtió en el espíritu humano del hombre. Dios hizo al hombre formándolo del polvo de la tierra y soplando el aliento de vida en él. Apocalipsis 11:11 también relata un caso en el cual el aliento de vida que procede de Dios entra en el hombre. Entre los seres creados por Dios, el hombre es el único que tiene este privilegio.


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