Información del libro

Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7893-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 13 Sección 2 de 4

EL ESPÍRITU QUE REVELA,
EL CUAL ESTÁ EN NUESTRO ESPÍRITU

A partir de este punto, el libro de Efesios revela ocho aspectos de la obra que el Espíritu Santo efectúa en nosotros. Éstos son más bendiciones espirituales propias del Espíritu, las cuales aprehendemos en nuestro espíritu. El Espíritu primero opera como Espíritu que revela a fin de revelar las bendiciones espirituales a nosotros. Los versículos 17 y 18 dicen: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él, para que, alumbrados los ojos de vuestro corazón, sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos”. El espíritu en el versículo 17 es nuestro espíritu regenerado en el cual mora el Espíritu de Dios. El versículo 18 habla de los ojos, no de nuestro cuerpo, sino de nuestro corazón. Por tanto, conocer realmente significa ver.

Ser alumbrados para que veamos
las cosas eternas

Los versículos del 19 al 23 continúan, diciendo: “Y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza, que hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales, por encima de todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. ¿Alguna vez hemos agradecido y alabado al Señor por el poder cuádruple mencionado en estos versículos? En cambio, es posible que hayamos agradecido al Señor por darnos un buen esposo o esposa, por nuestros hijos, por un trabajo, una casa, un carro o un grado universitario. Necesitamos orar conforme a la oración que el apóstol Pablo oró en estos versículos, diciendo: “Oh Señor, te agradezco no sólo por las cosas externas, sino por el poder para con nosotros, el cual operó al resucitarte de entre los muertos, al sentarte a la diestra en los lugares celestiales por encima de todo, al someter todas las cosas bajo Tus pies y al darte por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”. La razón por la cual quizás no oramos de este modo es porque estamos ciegos respecto a las cosas eternas. Detrás de nuestro velo es posible que sólo podamos ver un posgrado, una esposa, un esposo, un hijo, un carro, un trabajo o una casa. Es posible que no hayamos visto lo que hay más allá del velo. El velo debe ser quitado para que los ojos de nuestro entendimiento interior sean alumbrados para ver completamente a través del velo, hacia las cosas eternas en los lugares celestiales, que incluyen la esperanza del llamamiento de Dios, las riquezas de la gloria de la herencia de Dios en Sus santos y el poder cuádruple para con nosotros. Cuando veamos estos asuntos, diremos: “Alabado sea el Señor, ¡aleluya!”.

Necesitamos tener tal visión y revelación. Ningún hombre puede quitar los velos de nuestros ojos. Más bien, debemos mirar al Señor para que este velo sea rasgado y nuestros ojos sean abiertos para ver la gloria, la esperanza y el poder mencionados en estos versículos. Ésta es la obra del Espíritu que revela. El Espíritu Santo en nosotros, quien es el sello y las arras, ahora opera para revelar, desvelar, todas estas cosas.

Tener conocimiento en el misterio de Cristo
por una revelación
que se da en nuestro espíritu mezclado

Efesios 3:3-4 dice: “Por revelación me fue dado a conocer el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo”. En Colosenses 2:2 el misterio de Dios es Cristo, quien es la “historia” de Dios, la explicación y expresión de Dios. En Efesios el misterio de Cristo es la iglesia, pues la iglesia es la “historia” de Cristo, Su explicación y expresión. Efesios 3:5 continúa, diciendo: “Misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a Sus santos apóstoles y profetas en el espíritu”. El espíritu aquí es el espíritu humano de los apóstoles y profetas, un espíritu que ha sido regenerado y en el cual mora el Espíritu Santo de Dios. Puede considerarse como el espíritu mezclado, el espíritu humano mezclado con el Espíritu de Dios. Para ver el misterio de Cristo, que es el Cuerpo de Cristo, se requiere una revelación que se da en nuestro espíritu de parte del Espíritu Santo.

Cuando venimos al libro de Efesios, no debemos ejercitar excesivamente nuestra mentalidad para entender, analizar o discutir. Más bien, debemos aprender a recibir la palabra de este libro en nuestro espíritu. Deberíamos orar para traer todo lo que leemos a nuestro espíritu y aprehenderlo en el espíritu. De este modo, no sólo recibiremos un entendimiento de las enseñanzas, sino una revelación y una visión en nuestro espíritu. Tal visión proviene del Espíritu Santo en nuestro espíritu humano. Por ejemplo, 1:22b-23 dice: “La iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. No deberíamos intentar entender esto meramente con nuestra mente. Necesitamos recibir esta palabra en nuestro espíritu al orar sobre ella. Podríamos decir: “Señor, te alabo porque la iglesia es Tu Cuerpo. Este Cuerpo es Tu plenitud, y Tú eres Aquel que todo lo llena en todo”. Si oramos de este modo, recibiremos esta palabra en nuestro espíritu y la aprehendemos por nuestro espíritu. Esto hará una verdadera diferencia. Veremos que la iglesia como Cuerpo es la plenitud de Cristo. Diremos: “Señor, sacrificaré toda mi vida por causa de Tu Cuerpo”. Esto no es argumentar ni analizar, sino aprehender algo en el espíritu. Cuando el Espíritu nos da una revelación, también nos da la sabiduría para captar y entender lo que vemos en esta revelación. Necesitamos la palabra reveladora del Espíritu que mora en nosotros, quien es el sello y las arras en nuestro espíritu. Éste es el primer aspecto de la obra que efectúa el Espíritu en Efesios.


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