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Solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4289-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 10 Sección 2 de 4

ES POSIBLE QUE TODAS LAS IGLESIAS SOBRE LA TIERRA
SEAN UN SOLO Y NUEVO HOMBRE
SEGÚN LA PALABRA DEL SEÑOR

Queridos hermanos y hermanas, desde lo profundo de mi ser le pido al Señor que en este tiempo en que estamos reunidos aquí santos de los seis continentes, todos podamos aprovechar la oportunidad de ver el significado más elevado de la iglesia, el cual se revela en la Biblia. El nuevo hombre es la definición más elevada de la iglesia hallada en la Biblia. En la cruz el Señor dio muerte a la enemistad y creó en Sí mismo de los judíos y gentiles un solo y nuevo hombre. Queridos hermanos y hermanas, ¿podemos creer esto? ¿Es esto posible? ¿Pueden todos los creyentes de toda la tierra ser un solo hombre, tanto en el aspecto del tiempo, desde la antigüedad hasta los tiempos presentes, como en el aspecto del espacio, de oriente a occidente y de norte a sur? Humanamente, esto es imposible. Muchos de nosotros estamos casados. Nosotros sabemos que ni siquiera dos personas como el esposo y la esposa pueden llegar a ser una sola persona. Aun cuando la Biblia dice que el esposo y la esposa deben llegar a ser una sola carne, muchas veces el esposo sigue siendo el esposo y la esposa sigue siendo la esposa; los dos no pueden llegar a ser uno. Y ahora nosotros pretendemos que personas de todos los seis continentes, personas de diferentes colores de piel —blanco, negro, amarillo y café— lleguen a ser una sola entidad. Humanamente, yo sería el primero en negarme a creer esto; sencillamente no podría creer que esto es posible. Si ni siquiera podemos ser uno como asamblea, mucho menos podríamos serlo como el nuevo hombre. Si no podemos ser uno como asamblea, ciertamente nos resultaría difícil afirmar que todos podemos ser un solo y nuevo hombre.

En el pasado, algunos quisieron desanimarme y me aconsejaron que dejara de creer lo que creo. ¿Qué es lo que creo? Creo que, en primer lugar, la iglesia es la asamblea; en segundo lugar, la iglesia es la casa; en tercer lugar, la iglesia es el Cuerpo; y, por último, el aspecto más elevado, la iglesia es el nuevo hombre. Creo esto porque la Biblia lo dice. Pero algunas personas, incluso con buenas intenciones, han querido desanimarme, diciendo que esto es imposible.

Por ejemplo, en 1957 di más de treinta mensajes aquí en Taipéi sobre el terreno de la iglesia, y después fui a Manila. Al mismo tiempo, en Manila había un hermano que era veinte años mayor que yo; era un misionero inglés muy anciano que laboraba allí. Un día yo di un mensaje en el que dije que la iglesia hoy es una miniatura de la Nueva Jerusalén. Después que di este mensaje, este hombre se me acercó, y con buena intención me dijo: “Hermano Lee, usted ciertamente no está hablando de hoy, sino del futuro”. Yo había dicho claramente que la iglesia hoy es una miniatura de la Nueva Jerusalén. Había afirmado categóricamente que se aplica al presente, pero él se acercó para decirme: “Hermano Lee, usted debe de referirse al futuro, no a esta época; es imposible que esto sea para esta época”. Interiormente dije: “Usted cree que esto es imposible porque para usted es imposible. Pero yo sí creo que es posible”. ¿Entienden lo que quiero decir? Cuando él dijo esto, yo no le respondí; simplemente lo dejé así.

Nuevamente en el mismo año, 1957, después de dar mensajes acerca del terreno de la iglesia, todos vimos el asunto de “una localidad, una iglesia”. Como resultado, los ancianos de la iglesia en Taipéi sugirieron que hiciéramos lo posible por abrirnos y tener comunión con tres o cuatro grupos, que podríamos llamar “grupos libres”, los cuales se reunían en Taiwán en el nombre del Señor. Puesto que ellos no estaban afiliados a ninguna religión ni a una denominación, ¿por qué no los animábamos a venir y a reunirse con nosotros en la ciudad de Taipéi para ser un solo testimonio? Todos los ancianos estuvieron de acuerdo con esto y enviaron a dos o tres representantes a estos grupos cristianos para que los visitaran e invitaran a sus representantes a tener comunión. Un día todos los representantes de estos grupos vinieron al cuarto de los ancianos en el salón de reuniones número uno de Taipéi, y yo también estuve presente. Los ancianos dijeron a los representantes de estos grupos: “Nosotros queremos pedirles a ustedes de todo corazón que seamos uno”. Los ancianos incluso les ofrecieron lo siguiente: “Tal vez ustedes piensen que nosotros somos demasiados y que tenemos demasiado poder, y que una vez que nos unamos, ustedes serán absorbidos. Por lo tanto, delante del Señor, queremos decirles que estamos dispuestos a abandonar nuestras responsabilidades como ancianos y a dejar que ustedes asuman el liderazgo, con tal de que estén dispuestos a renunciar a todos los asuntos en los que difieren. En primer lugar, ustedes serán los ancianos en lugar nuestro. Segundo, les daremos el título de nuestras propiedades”. Básicamente le pusimos todo sobre la mesa. El número de asistentes de esos tres o cuatro grupos sumaban un total equivalente a menos de una cuarta parte de nosotros, y las propiedades de ellos no se comparaban con las nuestras, que eran muchas más. A pesar de ello, los ancianos se mostraron dispuestos y contentos a abandonar su posición y responsabilidades como ancianos y a permitir que los ancianos de la iglesia producida por esta unión, presidieran en los asuntos de la iglesia. Al escuchar todo esto, se quedaron sin palabras. ¿Qué más podían decir? Todos permanecieron callados por un momento, y entonces alguien dijo: “Hermanos, esto es bueno, pero a nosotros aún nos gustaría seguir teniendo nuestras propias reuniones”. Una vez que este líder dijo esto, todos lo siguieron, diciendo lo mismo.

Estoy completamente seguro de que desde entonces, sus bocas, con las cuales nos criticaban, fueron cerradas. Nosotros estábamos dispuestos a darles todo, y lo único que les pedíamos a cambio era la unidad. Sin embargo, al final ellos dijeron que aunque les parecía bien, preferían seguirse reuniendo aparte. Durante este tiempo, un hermano entre ellos abrió su boca y dijo: “Cuando ustedes hablan del cristianismo degradado, siempre denuncian a otros por ser degradados”. Yo inmediatamente respondí: “Hermano, si el cristianismo actualmente no se encuentra en degradación, entonces ¿qué significa la palabra degradado? El cristianismo degradado no se refiere solamente a otros, sino que también nos incluye a nosotros. Si nosotros caemos en degradación, entonces también formaremos parte del cristianismo degradado. No se trata de denunciar o no denunciar. La pregunta que debemos hacernos hoy es si el terreno sobre el cual estamos es un terreno degradado”. Les digo esto para testificarles que el concepto que tiene el cristianismo degradado de hoy es que la iglesia en esta era no puede alcanzar un nivel normal. Ellos piensan que esto es imposible.

También puedo decirles que cuando voy a Europa o a los Estados Unidos, a menudo me encuentro con cristianos con quienes me siento a tener comunión. Cuando hablamos de la verdad y llegamos a una conclusión, ellos no pueden negar que esto es la verdad. Sin embargo, ellos dicen: “Aunque es la verdad, no es posible ponerlo en práctica hoy en día, así que lo único que podemos hacer es esperar a que llegue ese día”. Algunas veces les he preguntado: “¿Cuándo llegará ese día?”. Pero nunca son capaces de decir cuándo. Así que les he dicho: “Después que acabe la era de la iglesia, vendrá la era del reino, y no podremos practicar la iglesia en la era del reino. Después de que acabe la era del reino, vendrá la Nueva Jerusalén, y en la Nueva Jerusalén no necesitaremos practicar la iglesia. Así que, ¿cuándo exactamente llegará el día cuando podremos practicar la iglesia?”. Ellos nunca han podido darme una respuesta, sino que únicamente dicen: “Es cierto que la Biblia dice eso, pero es imposible llevarlo a la práctica hoy”.

Hermanos y hermanas, quisiera preguntarles, ¿creen ustedes que esto es posible hoy, o creen que es imposible? Ya he dicho que soy el primero en decir que según el concepto natural esto es imposible; pero según la Palabra del Señor, yo soy el primero en creer que sí es posible. Anteriormente, en los Estados Unidos, yo no podía decir que esta situación era posible; pero puedo testificar que hoy, en términos generales, es posible; pues está haciéndose manifiesta. Sin embargo, hay algunos opositores que nos critican, diciendo: “¿Por qué ustedes escuchan únicamente a ese hombre? Ustedes aceptan todo lo que el hermano Lee diga y, por otro lado, le encuentran problemas a todo lo que el hermano Lee no ha dicho. ¿Cómo pueden todos ustedes ser tan insensatos como para seguir a ese chinito?”. Ustedes pueden ver cuán lamentable es el cristianismo de hoy. Cuando fui por primera vez a los Estados Unidos, yo les hablé a estos hermanos que criticaban este testimonio, y ellos dijeron que era imposible. Hoy, después de más de diez años, esta situación se está haciendo manifiesta, pero ellos aún se niegan a aceptarlo. Además, ellos han empezado a criticarnos y condenarnos diciendo que los que están en el recobro del Señor son gente insensata, pues siguen a un hombre. A veces cuando escucho lo que los opositores dicen, me da ganas de reír. Yo les digo: “¿Por qué no hacen ustedes lo mismo que nosotros? ¡No les haría daño intentarlo!”. Algunos han dicho: “No podemos hacerlo”. Entonces les he dicho: “Damos gracias y alabanzas al Señor porque hay algunos que sí pueden”. Hermanos y hermanas, ¿creen ustedes que esto es obra de hombres? No, esto no es obra de hombres.

En esta ocasión tengo la carga y la esperanza de que todos ustedes reciban la visión de que todas las iglesias sobre la faz de la tierra serán un solo y nuevo hombre; sin duda alguna, esto es posible. Nuestro Señor nunca proclama algo en vano; ciertamente Él actuará conforme a lo que ha dicho, y todo lo que ha dicho se cumplirá. Él dijo que habría un solo y nuevo hombre, así que habrá un solo y nuevo hombre. El nuevo hombre no llegó a existir en el siglo pasado, ni ha llegado a existir en éste, pero vendrá un siglo en el cual se manifestará. No llegó a existir ayer, y tal vez no llegue a existir hoy, pero ciertamente se hará manifiesto el día de mañana. No olviden que Él es el Señor. Su palabra nunca volverá a Él vacía. Los hombres, Satanás y todos los demonios sólo podrán alargar el tiempo, pero no podrán hacer nula la palabra del Señor. Él dijo que la iglesia es el nuevo hombre; así que, tarde o temprano llegará a ser el nuevo hombre.

En los Estados Unidos hay varios millares de hermanos y hermanas. Si el diablo viniera y dijera: “¡Ustedes cristianos no son uno!”, tengo la certeza de que todos estos miles de hermanos y hermanas en los Estados Unidos responderían: “¡Nosotros somos uno! No somos simplemente una asamblea, una familia ni un solo Cuerpo; ¡somos también un solo hombre!”. Hermanos y hermanas, ¿podrían ahora todos ustedes decir a una voz: “Somos un solo y nuevo hombre”? ¡Por supuesto que sí! Sí, somos un solo y nuevo hombre.


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