Lecciones acerca de la oraciónpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1502-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Una vez que alguien permanece en el Señor, espontáneamente toca los sentimientos de Dios y entiende el deseo de Dios. En el Antiguo Testamento Abraham fue un ejemplo de esto. Debido a que continuamente permaneció ante Dios, Dios no pudo evitar contarle a Abraham acerca de Su intención. Salmos 32:8 dice que el ojo de Dios esta puesto sobre nosotros. Esto corresponde a un refrán chino que dice que el hombre actúa según el guiño o las insinuaciones que se hacen con los ojos. Si vivimos en la comunión, entenderemos lo que la Biblia quiere decir cuando afirma que el ojo de Dios está puesto en nosotros. No debemos ser como el caballo o la mula, los cuales no tienen entendimiento, de modo que Dios tenga que ponernos cabezada, freno y rienda para que podamos entender Su deseo. Simplemente tenemos que vivir en la comunión, permanecer en Su presencia y acercarnos a Él. Entonces, espontáneamente entenderemos Su temperamento, Su manera de ser y los principios con los cuales Él actúa. Es como si en nuestro espíritu vislumbráramos la mirada del Señor y percibiéramos y entendiéramos Su sentir y Su deseo.
Una vez que hemos tocado el sentir de Dios y entendido Sus intenciones, espontáneamente tendremos Su propio deseo en nosotros. Entonces, Su deseo se convierte en nuestro deseo, y lo que Él quiere es exactamente lo que nosotros queremos.
Una vez que hemos tocado el sentir de Dios, y hemos entendido Sus intenciones y deseado lo que Él desea, entonces oramos. Juan 15:7 habla exactamente de esto, cuando dice: “Si permanecéis en Mí, y Mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y os será hecho”. Tal deseo no procede de la persona misma que ora; más bien, procede de lo que Dios ha ungido en esa persona. Ya que dicho deseo es el deseo de Dios, cuando tal persona ora, Dios contesta.
Algunos después de haber sido salvos leen este versículo de Juan 15 y dicen: “Esta promesa del Señor es verdaderamente maravillosa. Puedo pedir lo que yo quiera y me será hecho”. Así que, comienzan a pedir todo lo que desean. Finalmente descubren que no se les concede nada de lo que piden. Esto no se debe a que las promesas del Señor no se cumplan, sino a que ellos toman las promesas del Señor fuera de contexto. Oran sin satisfacer primero los requisitos necesarios. Malinterpretan el significado de este versículo. Juan 15:7 consta de cuatro puntos en total. En primer lugar, dice: “Permanecéis en Mí”. En segundo lugar, dice: “Mis Palabras permanecen en vosotros”. En tercer lugar, puesto que Sus palabras expresan Su deseo, éste se convierte en nuestro deseo, de modo que lo que deseamos es lo mismo que Dios desea. En cuarto lugar, como resultado, tal oración seguramente será contestada por Dios. Ahora podemos entender que el deseo que hay en nuestra oración no se origina en nosotros mismos, sino que es aquello que Dios desea. Primero, el hombre debe permanecer de continuo en el Señor. Después, Dios se convierte en las palabras mismas del hombre, de modo que el hombre pueda entender lo que desea Dios. Esto produce un deseo en el hombre, el cual es el propio deseo de Dios. Cuando el hombre ora según ese deseo, Dios no tiene otra opción más que contestar la oración. En esto consiste el “pedid, y recibiréis”. Dicha oración resulta de permanecer en el Señor.
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