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La iglesia está en Cristo y es para Cristo

La iglesia también es algo que está en Cristo y es para Cristo (Ro. 12:5; 1 Co. 1:30; Gá. 1:22; Ef. 2:6, 10; 3:10-11). Espero que recuerden bien estos cinco puntos: la iglesia es el propósito de Dios, es la economía de Dios, es eterna, está en Dios mismo y está en Cristo.

LA INTENCIÓN DE DIOS CON RESPECTO A LA IGLESIA

Tener muchos hijos como Su multiplicación

La intención de Dios con respecto a la iglesia consiste, primeramente, en producir muchos hijos con Su vida (1:5). Todos estos hijos tienen la vida de Dios y heredan todo lo que Él es, todo lo que tiene, todo lo que planeó y todo lo que logró. Cada miembro de la iglesia es un hijo de Dios y, a la postre, también será un heredero de Dios. En este sentido la intención de Dios para la iglesia consiste en multiplicarse y reproducirse a Sí mismo, es decir, tener una reproducción en masa de Sí mismo. Si un hombre tiene muchos hijos, todos esos hijos son su multiplicación. Hace varios años, existía sólo un hombre por sí mismo, pero hoy hay muchas copias de él: él es el original y sus hijos son su réplica, su multiplicación. La multiplicación de Dios es Su familia, y Su familia es la iglesia.

Efesios 1:5 habla acerca de la filiación. El verdadero significado de la filiación es la multiplicación de Dios. Dios es ilimitado, pero Dios aún necesita una gran multiplicación. Después que Dios creó a Adán, le dijo que se multiplicase y llenase la tierra (Gn. 1:28). La intención de Dios con respecto a la iglesia consiste en producir muchos hijos, en multiplicarse a Sí mismo. Juan 12:24 nos dice que un solo grano llegaría a ser muchos granos. Los muchos granos son la multiplicación, réplica y reproducción de un solo grano.

El significado apropiado de la filiación

Debemos conocer el vocabulario espiritual adecuado, incluyendo la palabra filiación. La filiación indica que tenemos la vida, el nacimiento y el derecho a heredar que son propios de un hijo. El nacimiento es una cosa y la primogenitura es otra. Tanto Esaú como Jacob tenían el mismo nacimiento y la misma vida, pero uno solo, Jacob, obtuvo la primogenitura. Por lo tanto, Esaú tenía la vida que es propia de un hijo, pero no tenía la plena filiación. La filiación es el nacimiento junto con la primogenitura. Todos los verdaderos cristianos tienen el nacimiento propio de los hijos de Dios, pero no todos hoy tienen la primogenitura. Al menos para el tiempo de la Nueva Jerusalén, todos tendremos la primogenitura. Antes de aquel tiempo, sólo los vencedores disfrutarán de la primogenitura de los hijos de Dios.

Romanos 8:16-17 dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados”. Hay una diferencia entre los hijos y los herederos. Los hijos tienen el nacimiento adecuado; pero los herederos no sólo tienen el nacimiento, sino también la primogenitura. Primero necesitamos ser hijos; luego tenemos que llegar a ser herederos. Si somos hijos sin la primogenitura, no tenemos la plena filiación.

Por medio de nuestro nacimiento, tanto en el ámbito físico como en el espiritual, recibimos la vida. Cuando nacimos de nuestro padre, recibimos la vida de nuestro padre. No obstante, por medio de la primogenitura recibimos la herencia de todo lo que nuestro padre es y tiene. Debido a que hemos nacido de nuevo, hemos recibido la vida de Dios. Sin embargo, el mero hecho de que somos hijos de Dios no significa que somos herederos de Dios. Es posible que seamos hijos, pero que no seamos herederos. El libro de Hebreos nos ayuda a comprender qué es la primogenitura. Hebreos no habla mucho acerca del nacimiento divino; más bien, habla acerca de la primogenitura. Hebreos 12:15 dice: “Mirad bien, no sea que alguno caiga de la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. Caer de la gracia de Dios no significa que uno que cae no ha nacido de nuevo. Ha nacido de nuevo, pero después que alguien nace de nuevo, existe la posibilidad de que él caiga de la gracia de Dios.

Los versículos 16 y 17 continúan, diciendo: “No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que a cambio de una sola comida entregó su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque lo procuró con lágrimas”. Existe la posibilidad de que nosotros, como aquellos que hemos nacido de nuevo, disfrutemos la primogenitura, pero también existe la posibilidad de que perdamos la primogenitura. Muchos cristianos corren el peligro de perder la primogenitura. Ellos son los verdaderos hijos de Dios, pero por cierto periodo de tiempo no serán los herederos.

Necesitamos recordar bien que la filiación en las Escrituras significa el nacimiento más la primogenitura. En virtud del nacimiento espiritual, hemos recibido la vida de Dios, pero es en virtud de la primogenitura que heredaremos todo lo que Dios es, todo lo que Dios tiene, todo lo que Dios ha planeado y todo lo que Dios va a lograr. Dios es el Padre, y Él tiene muchas cosas que ha planeado y que va a lograr. Todo lo que Dios mismo es, todo lo que tiene y todo lo que Él ha planeado y va a lograr, en conjunto, conforman Su herencia. La elección de Dios, el propósito de Dios al escogernos, consiste en que podamos tener Su vida para que lleguemos a ser Sus hijos y luego heredemos Su misma persona como nuestro todo, lo cual incluye todo lo que Él es, lo que ha planeado y lo que logrará. La vida más la herencia, en conjunto, equivale a la filiación. Esto es un asunto sumamente profundo.