Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-9118-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El asunto más misterioso hallado en la Biblia, algo que jamás podríamos imaginar o soñar, es que el Señor Jesús personalmente les dijo a Sus discípulos que Él quería que ellos permanecieran en Él y que Él también quería permanecer en ellos. Puesto que nos hemos acostumbrado a leer tal palabra, la misma no nos asombra. Sin embargo, si usted hubiese estado presente ese día escuchando esa palabra, ¿no habría quedado atónito? Usted se preguntaría: “¿Está diciendo el Señor algo verdadero? ¿Acaso es esto una alegoría, o sólo una ilustración? ¿Qué significa esta palabra realmente? ¿Cómo podemos permanecer en el Señor? ¿Y cómo puede el Señor permanecer en nosotros? Esto ciertamente es difícil de entender”.
Cuando el Señor Jesús habló esta palabra, Él ya había estado viviendo en la tierra por más de treinta años. Anteriormente, Él había sido un carpintero en el hogar, pero cuando llegó a los treinta años de edad, Él salió para hablar por Dios a fin de llevar a cabo la obra de predicación. Después de efectuar esta obra por casi tres años y medio, un día Él les dijo a los discípulos que los iba a dejar. Ellos habían estado con Él por tres años y medio, y nadie podía evitar amarle y ser atraído a Él debido a que Él era un Dios-hombre tan maravilloso, real y grande pero manso. Cada uno de ellos lo quería. Por ende, en Juan 12, cuando el Señor vino al hogar de uno de los discípulos, la atmósfera de amarle, apreciarle, admirarle y adorarle alcanzó una cumbre tan alta que una hermana derramó ungüento sobre Él desde su frasco de alabastro más preciado. La adoración de la gente hacia el Señor había alcanzado su punto máximo. Él era muy digno de ser amado. Aún más, Sus creyentes y seguidores no sólo lo ungieron una vez. Según lo que se registra en los cuatro Evangelios, ellos lo ungieron dos veces. En Lucas 7 se ve la otra ocasión en que Él fue ungido. Él ciertamente era atrayente y digno de ser amado.
No obstante, un día de repente Él les dijo a quienes le amaban que los iba a dejar. Cuando los discípulos oyeron esto, se entristecieron. Mientras ellos estaban tristes, Él les dijo: “No se turbe vuestro corazón” (Jn. 14:1, 27b). Él también les dijo que Él se iría y regresaría (v. 28). Hoy en día en el cristianismo hay intérpretes de la Biblia que dicen que Su ida fue Su ascensión, y que Su regreso será Su segunda venida al final de la era. Ellos dicen que la espera ha sido de casi dos mil años, mas Él aún no ha regresado. Sin embargo, éste no es el significado de la palabra que el Señor Jesús habló en ese momento. Lo que Él quiso decir por Su ida era que Él iría a la cruz para morir y que luego de Su muerte Él sería resucitado. Su ida fue Su muerte; Su venida sería Su resurrección. Lo que el Señor quiso decir con esta palabra fue: “No se turbe su corazón. Mi ida es para su beneficio, pues si yo no voy, sólo puedo estar entre ustedes. Ustedes me aman y yo también los amo. Sin embargo, mi intención no es meramente estar entre ustedes, sino también entrar en ustedes. No quiero sólo estar entre ustedes como su ganancia, su disfrute y su Señor. Más que esto, deseo entrar en ustedes y ser su vida. Si permanezco fuera de ustedes, no puedo ser su vida. A fin de que Yo sea su vida, debo entrar en ustedes”.
Si el alimento no entra en nosotros, no tiene nada que ver con nuestra vida. A fin de que el alimento llegue a ser nuestra vida, debe entrar en nosotros. Además, no sólo debe entrar en nosotros, sino también llegar a ser parte de nosotros. De este modo el alimento que comemos llega a ser nuestra vida y suministro de vida. Por consiguiente, en Juan 6 el Señor Jesús dijo que Él es nuestro pan de vida, que el que a Él viene, nunca tendrá hambre, y que el que lo come vivirá por causa de Él (vs. 35, 57b). Es una lástima que en ese entonces los discípulos no entendieran lo dicho por el Señor, porque lo que Él les dijo era algo nuevo; ésta era una nueva expresión, un nuevo concepto. Esta palabra nunca había sido pronunciada desde la creación del mundo. Si alguien hoy en día dijera que él es nuestro alimento y que debemos comerle, nos sería difícil aceptar esta palabra. Sin duda alguna diríamos que este hombre está loco, que está enfermo de la mente y que debería ser enviado a un hospital psiquiátrico. No obstante, en Juan 6 el Señor dijo repetidas veces que Él es el pan de vida. Quienes lo comen vivirán por causa de Él. Aunque el Señor dijo esto repetidas veces, ninguno de Sus discípulos pudo recibir Su palabra. Al final de Juan 6, muchos de los discípulos, después de oír esta palabra, dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” (v. 60). Luego ellos regresaron y ya no anduvieron con el Señor. Jesús les dijo a los doce: “¿Queréis acaso iros también vosotros?”. Simón Pedro le respondió, diciendo: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (vs. 67-68). Aunque ésta fue la respuesta que dieron en ese momento, todos ellos estaban confundidos nuevamente en el capítulo 14.
En Juan 14 el Señor les dijo a los discípulos que Él se iba, pero también dijo que después de irse, Él vendría otra vez. Esto no significaba que Él se iría por dos mil años y todavía no regresaría. Lo que el Señor quiso decir en 14:19 era que Él volvería en un corto periodo de tiempo. El Señor fue a morir y ser sepultado. Poco después Él regresó. Además, el Señor les aseguró a Sus discípulos que Él no los dejaría huérfanos y que después de irse Él regresaría. Sin embargo, cuando el Señor regresase, Él sería otro Consolador. Él regresaría como el Espíritu de realidad. Juan 14:16-20 describe este asunto de una forma muy clara. El Señor Jesús originalmente estaba en la carne y sólo podía estar entre los discípulos. Luego el Señor en la carne, quien era el postrer Adán, pasó por la muerte y la resurrección y se transfiguró para ser el Espíritu vivificante. Esto es exactamente igual a un grano de trigo; después de ser introducido en la tierra, crece hasta alcanzar una forma diferente. Originalmente era sólo un grano; pero cuando crece, es un tierno retoño verde, vivo y dinámico que es completamente diferente de su forma original. Este tierno retoño verde sigue impartiendo vida, crece gradualmente para producir el tallo, las ramas y las hojas, y a la postre florece y lleva fruto. Esto es por completo un asunto de la impartición de vida.
Hoy en día las personas en el cristianismo no han visto este asunto claramente. Ellos ven al Señor Jesús únicamente como el Señor Todopoderoso, quien pudo resucitar de los muertos aunque le habían dado muerte. Además, después de resucitar, Él ascendió a los cielos para sentarse en el trono donde nadie podía tocarle. Éste es el gran Cristo que ellos conocen. Por una parte, la Biblia nos dice que Él ciertamente es grande: Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Sin embargo, por otra parte, la Biblia nos dice que Cristo quiere ser nuestra vida. El aspecto de que Cristo es grande puede verse fácilmente. Todo el que lea la Biblia puede verlo. Sin embargo, el aspecto de que Cristo es vida se ve raramente. Casi todos en el cristianismo están en tinieblas con respecto a este asunto de que Dios es la vida del hombre; nadie habla de esto. Yo nací en el cristianismo, crecí en el cristianismo, fui educado en el cristianismo y fui criado en el cristianismo. No sé cuántos sermones escuché, pero nunca escuché el asunto de que Cristo es la vida del hombre.
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