Información del libro

Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6927-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 44 de 185 Sección 4 de 4

LA REVELACIÓN QUE PABLO
PRESENTA DEL MISTERIO

Pablo, el gran apóstol que recibió la revelación con respecto a este misterio, se refiere a Cristo en la carne como el postrer Adán (1 Co. 15:45). Nuestro antepasado Adán fue el primer Adán. Luego, Pablo dice que el postrer Adán llegó a ser Espíritu vivificante. En el mismo libro él dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él” (6:17). Además le dice a Timoteo: “El Señor esté con tu espíritu” (2 Ti. 4:22). Estos versículos demuestran claramente que el Señor debe de ser el Espíritu y que nosotros también debemos de tener un espíritu. De lo contrario, ¿cómo podemos nosotros ser un solo espíritu con Él, y cómo puede Él estar con nuestro espíritu?

“Cristo en vosotros” (Col. 1:27) son también palabras de Pablo. ¿Está hablando de modo figurativo? ¿Cómo podríamos nosotros contener a Cristo? Por muy misterioso que parezca, es un hecho que Cristo está en nosotros; nosotros podemos testificar de esta misteriosa realidad. Él es como la electricidad que hace que las lámparas alumbren; aunque no podemos explicar cómo esto sucede, ciertamente experimentamos los beneficios.

En Gálatas 2:20 Pablo da un paso adicional, cuando dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Cristo no simplemente está en nosotros, sino que vive en nosotros. Pablo estaba describiendo su propia experiencia. ¿Podemos nosotros también testificar que Cristo vive en nosotros? ¿El que Cristo viva en nosotros parece una forma extraña de hablar, o es ésta nuestra realidad?

DIOS LLEGA AL HOMBRE

Aparte de Cristo, Dios no podía llegar hasta nosotros. Cristo como Espíritu es la manera en que Dios llega a nosotros. Dios primeramente pasó por medio de la creación; antes de esto, Él no era el Creador, sino Dios solamente. Al crear el mundo y todas las cosas que hay en él, Dios dio un paso para llegar a nosotros. Luego, en el tiempo indicado Él dio un paso adicional, el de la encarnación. Por medio de esto, se hizo uno con una de Sus criaturas: el hombre. Es por eso que Él fue llamado Emanuel, que significa Dios con nosotros (Mt. 1:23); Dios el Creador se hizo hombre. Él vivió en el humilde hogar de un carpintero por treinta años. Después salió a ministrar, recorriendo las aldeas de Galilea y Judea. Como hombre, Él gustó todos los aspectos de la vida humana. Luego fue a la cruz y entró en la muerte. Esa maravillosa muerte acabó con todas las cosas de la vieja creación. Entonces Él descendió a las partes más bajas de la tierra, y después de tres días salió de la muerte y entró en resurrección. En ese momento, Él fue transfigurado; de ser un hombre en la carne pasó a ser Espíritu (1 Co. 15:45). Después de todas estas experiencias, ascendió a los cielos, donde fue coronado, entronizado y glorificado. Dios le dio el nombre más encumbrado, y lo hizo no sólo Señor, sino también Cabeza sobre todas las cosas.

¡Y Su historia aún no termina! El día de Pentecostés Él descendió del trono y llegó hasta nosotros, los escogidos de Dios y los creyentes en Cristo. Él entró en nosotros y ahora es uno con nosotros. Como tal, mora en nosotros. Éste es Jesucristo, el misterio de Dios.

DOS MANDAMIENTOS

En el Nuevo Testamento no se nos dan diez mandamientos. A los que están bajo la economía neotestamentaria, Dios les manda que crean en Su Hijo. No creer constituye una desobediencia y un acto de rebeldía contra Dios. Para perecer no es necesario que uno robe un banco, cometa fornicación o diga mentiras. Basta con que se niegue a creer en Jesucristo. Incluso si usted es un ser humano ejemplar que lleva una vida ética muy elevada, perecerá si no cree en el Señor Jesús. El único mandamiento que Dios da a los que no son salvos es que crean en Su Hijo.

Después que somos salvos, este mismo principio se aplica. A Dios no le interesan nuestras obras. Él únicamente nos da un solo mandamiento; lo que Él desea es que nosotros vivamos a Cristo. Sin embargo, si reflexionamos sobre todas las veces que nos hemos arrepentido, nos daremos cuenta de que nuestro arrepentimiento ha sido acerca de que no fuimos amorosos o humildes u honestos. ¿Nos hemos arrepentido de nuestro fracaso de no vivir a Cristo? Con respecto a la mayoría de nosotros, esto es algo que no se halla en nuestros conceptos, pues nuestras vidas giran en torno a la ética, no en torno a Cristo. Como cristianos que somos, debiéramos ser “Cristo-hombres”; pero según nuestro modo de vivir, podríamos ser llamados más acertadamente “hombres morales”.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top