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Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7643-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 14 Sección 2 de 2

APRENDER A CRISTO
Y DESPOJARNOS DEL VIEJO HOMBRE

Por medio de todos los versículos en esta sección podemos ver en cuánto detalle el apóstol entra. Los versículos 20 y 21 dicen: “Vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y en Él habéis sido enseñados, conforme a la realidad que está en Jesús”. La realidad que está en Jesús es la realidad de la vida del Señor Jesús mientras estuvo en la tierra. Debemos aprender de Él esas cosas. El versículo 22 continúa diciendo: “Que en cuanto a la pasada manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se va corrompiendo conforme a las pasiones del engaño”. La totalidad del viejo hombre incluye todo lo viejo: nuestra mente, corazón, entendimiento, conciencia y todas las cosas del hombre. Puesto que este hombre es viejo, es menester que nos despojemos de todos sus pensamientos, ideas, conceptos, deseos, amor, odio, decisiones, intenciones y motivos.

Sólo una persona llena de experiencia pudo haber escrito el libro de Efesios. El apóstol Pablo tenía la experiencia y conocía las cosas espirituales, así que pudo escribir este corto libro con muchos asuntos profundos. Es por esto que necesitamos meses para exponer y desarrollar aun el capítulo 4 solamente. En este único capítulo hay muchos asuntos. Necesitamos muchos mensajes para abarcar lo relacionado con la mente, el entendimiento, el corazón y la conciencia con su sensibilidad. Luego necesitamos más mensajes para cubrir el asunto de despojarnos del viejo hombre. Los elementos del viejo hombre no sólo son cualquier cosa mundana y pecaminosa, sino también cualquier cosa vieja, natural, anímica y carnal. Debemos despojarnos de estas cosas; de otra forma, no tendremos la manera para llevar la vida de iglesia. No podemos tener la vida de iglesia mientras estemos todavía en el viejo hombre. Incluso si usamos la Biblia en el viejo hombre, sólo ocasionaremos daño a los santos (cfr. 2 Co. 3:6).

VESTIRNOS DEL NUEVO HOMBRE

Efesios 4:24 dice: “Os vistáis del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”. Muchas cosas quedan implícitas únicamente por este asunto. Según todo el libro de Efesios, el nuevo hombre no es meramente un individuo que ha sido regenerado y transformado. Más bien, el nuevo hombre es todo el Cuerpo de Cristo. Los versículos 15 y 16 del capítulo 2 nos muestran que el nuevo hombre es el Cuerpo, el cual incluye a Cristo como Cabeza. Por lo tanto, el nuevo hombre es el misterio de la piedad y es la nueva creación (1 Ti. 3:16; 2 Co. 5:17). Vestirnos del nuevo hombre equivale a vestirnos de Cristo y la iglesia. Debemos despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo hombre. No debemos vivir en la vieja manera conforme al viejo concepto. Debemos vivir en la iglesia conforme a Cristo y por medio de Cristo.

SER RENOVADOS EN EL ESPÍRITU
DE NUESTRA MENTE ES LA CLAVE
PARA TODAS LAS EXPERIENCIAS ANTEDICHAS

Efesios 4:23 dice: “Os renovéis en el espíritu de vuestra mente”. Este único asunto requiere muchos mensajes para abarcarlo de forma adecuada. Ser renovados en el espíritu de nuestra mente es la clave para todos los otros puntos. Si no somos renovados en el espíritu de nuestra mente, no podemos despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo hombre. Es por esto que el apóstol puso esta palabra entre los versículos 22 y 24. Entremedio del proceso de despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo hombre está la renovación del espíritu de la mente, la cual es la clave para despojarnos y vestirnos. ¿Cómo podemos tomar medidas con respecto a la vanidad de nuestra mente? Lo hacemos al ser renovados en el espíritu de nuestra mente. ¿Cómo puede nuestro entendimiento ser iluminado? ¿Cómo puede nuestro corazón no ser cegado? ¿Cómo podemos tomar medidas con respecto a nuestra conciencia? Todo esto depende de una sola cosa: necesitamos ser renovados en el espíritu de nuestra mente. Esto es un gran asunto en nuestra experiencia.

Hay dos espíritus en nuestro interior. Tenemos el espíritu humano, y en nuestro espíritu está el Espíritu Santo (Ro. 8:16). Es difícil saber cómo traducir la palabra espíritu en versículos como Efesios 4:23. El término espíritu podría referirse al Espíritu Santo o al espíritu humano. Es mejor inventar una nueva letra para nuestro alfabeto, una “e” minúscula dentro de una “E” mayúscula, para utilizarse en un pasaje tal como éste. Entonces la gente comprenderá que se refiere tanto al Espíritu Santo como al espíritu humano. No hay duda de que el espíritu en el versículo 23 es el espíritu mezclado, el Espíritu Santo mezclado con nuestro espíritu humano (1 Co. 6:17).

Ser renovados en el espíritu de la mente equivale a que el espíritu ocupe, posea y sature la mente. Esto quiere decir que toda la mente ahora está bajo el control del espíritu, así que el espíritu llega a ser el espíritu de la mente. Ya que la mente humana es la parte principal del alma, representa a todo el ser humano. Por lo tanto, todo nuestro ser está ahora bajo el dominio y control del espíritu. Todo lo que pensamos, hacemos, amamos, decidimos y escogemos está bajo el control, la influencia, del espíritu. En tal espíritu somos renovados. Luego, de manera espontánea nos despojamos del viejo hombre y nos vestimos del nuevo hombre, y vivimos por Cristo y en la iglesia. Nuestra mente queda libre de toda vanidad, nuestro entendimiento es iluminado, nuestro corazón se abre al Señor y nuestra conciencia recibe nuestra debida atención. Todos estos asuntos dependen de una sola cosa: el espíritu que controla todo nuestro ser y lo trae bajo su influencia.

Esto no puede ser una mera enseñanza para nosotros. Debemos examinarnos a nosotros mismos y poner esto en práctica. De otra manera, podríamos hablar acerca de la edificación, pero no habrá posibilidad alguna de tener la vida de iglesia. Desde el primer día que vine a Los Ángeles, declaré que no podemos tener la vida de iglesia meramente por enseñanzas, dones y formas. Podemos tener la vida de iglesia únicamente al ser renovados en el espíritu de nuestra mente.

NECESITAMOS EJERCITARNOS PARA CRECER
Y SER RENOVADOS PARA LA VIDA DE IGLESIA

Estoy agradecido al Señor por darnos el profundo entendimiento que en Efesios, el libro que trata acerca de la iglesia, los dones milagrosos no se mencionan. Si los dones fueran necesarios para la iglesia, ¿por qué el apóstol no habla de ellos en este libro? Éste no es mi argumento, sino que es lo que observamos en Efesios. Antes bien, en este libro tenemos el crecimiento y la función; es decir, recibimos algo de la Cabeza y lo impartimos a otros. Estos asuntos no tienen que ver con los dones, sino con la vida. A esto le sigue el que despejemos la mente de toda vanidad, que el entendimiento sea iluminado, que el corazón se abra y que la conciencia reciba nuestra debida atención. Estos asuntos tampoco tienen que ver con los dones. En esta luz podemos ver la situación actual. Incluso respecto a los dones milagrosos existe mucha vanidad de la mente y oscuridad y ceguera en el entendimiento. Que el Señor sea misericordioso para con nosotros. Debemos humillarnos delante del Señor para ver dónde estamos y qué necesitamos. Lo que necesitamos es crecer interiormente. La vida de iglesia depende del crecimiento de la vida y es por medio de todos los asuntos anteriores que podemos crecer.

Es por esto que a la primera sección de este capítulo le sigue la segunda sección, la cual nos dice la manera en que podemos crecer. Podemos crecer al ser renovados en el espíritu que controla nuestra mente e introduce todo nuestro ser bajo su liderazgo y dominio. Por lo tanto, debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu y estar de acuerdo con el espíritu. Es por esto que en el Nuevo Testamento, especialmente en las Epístolas, a menudo encontramos la frase en espíritu. Necesitamos andar, vivir, obrar, servir, orar y hacerlo todo en el espíritu. Sin esto, no existe posibilidad alguna de llevar a cabo la vida de iglesia; más bien, estaremos meramente hablando de algo “en el aire”.

Necesitamos una visión, pero también tenemos que ser muy prácticos. Es necesario que nos ofrezcamos al Señor nuevamente y digamos: “Señor, ya que he visto esto, estoy dispuesto a entregarme a Ti de nuevo para este propósito. Renuévame en el espíritu de la mente”. Espontáneamente, nos despojaremos del viejo hombre y nos vestiremos del nuevo hombre. Nuestro entendimiento será transparente, nuestra mente quedará libre de toda vanidad, nuestro corazón estará abierto al Señor y nuestra conciencia estará en paz porque habremos tomado cuidado del sentir en ella. Entonces seremos personas renovadas y transformadas. En esto consiste el crecimiento genuino. El crecimiento equivale a la transformación y la renovación. Cuanto más somos renovados, más crecemos. Como resultado de ello, llegamos a ser muy ricos en nuestro ministerio, en nuestra función. En nuestras reuniones todos tendrán algo de parte de la Cabeza que puedan ministrar al Cuerpo.


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