Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0334-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-0334-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
El llamamiento de Dios es la suma de todas las bendiciones enumeradas en los versículos del 3 al 14: la elección y la predestinación efectuadas por Dios el Padre; la redención lograda por Dios el Hijo; y el sellar y el darse en arras llevados a cabo por Dios el Espíritu. Cuando fuimos llamados, participamos de la elección y predestinación efectuadas por el Padre, de la redención realizada por el Hijo, y del sello y las arras del Espíritu.
¿Ha considerado usted que con nuestro llamamiento recibimos todas las bendiciones del Dios Triuno? Pocos cristianos saben esto. No obstante, estas bendiciones son el contenido del llamamiento de Dios. Así vemos que el llamamiento de Dios es grandioso, pues comprende la elección, la predestinación, la redención, el sellado y las arras. Esto significa que Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu participan en el llamamiento de Dios. En este llamamiento recibimos al Dios Triuno como nuestra porción.
Ya mencionamos que el llamamiento de Dios incluye la elección. El Padre también nos predestinó; nos marcó un destino de antemano. Este destino es la filiación. ¡Qué maravilloso destino! Después de ser seleccionados y predestinados por el Padre, fuimos redimidos por el Hijo. Luego el Espíritu vino a nosotros, nos selló y nos dio a Dios en arras. Puesto que tenemos todo esto, ¿qué más podemos desear? Estoy completamente satisfecho y contento con lo que el Dios Triuno es para mí.
Ahora hablaremos de las riquezas de la gloria de la herencia de Dios en los santos. Hemos dicho muchas veces que la gloria de Dios es Dios mismo expresado. Cuando Dios se expresa, eso es gloria.
Las riquezas de la gloria de Dios son los diversos atributos de Dios, tales como luz, vida, poder, amor, justicia y santidad, expresados en diferentes grados. Puesto que la gloria es la expresión de Dios, las riquezas de Su gloria son las riquezas de Su expresión. Algunos de los atributos divinos son el amor, la humildad, la paciencia y la santidad. Uso específicamente la palabra “divino” porque fuimos hechos de tal manera que tenemos la forma de lo divino. Por ejemplo, nosotros tenemos humildad humana, pero la humildad humana no es verdadera; simplemente es la forma de la humildad genuina, la cual es la humildad divina. Pasa lo mismo con el amor humano, el cual es una forma del amor divino y genuino. Por lo tanto, el amor divino es la realidad del amor humano. Todo ser humano posee amor, pero es un amor que no perdura. Por ejemplo, usted ama a sus padres, pero quizás su amor por ellos sólo dure unos cuantos días. Asimismo, es posible que un hermano ame a su esposa, pero quizás la ame solamente por unas cuantas semanas. Todos amamos a los demás, pero nuestro amor es como una estrella fugaz. Tal vez un hermano ame muchísimo a su esposa hoy, y al siguiente día la mande al infierno. Un amor así no es parte de las riquezas de la gloria de Dios.
Como dije anteriormente, las riquezas de la gloria de Dios son la expresión de los atributos divinos y las virtudes divinas. Sólo hay dos clases de amor, el humano y el divino; y también dos clases de justicia y de paciencia, la justicia y la paciencia humanas y la justicia y la paciencia divinas. Muchos cristianos confunden las virtudes humanas con las virtudes divinas. Al hacer esto cometen un grave error. No es necesario desarrollar nuestras virtudes humanas; lo que nos falta es las virtudes divinas. Cuando Dios en Cristo se forja en nosotros, nuestro amor, nuestra humildad, nuestra paciencia y nuestra justicia llegan a ser divinos. Estas virtudes divinas son las riquezas de la gloria de Dios; tales virtudes son la herencia de Dios entre los santos. Es muy importante que entendamos esto.
Si logramos ver esto, nuestra vida cristiana cambiará. Casi todos los que buscan al Señor siguen viviendo regidos por la vida natural y condenan únicamente su maldad, mas no su bondad natural. Lo malo es condenado y lo bueno, apreciado. No se discierne entre lo natural y lo divino. Mientras que algo sea bueno, lo justifican y lo aceptan. Esta práctica es errónea. Debemos discernir entre lo natural y lo divino. Solamente los atributos divinos, y no las virtudes humanas, constituyen las riquezas de la gloria de Dios. Si vemos esto, tendremos la adecuada vida de iglesia. La apropiada vida de iglesia no está llena de virtudes humanas naturales, sino de virtudes divinas, las cuales son las riquezas de la expresión de Dios en Su herencia entre los santos.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.