Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora necesitamos hacer una pregunta muy importante: ¿Cómo se imparte Dios en nosotros? En primer lugar, Dios creó los cielos, la tierra y el hombre. Zacarías 12:1 dice que el Señor extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. El espíritu humano es un órgano especial creado por Dios en el cual el hombre recibe a Dios. Usemos un radio de transistor como ejemplo. El radio contiene un receptor que capta las ondas de sonidos que se difunden por el aire. Nosotros somos como el radio y nuestro espíritu como el receptor. Los cielos fueron extendidos para la tierra, la tierra fue fundada para el hombre y el hombre con un espíritu fue creado para Dios. Ya que el hombre tiene un espíritu, un receptor, esto hace posible que él reciba a Dios dentro de sí.
Mucho tiempo después de que Dios efectuara la obra creadora, lo cual constituye el primer paso para impartirse en el hombre, El tomó el segundo paso: la encarnación. Un día, el Dios infinito, el propio Dios que creó el universo, se hizo hombre. Según Juan 1:1 y 14, el Verbo, quien era Dios, se hizo carne; es decir, Dios se hizo hombre. En las palabras de Isaías 9:6, un niño nos fue nacido, cuyo nombre es Dios fuerte. El bebé nacido en el pesebre de Belén era el Dios fuerte. El Señor Jesús vivió en la tierra de una manera humilde. Fue criado en la casa de un carpintero, y El mismo trabajó en la carpintería. ¿A quién se le hubiera ocurrido que el propio Dios moraba en El? A la edad de treinta años salió a ministrar. Algunas de las cosas que hizo fueron motivo de que la gente se maravillara de El. Sus palabras eran mucho más filosóficas que las que expresaran los filósofos más prominentes. Algunos de los que le oían se maravillaban, diciendo: “¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?” (Jn. 7:15). Otros se ofendían y afirmaban conocer a Su madre, Sus hermanos y Sus hermanas. Finalmente, el Señor Jesús fue a la cruz y murió.
Por medio de la encarnación, el Señor se vistió de la naturaleza humana. El hombre es la cabeza de la vieja creación. Así que, cuando Adán, el representante de ésta, cayó, la creación entera cayó y se envejeció. Cuando Dios se vistió de humanidad, El asumió la vieja creación. Así que, al ser crucificado Cristo, el Señor puso fin a la creación en su totalidad, incluyéndonos a usted y a mí. Por medio de Su muerte maravillosa y todo inclusiva, Cristo nos redimió; nos regresó a Dios. No sólo nos puso fin y nos devolvió a Dios, sino que en resurrección, nos reemplazó consigo mismo. Así que, el Señor nos dio muerte, nos devolvió a Dios y nos reemplazó consigo mismo en resurrección.
En Juan 11:25 el Señor Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida”. El Señor, quien es la resurrección, es el elemento con el cual somos reemplazados. Además, en resurrección, Cristo fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). De hecho, la resurrección es la persona viva de Cristo, quien es el Dios encarnado, Aquel que vivió en la tierra como hombre, murió en la cruz para redimirnos y fue hecho el Espíritu vivificante en la resurrección. Así que, Cristo es tanto la resurrección como el Espíritu. El se hizo el Espíritu, y el Espíritu es la resurrección. Ahora, El, como Espíritu y como resurrección, es nuestro reemplazo.
Después de que Cristo fue hecho el Espíritu vivificante, se hizo posible que El entrara en nosotros. El, la electricidad divina, pudo entrar en nuestro receptor. No obstante, para recibirle fue necesario arrepentirnos, creer en El e invocar Su nombre. Ahora cualquier pecador puede orar: “Señor Jesús, soy pecaminoso, pero Tú eres mi Salvador. Abro mi ser a Ti y te recibo”. Siempre que una persona ore de tal manera, entra en él esta persona maravillosa, excelente y preciosa; Aquel que es el Espíritu y la resurrección. Esto no es una mera teología, sino un hecho maravilloso. Todo cristiano auténtico puede testificar que algo extraordinario le sucedió cuando creyó en el Señor e invocó Su nombre. El Señor como Espíritu vivificante entró en él. Una vez que le recibimos, nunca nos dejará, aunque a veces nos arrepintamos de habernos convertido en cristianos. Después de que usted creyó en el Señor Jesús, nunca podrá dejar de creer en El. Una vez que El entró en usted, nunca se irá. Ahora vemos cómo Dios se imparte en nosotros.
¿Se da cuenta quién es el que se imparte en usted? Es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. La persona que recibimos es Cristo, el Redentor, el Salvador, el Espíritu vivificante y la resurrección. Todos estos son diversos aspectos de una misma persona.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.