Línea central de la revelación divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8224-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el mensaje anterior vimos que la economía divina procede de la voluntad, propósito, beneplácito y consejo de Dios; así que, la voluntad, propósito, beneplácito y consejo de Dios tienen como fin la impartición divina. La intención de Dios en Su economía es impartirse a Sí mismo en Su pueblo escogido y hacerse así uno con ellos. La intención de Dios en Su economía es impartir a Cristo con todas Sus riquezas en los creyentes que Dios ha escogido para constituir el Cuerpo de Cristo, la iglesia, a fin de que el Dios Triuno procesado sea expresado (Ef. 3:8-10). Primero, la impartición divina imparte a Cristo con todo lo que el Dios Triuno procesado es, tiene y ha logrado. Segundo, esta impartición constituye el Cuerpo orgánico de Cristo. La iglesia, como Cuerpo de Cristo, no sólo es edificada, sino también constituida. Tal constitución se lleva a cabo por medio de la impartición gradual del elemento de vida.
Una casa se edifica al juntar materiales inorgánicos, pero el cuerpo humano se edifica por medio del crecimiento. Un niño crece al asimilar el elemento orgánico de los alimentos. Para constituir nuestro cuerpo, podemos asimilar como alimento únicamente cosas orgánicas. Un estadounidense típico es la composición de todos los ricos alimentos de los Estados Unidos. Para ser constituido de estas riquezas, uno debe comerlas y digerirlas. La digestión con la asimilación produce el crecimiento. Para poder constituir el Cuerpo de Cristo, debemos asimilar más y más de Cristo. De esta manera el elemento de Cristo, el cual es totalmente orgánico, crecerá en nosotros. La intención de Dios en Su economía es impartirnos el elemento de Cristo para nuestra constitución y crecimiento orgánicos.
La intención de Dios en Su economía también es hacer que en Cristo sean reunidas todas las cosas bajo una cabeza. Cristo es la Cabeza, pero no sólo de la iglesia, sino también de todas las cosas (1:10, 22). Dios le dio el don de ser Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, Su Cuerpo. Él es la Cabeza del Cuerpo. Nuestro propio cuerpo es un cuadro de esto. Todas las partes de nuestro cuerpo están orgánicamente relacionadas con la cabeza por medio de los nervios. El hecho de reunir todas las cosas bajo Cristo, la Cabeza, se realiza orgánicamente por medio del crecimiento del Cuerpo.
En el mensaje anterior, también hicimos notar la relación que existe entre la economía de Dios y la mayordomía del apóstol. La mayordomía del apóstol es simplemente la realización de la economía de Dios. Todo lo que Dios ha planeado necesita ser realizado. El apostolado verdadero es la realización de la economía de Dios.
El libro de Efesios revela la impartición de Dios como ningún otro libro en toda la Biblia. Especialmente en los primeros cuatro capítulos, el punto más crucial es la impartición divina. Para estudiar a fondo el libro de Efesios, necesitamos estudiar y entender la impartición divina. En todo el libro no se usa la palabra impartición, pero el hecho de impartir está allí.
Empleo la palabra impartición para referirme al proceso de comer, digerir y asimilar alimentos en nuestro ser. Al final, cuando el elemento del alimento que hemos tomado es asimilado en nuestro ser, ese alimento llega a ser nosotros mismos. Impartir no sólo significa distribuir. Significa que las cosas que hemos recibido han sido asimiladas en nosotros para llegar a ser nosotros.
La impartición divina es la consumación de la economía divina. En otras palabras, el plan de Dios se lleva a cabo por medio de Su impartición. La impartición divina tiene su consumación en la economía de Dios, el plan de Dios. En Efesios 3:8-9 Pablo dijo: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo como evangelio, y de alumbrar a todos para que vean cuál es la economía del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas”. Estos versículos revelan la impartición de Dios. Pablo recibió la gracia de anunciar las inescrutables riquezas de Cristo como evangelio. Anunciar significa distribuir. Que Pablo distribuyera las riquezas de Cristo a los creyentes concordaba con la economía de Dios. Tal es el apostolado que tiene como fin llevar a cabo la economía de Dios.
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