Cristo todo-inclusivo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-626-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto tres aspectos de los alimentos que se encuentran en la buena tierra de Canaán: el trigo, la cebada y la vid. Notemos de nuevo el orden: primero el trigo, después la cebada, y luego la vid. Nosotros primero experimentamos al Jesús encarnado, limitado, crucificado y sepultado; luego tocamos al Cristo resucitado. Por el poder de Su resurrección, podemos vivir la vida que El vivió en la tierra. Por el Cristo resucitado, podemos vivir la vida del Jesús encarnado y limitado. Luego aprendemos que cuanto más disfrutamos a Cristo, más debemos sufrir. Cuanto más experimentamos a Cristo, más seremos puestos en el lagar. Seremos prensados para que se produzca algo que agrade a Dios y a otros. Nuestras experiencias dan testimonio de todas estas cosas.
Llegamos ahora al cuarto punto: las higueras. Jueces 9:11 nos dice que la higuera representa la dulzura y el buen fruto. Habla de la dulzura y satisfacción que da Cristo como nuestro suministro. En el primer punto, el trigo, no pudimos ver dulzura ni satisfacción; tampoco lo vimos en la cebada. Incluso en la vid, el énfasis no está en la dulzura y satisfacción que da Cristo como nuestro suministro. Para ver esto debemos considerar el cuarto aspecto, la higuera.
A partir de nuestra experiencia comprendemos que cuanto más disfrutamos a Cristo como trigo, como cebada y como la vid, tanto más experimentamos la dulzura y la satisfacción que da Cristo. Cuanto más disfrutamos a Cristo como Aquel que ha resucitado, tanto más seremos exprimidos, y tanto más lo disfrutaremos como la vid. Pero, alabado sea el Señor, en ese mismo momento nos damos cuenta de la dulzura y satisfacción que da Cristo como nuestro suministro.
Hace aproximadamente treinta años, estaba enferma una joven que vivía en la provincia de Kiang-Su en el norte de China. Era una época de hambre, y ella estaba en una pobreza terrible. En su enfermedad aceptó al Señor, y a pesar de una fuerte oposición de parte de toda su familia, progresó bastante en su crecimiento espiritual. En ese mismo tiempo murió su esposo, y le sobrevino presión tras presión. Fue puesta en lagar tras lagar. En cuanto a doctrina, sabía muy poco, pero en el espíritu realmente experimentaba a Cristo. Día tras día disfrutaba a Cristo y testificaba que Cristo era su vida. Su familia era sumamente antagónica. Cuanto más asistía ella a las reuniones, más la suegra la golpeaba y la hostigaba. Ella cantaba himnos de alabanza al Señor, pero cuanto más se regocijaba, tanto más la ira de su suegra era provocada y más golpes recibía. No obstante, la hermana se quedaba inconmovible. Los golpes de su suegra sólo hacían que alabara a su Señor más que nunca. Un día, cuando ella regresó de la reunión cantando, la suegra estaba profundamente irritada. “¿Qué estás haciendo?” —exclamó— “¡Somos tan pobres, y aún tienes ánimo para cantar!” Y en esto, le dio una buena paliza. Luego en su cuarto, cerrada la puerta, la hermana joven cantó alabanzas al Señor y oró en alta voz. La suegra no pudo evitar oírla y se acercó a la puerta para escuchar. La suegra pensó: “¿Qué le pasa? Tal vez se ha vuelto loca”. La escuchó cuidadosamente. ¿Sabe usted cómo oraba la hermana joven? “Oh, Señor, ¡te alabo, te alabo! ¡Estoy tan contenta! ¡Perdona a mi suegra! ¡Sálvala, Señor, sálvala! ¡Dale la luz y la felicidad que yo tengo! Señor, ¡bendícela!” Todas estas sencillas palabras de oración sorprendieron grandemente a la suegra. Pensaba que la joven la estaría maldiciendo, pero en vez de maldecirla, oraba por ella. La suegra tocó a la puerta. Temblando, llena de temor, la hermana joven pensaba que su suegra venía a golpearla de nuevo. Pero en vez de eso, la suegra le preguntó: “¿Cómo estás, hija, cómo estás? ¡Te pegué! ¿Por qué oras por mí, pidiéndole a tu Dios que me bendiga y me dé gozo? ¿Qué te pasa?” La hermana joven le contestó: “Oh, madre, ¡Cristo me satisface! Estoy muy satisfecha. Estoy llena de dulzura. Sabe, madre, cuanto más usted me pega, tanto más dulzura y satisfacción tengo”. Inmediatamente la suegra entró y le tomó de la mano, diciendo: “Hija, arrodillémonos. Enséñame a orar. Quiero recibir a tu Jesús como mío”.
Oh, ¡la dulzura y satisfacción del Señor como nuestro suministro! Podemos estar seguros de que cuanto más somos prensados, más satisfechos seremos. La presión sólo nos hace experimentar Su dulzura y Su satisfacción. Esto es Cristo como la higuera.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.