Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
El Señor nos ha mostrado de manera definitiva que debemos practicar el orar-leer. Según mi experiencia cristiana ninguna otra manera puede reemplazar el orar-leer. La mejor manera de disfrutar a Cristo es orar-leer. Todos debemos probar esto, y ver lo que sucede.
La Biblia es la corporificación de Cristo. Todas las riquezas de Cristo se hallan corporificadas en la Biblia. La Biblia tiene muchas páginas, y cada página contiene las riquezas de Cristo. Por tanto, debemos orar-leer día tras día. Finalmente, a través de nuestro orar-leer veremos que Cristo es Dios, el Cordero, el Creador, la criatura, el Padre, el Hijo, el Espíritu, la vida, la luz, el amor, el Rey, el Sacerdote, el Profeta, así como toda clase de árbol, trigo, maíz, leche, miel, agua, pasto verde, pasto tierno y ganado. Descubriremos que Cristo es cada cosa positiva en el universo. Este Cristo es también el edificio, la casa, la habitación, la sala, la cocina, la ventana y la puerta. También descubriremos que Cristo es la buena tierra, el sol y la estrella de la mañana.
Después de orar-leer por medio año, toda clase de servicio religioso nos causará desagrado. Tal vez digamos: “No necesito oír un sermón ni un mensaje. Tengo algo mejor. Tengo algo más enriquecedor. Tengo algo más dulce”. Todas las riquezas de Cristo están en la Biblia. Sin embargo, no podemos simplemente meditar sobre ellas. La meditación es una práctica muy pobre. En cambio, debemos abrir la Palabra y comerla mediante la práctica del orar-leer. Podemos decir: “Oh Señor, fueron halladas Tus palabra, y yo las comí” (Jer. 15:16). De esta manera asimilamos las riquezas de Cristo. Las riquezas de Cristo se hallan en todos los versículos.
Una buena digestión es siempre necesaria cuando comemos. En nuestro cuerpo físico una buena digestión permite que el alimento tenga una vía libre en todo el cuerpo. La mejor digestión ocurre cuando el alimento que llega a nuestro estómago halla una vía libre para introducirse en todo nuestro sistema. Esto nos provee una mejor nutrición. Por otro lado, tenemos indigestión cuando debido a alguna obstrucción el alimento no encuentra una vía libre en nosotros.
Debo hacerles una advertencia. Orar-leer es algo maravilloso, pero también tenemos que orar así: “Señor, despeja el camino en mi interior. Oh Señor, obtén una vía libre dentro de mí”. Orar-leer no nos ayuda a obtener sólo conocimiento; más bien, imparte muchas cosas del Señor en nuestro ser. Por tanto, debemos dejar que las cosas del Señor tengan una vía libre en nuestro interior. Esto nos proveerá la mejor digestión espiritual, y así asimilamos lo que hemos orado-leído. Nunca le digan no al Señor; aprendan a decirle siempre amén.
Ya sea que entendamos o no lo que es orar-leer, siempre introduce algo del Señor en nosotros. Cuando estas cosas entran en nuestro ser, ellas necesitan tener una vía libre. Por esta razón, siempre debemos decir amén. El Señor, la Palabra y el Espíritu son una misma cosa. El Señor es la Palabra, la Palabra es el Espíritu, y el Espíritu es el Señor. Cuando la Palabra entra en nosotros, obtenemos al Espíritu y obtenemos al Señor. Por tanto, debemos ser advertidos. Si oramos-leemos por diez minutos, probablemente no entendamos mucho, pero sentiremos que hay algo en nuestro interior. Podemos decir que es la Palabra, podemos decir que es el Espíritu, o podemos decir que es el Señor. Cualquier término que usemos, hay algo que está obrando en nuestro interior y nos regula.
Después de orar-leer, tal vez tenemos la intención de ir a pescar, pero algo dentro de nosotros nos indica que no debemos ir. ¿Se trata de la Palabra, o es el Espíritu, o es el Señor? Es difícil decirlo. Ni siquiera es “una voz apacible y suave” (1 R. 19:12). En el cristianismo a muchos les gusta hablar de la voz apacible y suave, pero eso es propio del Antiguo Testamento. Lo que tenemos dentro de nosotros no es una voz, ni una palabra clara como “no lo hagas” ni “hazlo”. Simplemente es una sensación en nosotros, indicándonos que no debemos ir. ¿Qué debemos hacer en ese momento? Debemos decir: “Amén, Señor. Amén”. No obstante, nueve de cada diez veces nos vamos a pescar. Esto bloquea la vía en nuestro interior. Luego, después de hacer estos dos o tres veces, nos percatamos de que nuestro orar-leer no funciona tan bien, e incluso hasta perdemos el apetito por orar-leer. La causa de ello es una indigestión. Cuando intentamos orar-leer, su sabor no es tan dulce. No obstante, si dijéramos: “Amén, Señor”, cada vez que algo en nosotros nos prohíbe hacer algo, nos restringe, nos regula o nos corrige, estaríamos hambrientos por orar-leer.
En ocasiones cuando estoy en casa, de repente digo: “Amén”. Quizás mi familia me consulte sobre ello y pregunte: “¿Qué ocurre? ¿A quién le dice amén?”. Yo les respondo, diciendo: “Ustedes no lo saben, pero yo lo sé”. Estoy diciendo amén a la palabra del Espíritu, esto es, al Señor que está dentro de mí actuando, hablándome, ungiéndome y regulándome. Si dijésemos amén de esta manera una, dos o aun tres veces, tendríamos hambre por orar-leer. Entonces el orar-leer nos sabría tan bien. Tendremos un buen apetito porque hemos tenido la mejor digestión. Más tarde, otros verán en nosotros un cambio en vida. Nadie nos ha enseñado, ni reprendido ni corregido ni instruido, y aun así ocurre un cambio. Aun cuando estamos cambiando, no nos damos cuenta del cambio. Hay algo que subconsciente e inconscientemente nos está cambiando. Éste es el crecimiento en vida y el incremento de la medida de Cristo. Esto comprueba que algunas de las riquezas de Cristo han sido impartidas en nosotros.
Leer un capítulo como éste nos puede ayudar, pero la mejor manera de asimilar las riquezas de Cristo es orar-leer. Al orar-leer, matamos dos pájaros de un tiro. Al orar-leer, oramos y a la misma vez leemos. Es por esto que se le llama orar-leer. Esta clase de oración no es una oración peculiar ni una oración de palabras vanas. Es orar usando la Palabra maravillosa. Es de esta manera que nos introducimos en todas las riquezas de Cristo. Esto es lo que necesitamos en nuestra vida cristiana. Adopten la práctica de orar-leer y pruébenla. Esto nos llevará a dar un giro de ciento ochenta grados. Si adoptamos la práctica de orar-leer de una manera apropiada, seremos otra clase de cristianos en sólo una semana. Veremos el recobro del Señor, veremos la voluntad de Dios y veremos la iglesia. Entonces veremos que Cristo es tan diferente para nosotros. Éste es el medio que Dios usa para impartir a Cristo en nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.