Arbol de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Necesitamos la vida, la luz, el alimento, la bebida, el aire y también una morada, un lugar de descanso. El Señor es todos estos aspectos para nosotros. Aunque hay muchos otros aspectos de Cristo presentados en el Evangelio de Juan, éstos constituyen los seis aspectos principales que podemos disfrutar. Cristo es nuestra vida (1:4; 14:6), pero si vamos a mantener la vida, necesitamos a Cristo como luz (1:4; 8:12), alimento (6:35), bebida (7:37-39; 4:14), aire (20:22) y como una morada (15:5). Todas estas cosas son diferentes aspectos de Cristo como árbol de la vida. Necesitamos dejarnos impresionar con que el Señor es la corporificación del Dios Triuno hecho real en nosotros como el Espíritu para ser todo para nosotros. Espero que esta comunión amplíe nuestra comprensión y nuestra visión del Señor Jesús. Llegué a conocerle de manera viva hace muchos años, pero cuando era un creyente joven, no le conocía de manera completa. Debemos decirle al Señor: “Oh Señor, Tú eres todo para mí”. Necesitamos la visión celestial con la cual ver todos los diferentes aspectos de Cristo en la Palabra.
Según nuestra experiencia, cuando inhalamos al Señor como el aire fresco, también le disfrutamos como el agua. En esta agua El es nuestro alimento, y en este alimento El es nuestra luz. Aprendamos a inhalarle. Cuanto más le inhalemos, más le experimentaremos como el rocío que nos refresca. En el agua viva se encuentra el árbol de la vida que crece, o sea el alimento, y junto con este alimento siempre está la luz. El agua está en el aire, el alimento en el agua y la luz está con el alimento. Cuanto más le inhalemos, más agua recibiremos. Cuanto más agua recibamos, más seremos alimentados. Cuanto más alimento recibamos, más seremos iluminados. Estaremos en la luz y llenos de la luz. Necesitamos disfrutar al Señor de tal modo. Cuando acudimos al Señor para pasar un tiempo personal con El, tenemos muchos aspectos de Su persona maravillosa por los cuales alabarle.
Juan 1:12 dice que “a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Nosotros, por haber recibido a Cristo, nacimos “no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad del varón, sino de Dios” (v. 13). Todos los que recibieron a Cristo nacieron de Dios. Cuando recibimos a Cristo inicialmente como el árbol de la vida, un nacimiento tomó lugar y se estableció una relación de vida con Dios. Cuando yo recibí a Cristo como mi Salvador, sólo comprendí que era pecador salvado de la perdición eterna. No me di cuenta de que Cristo era vida para mí y que yo tenía una relación de vida con el Dios Padre. Necesitamos entender que cuando recibimos a Cristo, nacimos de Dios, y Dios nació en nosotros. Habiendo nacido de Dios, tenemos una relación de vida con El.
Ahora tenemos que continuar para ver en cuál parte de nuestro ser sucedió este nacimiento. ¿Nacimos de Dios en nuestra mente, en nuestro cuerpo, o en nuestro corazón? Algunos dicen que el corazón y el espíritu son la misma entidad. Pero la Biblia revela que el corazón y el espíritu son entidades distintas. Ezequiel 36:26-27 dice: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu...” El corazón nuevo mencionado en estos versículos difiere del espíritu nuevo, y este espíritu no es el Espíritu de Dios porque en el versículo 27 el Señor dice “mi Espíritu”. Son tres entidades: un corazón nuevo, un espíritu nuevo y “Mi Espíritu”. No podemos decir que el corazón es el espíritu. Necesitamos un corazón nuevo, y también un espíritu nuevo.
En Juan 4:24 el Señor Jesús no dijo que Dios es Espíritu y que los que le adoren, en el corazón deben adorarle. Debemos adorar a Dios en el espíritu. Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Nuestro segundo nacimiento, nuestro nacimiento espiritual, el cual ocurrió cuando recibimos a Cristo, se realizó en nuestro espíritu. Nacer del Espíritu significa nacer de Dios. Fuimos regenerados, renacidos, en nuestro espíritu. Antes de que fuésemos regenerados, estábamos muertos en nuestro espíritu (Ef. 2:1). Cuando recibimos a Cristo invocando el nombre del Señor, Cristo como Espíritu entró en nosotros como si fuera aire.
Esta persona viviente, este aire espiritual, es maravilloso. Todos los procesos por los cuales pasó el Dios Triuno, incluyendo la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión, están incluidos en este aire junto con todo lo que es el Dios Triuno, todo lo que ha realizado, logrado y obtenido. Cuando un pecador se abre al Señor diciendo: “Señor, soy pecador. Perdona todos mis pecados y entra en mí para ser mi vida”, el aire vivo, el aliento de vida, el Espíritu Santo, la mismísima realidad del Dios Triuno encarnado como hombre, entra en esta persona para vivificar su espíritu muerto e impartir al Dios Triuno en su espíritu. Ahora todo lo que es el Dios Triuno está en esta persona. Que el Señor nos conceda a todos una revelación de este Dios Triuno todo-inclusivo y maravilloso, quien mora en nuestro espíritu.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.